Pero que les pasa a las mujeres
ultracentristas que tienen todas cara de vinagre. Creo que su cara obedece al
exceso de velocidad con que Aznar las situó en primera fila, todo fue tan rápido
que las sacó de plano y las hizo invisibles. Esto se conoce como “cambiar para
que nada cambie”.
Lo cierto es que todas parecen
tener el mismo asesor de imagen y la misma maquilladora. Jesús, que cruz, todas
con el mismo tinte, igual cantidad de mechas, similar curvatura de pestañas e
intensidad del rimel, el azul verdoso de la sombra de ojos clónico en todas
ellas, la barra de labios color “fresita” y “rojita” para las noches de fiesta.
Parecen la madre de la Barbie. ¡Vista una, vistas todas!
El tipito, si los años lo
permiten, forjado en las pistas de padel, trabajándose unos hoyitos de golf o
en agotadoras sesiones de pilates. Para qué sirve el dinero si no es para
gastarlo en una misma. Si los años no bastan, porque son ya demasiados, se hace
una visita a corporación dermoestética y arreglo de chapa y pintura para pasar
la itv, que una señora de centro no puede dejarse de la mano de dios. Eso es
cosa de progres y perroflautas.
El vestuario clásico, con un
toque de atrevimiento para diario y algo más picante para las noches, sean de
victoria electoral o de derrota, que ese cuerpo tan bien vestido hay que
lucirlo siempre. Los tonos pasteles y los estampados en cuadros para ruedas de
prensa y presentaciones programáticas, si la cosa es muy seria hay que recurrir
al traje chaqueta con faldita rodillera. Las “minis” para que las nuevas generaciones
muestren las piernas populares y las “maxis” para que las hippies tapen las
heridas de la vida que llevan. Las mujeres centradas van siempre depiladas y de
lo contrario se ponen pantalón, no muy ajustado, que muestra defectos y eso no
conviene. Si utilizan chaquetita y pantalón combinan el azul marino con el
beige, que dan elegancia a la par que seriedad.
En los accesorios también son clónicas,
les encantas los broches vistosones, los collares de perlas, pendientes a juego
con el broche y el collar y los anillos, pocos y de valor, porque ellas lo
valen.
Teniendo de todo y andando
sobradas de poder no entiendo como tienen esa carita de salir de misa, parece
que no han sonreído en mucho tiempo, con excepción de Rita Barbera, que se ríe
hasta cuando te regaña, viste como puede y le sienta el bolso de Hermes como el
zurrón a un cazador. Cospedal, Mato, Esperanza, Rudi, Tocino, Teófila…todas
ellas tienen el mismo gesto agridulce, mezcla de estreñimiento y revelación
mística. Hablando de revelaciones, ahora lo entiendo, todas visten igual, lucen
igual y se parecen cada día más a su líder, son clavaditas a Aznar.
Te olvidas a Christine Lagarde, la cual es del PP francés, y se gasta un mostacho que ya le gustaría a Aznar. Eso sí, la francesa ha llegado más lejos con su bigote de lo que todas las Aznar Girls jamás podrán soñar.
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