lunes, 18 de julio de 2011

Los intelectuales y la República



De entre los intelectuales, fueron sobre todo los escritores, españoles y extranjeros, quienes más y mejor reaccionaron ante la tragedia que supuso el golpe de Estado que terminó con la Segunda República y dio comienzo a una guerra civil de tres años que contabilizó un millón de muertos, a los que después hubo que sumar todos los ejecutados hasta los años ’50 en un ejercicio de sanguinaria venganza llevada a cabo por “los ganadores”. Nada más iniciarse la guerra, escritores y cineastas europeos y estadounidenses se trasladaron a España: algunos para defender el fascismo, los más para demostrar su solidaridad con la maltratada República y sus desaparecidas libertades. Lo que sigue es un resumen de una traducción, muy libre, del artículo Los escritores y la guerra de España, publicado por el profesor Emilio Sanz de Soto en Le Monde diplomatique/ abril 1997.
“Muchas veces se ha dicho que la guerra de España despertó las conciencias dormidas de una Europa indecisa. ¿Las conciencias estaban tan dormidas? ¿Europa estaba tan indecisa? A mediados de los años 30 el Viejo Mundo parecía más bien inquieto ante la vociferante política hitleriana, que intimidaba terriblemente pero parecía irreal. Sin preaviso, los vociferantes callaron y empezó la guerra de España. Y entonces, sofocaron el conflicto el silencio y la actitud de esperar a ver qué ocurría de quienes debieron acudir en socorro de la República española. Esa traición de las democracias europeas fue lo que despertó las conciencias. Para los intelectuales de todo el mundo había llegado el momento de convertir la conciencia en experiencia…Incluso antes de que terminara el conflicto, la guerra de España se convirtió en un tema novelesco en las principales literaturas occidentales…
“A estas alturas todavía son muy pocos los franceses que saben que apenas conocida la sublevación del ejército una mujer, casi miope y sin el menor conocimiento de estrategia militar, acudió a un frente improvisado de Aragón (el mismo en que sucede la película Tierra y Libertad de Ken Loach) y consiguió poner en pie una brigada de veinte voluntarios franceses, italianos, búlgaros y españoles. Esa mujer de familia judía rica y alta estatura intelectual, que  murió prematuramente en Inglaterra mientras huía de la persecución nazi, era Simone Weil, una de las grandes pensadoras francesas del siglo XX.
“De la experiencia de André Malraux al frente de una escuadrilla aérea a las órdenes de Azaña, nació la novela L’espoir (La esperanza), que cumplió el mayor deseo de un escritor que consiste en ser capaz de traducir a literatura unos hechos reales, y se publicó en la primavera de 1937 coincidiendo con el bombardeo alemán de Gernika (pueblo vasco y nombre también de la obra más famosa de Pablo Picasso).
“La guerra sorprendió al escritor católico Georges Bernanos en Palma de Mallorca, veraneando con su familia. En el libro Les Grands Cimetières sous la lune (Los grandes cementerios bajo la luna, 1938) explica el problema de conciencia que le supuso ver que en nombre de una “cruzada” se estaba fusilando a inocentes. Bernanos, lo mismo que François Mauriac y Jacques Maritain, los tres grandes intelectuales católicos, estuvieron prohibidos en “la España de Franco”. En cambio, el poeta fascista Paul Claudel, escribió una lamentable Oda a Franco.
“El otro país europeo donde la guerra española suscita interés es Gran Bretaña. El poeta Stephen Spencer escribe en su Correspóndance (Correspondencia):…Nos hacíamos llamar comunistas pero no nos enterábamos de nada de los discursos pretendidamente intelectuales  que solo eran puros galimatías. Excepto en un punto: nos preocupaba mucho el devaneo que mantenían algunos de nuestros políticos con Hitler. Hasta el día en que estalló la guerra de España: entonces pensamos que el horizonte se había aclarado. Y así fue como empezó todo…”Según el historiador Hugh Thomas hubo dos mil trescientos combatientes ingleses en la guerra: entre 1936 y 1939 escribieron cerca de setecientos treinta poemas, novelas y crónicas periodísticas… Hugh Slater la llamó “guerra de escritores” y Hugh Ford hablaba de “guerra de poetas” (A poet’s war). El largo poena Spain, de W.H. Auden, publicado en 1937, fue el pistoletazo de salida de la poesía inglesa moderna, comprometida y combativa. Y también los poetas Stephen Spender, Louis Mac Niece, Roy Campbell (en el campo franquista), Julián Bell, hermano de Virginia Wolf, que murió conduciendo una ambulancia en la batalla de Brunete., John Cornford
“Entre las novelas, documentos y memorias publicados en 1937/38 hay muchos escritos por mujeres: Storm over Spain (Tormenta sobre España) de la católica separatista irlandesa Mairin MItchell, Search Light on Spain (Toda la atención está puesta en España) de la Duquesa de Atholl, pro comunista; Death in the Morning (Muerto al alba) y The Painted Bed (La cama pintada), ambos de Helen Nicholson, baronesa de Zglinitzki y franquista, Authors take Sides (Los autores eligen su campo), de la millonaria excéntrica Nancy Cunard, heredera de la naviera Cunard Line, favorable a la República; Dancer in Madrid (Bailarina en Madrid) de Janet Reisenfeld, esposa del cineasta español de izquierda Luis Alcoriza, guionista de Buñuel y autor de varias y buenas películas mexicanas.
“Los testimonios más significativos pertenecen a dos grandes poetas: The Strings were False , de Louis Mac Niece, publicado en 1966 con una visión muy exacta y compleja de la España desgarrada; y un libro muy curioso, las memorias de Stephen Spender, World Within World (Un mundo dentro del mundo), de 1951, en el que cuenta como pasó toda la guerra buscando a su amante, desertor de las Brigadas Internacionales.
“Pero, indiscutiblemente, los principales representantes de las letras inglesas relacionados con la guerra de España son Arthur Koestler y George Orwell…El primero, de origen judío-húngaro  llegó a España como periodista enviado por el Partido Comunista soviético. Cuando los republicanos se batían en retirada no se sabe por qué se quedó en Málaga, donde los franquistas le encarcelaron y le torturaron, hasta que el gobierno inglés consiguió su libertad. De esa experiencia nació una de las obras clave del conflicto, The Spanish Testament (El Testamento español), publicada en 1938, donde habla de “una guerra de tragedias y no de batallas”. Posteriormente renegó de su obra, reescribió el libro, rompió con el PC y, en la España franquista, consiguió un notable éxito con El cero y el Infinito (Darkness at Noon, 1940).
“En cuanto a George Orwell, autor de Homenaje a Catalunya (Homage to Catalonia, 1938), fue el último grito desesperado a favor de la supervivencia de la libertad. Los intelectuales de hoy consideran que una vez desaparecidos de la faz de Europa el fascismo, el comunismo y el anarquismo libertario, su obra, y en particular 1984, tienen un alcance simbólico Enrolado en las milicias del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), una organización con tantos enemigos en la derecha como en la izquierda, llegó a la pesimista conclusión de que la unidad de la izquierda era imposible, y a afirmar que el “gobierno republicano temía más a la revolución que a los fascistas”.
“Cuando estalló la guerra. Muchos escritores estadounidenses ya eran fervientes defensores de la República española y animaron a muchos de sus compatriotas a enrolarse en la célebre Brigada Lincoln, que se cubrió de gloria en el frente. La primera novela dedicada al conflicto fue The Life an Death of a Spanish Town (Vida y muerte de una ciudad española), de Eliot Paul quien, como a Bernanos. Pero hay dos novelistas que destacan sobre todos sobre todos: Ernest Hemingway y John Dos Pasos. Este último vino a España en 1937 para escribir el comentario de la película The Spanish Earth (Tierra española) de Joris Ivens. A su llegada a Madrid supo que acababan de ejecutar a un amigo, el profesor José Robles. Profundamente afectado, abandonó su trabajo en la película, regresó a Estados Unidos y escribió Adventures as a Young Man (Aventuras de un joven, 1939), una violenta novela donde narra la evolución  de un joven sindicalista que se enrola en las Brigadas Internacionales, le encarcelan por simpatizar con el trotskismo y finalmente muere en una misión suicida: “En una época de ideologías engañosas, la esperanza de un hombre de buena voluntad no encuentra su lugar en la acción colectiva”
"La postura de Ernest Hemingway en Por quién doblan las campañas (For Whom the Bell Tolls, 1940) es más ambigua. Como en sus demás novelas, el héroe es alguien a quien le hubiera gustado parecerse, y para el que la guerra es “la aventura de su vida”. El interés de Hemingway por España se prolongó más allá de la contienda, y quedó plasmado especialmente en Death in the Afternoon (Muerte en la tarde, 1932).
“Hubo otros novelistas que vinieron a España. En particular Upton Sinclair, autor de No pasarán! e Historia de la batalla de Madrid; el padre del realismo Theodore Dreiser, Erskine Cadwell o Malcolm Cowley. Entre los cerca de tres mil estadounidenses que lucharon en las Brigadas Internacionales hubo algunos escritores muy jóvenes y notables. De los que murieron en combate no podemos olvidar a dos jóvenes poetas de veinte años:  Sam Levinger, muerto en Belchite, y Joseph Seligman, en la batalla del Jarama.
“Y entre los brigadistas que después escribieron sus memorias (Steve Nelson, John gates, Sander Voros, Edwin Rolfe…) destaca el nombre de Alvah Bessie, guionista de Hollywood y autor del libro Men in Battle (Hombre en la batalla). También hubo escritoras como la gran Lillian Herman y la periodista Anna Strong, que publicó una biografía de la Pasionaria.
“Y de entre los escritores rusos, destacan dos nombres: el de Ilia Ehrenbourg, que era amigo de Alberti y Neruda y se encontraba en España el 18 de julñio de 1936. Se autoproclamó corresponsal del Izvestia, escribió cientos de crónicas y el libro España, república de trabajadores; más tarde publicó también la novela corta Lo que el hombre necesita, en la misma línea que La esperanza de Malraux. En sus Memorias está en detalle todo el debate de los intelectuales europeos en torno a la guerra española.
“El otro fue Mijail Koltsow, una de las firmas más brillantes del Pravda. En 1938 escribió un Diario de la guerra de España. De regreso en Rusia, fue diputado del Soviet Supremo y miembro de la Academia de Ciencias de la URSS. Un año después, en 1942, Stalin le fusiló sin juicio.
“En la Italia se Mussolini se encuentran pocos rastros literarios de la guerra. Esencialmente dos novelas: Michele en Guadalajara, de Francesco Jovine, y sobre todo L’Antimoine (no existe referencia en italiano de la obra) de Leonardo Sciascia, un relato corto que aparece en la recopilación Los tíos de Sicilia (1960). En ambas novelas, unos jóvenes descubren en el frente español la verdad social, cruel y violenta del fascismo, que en Italia se vive maquillado de nacionalsocialismo. En España y viva la muerte, el griego Nikos Kazantzakis escribió una potente y apasionada defensa de la libertad.
“En su inmensa mayoría, los escritores eligieron defender la República y sus valores frente a lo que presentían que iba a ser el principal peligro de aquellos años, el nazismo antropófago y liberticida, que ya amenazaba a sus países y a la creación artística”.

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