De entre los intelectuales,
fueron sobre todo los escritores, españoles y extranjeros, quienes más y mejor
reaccionaron ante la tragedia que supuso el golpe de Estado que terminó con la Segunda República
y dio comienzo a una guerra civil de tres años que contabilizó un millón de
muertos, a los que después hubo que sumar todos los ejecutados hasta los años
’50 en un ejercicio de sanguinaria venganza llevada a cabo por “los ganadores”.
Nada más iniciarse la guerra, escritores y cineastas europeos y estadounidenses
se trasladaron a España: algunos para defender el fascismo, los más para
demostrar su solidaridad con la maltratada República y sus desaparecidas
libertades. Lo que sigue es un resumen de una traducción, muy libre, del
artículo Los escritores y la guerra de España, publicado por el profesor
Emilio Sanz de Soto en Le Monde diplomatique/ abril 1997.
“Muchas veces se
ha dicho que la guerra de España despertó las conciencias dormidas de una
Europa indecisa. ¿Las conciencias estaban tan dormidas? ¿Europa estaba tan
indecisa? A mediados de los años 30 el Viejo Mundo parecía más bien inquieto
ante la vociferante política hitleriana, que intimidaba terriblemente pero
parecía irreal. Sin preaviso, los vociferantes callaron y empezó la guerra de
España. Y entonces, sofocaron el conflicto el silencio y la actitud de esperar
a ver qué ocurría de quienes debieron acudir en socorro de la República española. Esa
traición de las democracias europeas fue lo que despertó las conciencias. Para
los intelectuales de todo el mundo había llegado el momento de convertir la
conciencia en experiencia…Incluso antes de que terminara el conflicto, la
guerra de España se convirtió en un tema novelesco en las principales
literaturas occidentales…
“A estas alturas
todavía son muy pocos los franceses que saben que apenas conocida la
sublevación del ejército una mujer, casi miope y sin el menor conocimiento de
estrategia militar, acudió a un frente improvisado de Aragón (el mismo en que
sucede la película Tierra y Libertad
de Ken Loach) y consiguió poner en
pie una brigada de veinte voluntarios franceses, italianos, búlgaros y
españoles. Esa mujer de familia judía rica y alta estatura intelectual,
que murió prematuramente en Inglaterra
mientras huía de la persecución nazi, era Simone
Weil, una de las grandes pensadoras francesas del siglo XX.
“De la
experiencia de André Malraux al
frente de una escuadrilla aérea a las órdenes de Azaña, nació la novela L’espoir (La esperanza), que cumplió el
mayor deseo de un escritor que consiste en ser capaz de traducir a literatura
unos hechos reales, y se publicó en la primavera de 1937 coincidiendo con el
bombardeo alemán de Gernika (pueblo vasco y nombre también de la obra más
famosa de Pablo Picasso).
“La
guerra sorprendió al escritor católico Georges
Bernanos en Palma de Mallorca, veraneando con su familia. En el libro Les Grands Cimetières sous la lune (Los grandes cementerios bajo la
luna, 1938) explica el problema de conciencia que le supuso ver que en nombre
de una “cruzada” se estaba fusilando a inocentes. Bernanos, lo mismo que François Mauriac y Jacques Maritain, los
tres grandes intelectuales católicos, estuvieron prohibidos en “la España de Franco”. En
cambio, el poeta fascista Paul Claudel,
escribió una lamentable Oda a Franco.
“El
otro país europeo donde la guerra española suscita interés es Gran Bretaña. El
poeta Stephen Spencer escribe en su Correspóndance (Correspondencia):…Nos
hacíamos llamar comunistas pero no nos enterábamos de nada de los discursos pretendidamente
intelectuales que solo eran puros
galimatías. Excepto en un punto: nos preocupaba mucho el devaneo que mantenían
algunos de nuestros políticos con Hitler. Hasta el día en que estalló la guerra
de España: entonces pensamos que el horizonte se había aclarado. Y así fue como
empezó todo…”Según el historiador Hugh
Thomas hubo dos mil trescientos combatientes ingleses en la guerra: entre
1936 y 1939 escribieron cerca de setecientos treinta poemas, novelas y crónicas
periodísticas… Hugh Slater la llamó “guerra de escritores”
y Hugh Ford hablaba de “guerra de
poetas” (A poet’s war). El largo
poena Spain, de W.H. Auden, publicado en 1937, fue el pistoletazo de salida de la
poesía inglesa moderna, comprometida y combativa. Y también los poetas Stephen Spender, Louis Mac Niece, Roy Campbell (en el campo franquista), Julián Bell, hermano de Virginia Wolf,
que murió conduciendo una ambulancia en la batalla de Brunete., John Cornford…
“Entre
las novelas, documentos y memorias publicados en 1937/38 hay muchos escritos
por mujeres: Storm over Spain
(Tormenta sobre España) de la católica separatista irlandesa Mairin MItchell, Search Light on Spain (Toda la atención está puesta en España) de la Duquesa de Atholl, pro comunista; Death in the Morning (Muerto al alba) y The Painted Bed (La cama pintada), ambos
de Helen Nicholson, baronesa de
Zglinitzki y franquista, Authors take
Sides (Los autores eligen su campo), de
la millonaria excéntrica Nancy Cunard,
heredera de la naviera Cunard Line, favorable a la República ; Dancer in Madrid (Bailarina en Madrid) de Janet Reisenfeld, esposa del cineasta español de izquierda Luis Alcoriza, guionista de Buñuel y autor de varias y buenas películas
mexicanas.
“Los
testimonios más significativos pertenecen a dos grandes poetas: The Strings
were False , de Louis Mac Niece,
publicado en 1966 con una visión muy exacta y compleja de la España desgarrada; y un
libro muy curioso, las memorias de Stephen
Spender, World Within World (Un
mundo dentro del mundo), de 1951, en el que cuenta como pasó toda la guerra
buscando a su amante, desertor de las Brigadas Internacionales.
“Pero,
indiscutiblemente, los principales representantes de las letras inglesas
relacionados con la guerra de España son Arthur
Koestler y George Orwell…El primero, de origen
judío-húngaro llegó a España como
periodista enviado por el Partido Comunista soviético. Cuando los republicanos
se batían en retirada no se sabe por qué se quedó en Málaga, donde los
franquistas le encarcelaron y le torturaron, hasta que el gobierno inglés
consiguió su libertad. De esa experiencia nació una de las obras clave del
conflicto, The Spanish Testament (El Testamento español),
publicada en 1938, donde habla de “una guerra de tragedias y no de batallas”.
Posteriormente renegó de su obra, reescribió el libro, rompió con el PC y, en la España franquista,
consiguió un notable éxito con El cero y
el Infinito (Darkness at Noon, 1940).
“En
cuanto a George Orwell, autor de Homenaje
a Catalunya (Homage to Catalonia, 1938), fue el último grito desesperado a
favor de la supervivencia de la libertad. Los intelectuales de hoy consideran
que una vez desaparecidos de la faz de Europa el fascismo, el comunismo y el
anarquismo libertario, su obra, y en particular 1984, tienen un alcance simbólico Enrolado en las milicias del POUM
(Partido Obrero de Unificación Marxista), una organización con tantos enemigos
en la derecha como en la izquierda, llegó a la pesimista conclusión de que la
unidad de la izquierda era imposible, y a afirmar que el “gobierno republicano
temía más a la revolución que a los fascistas”.
“Cuando
estalló la guerra. Muchos escritores estadounidenses ya eran fervientes
defensores de la República
española y animaron a muchos de sus compatriotas a enrolarse en la célebre
Brigada Lincoln, que se cubrió de gloria en el frente. La primera novela
dedicada al conflicto fue The Life an
Death of a Spanish Town (Vida y muerte de una ciudad española), de Eliot Paul quien, como a Bernanos. Pero
hay dos novelistas que destacan sobre todos sobre todos: Ernest Hemingway y John Dos Pasos. Este último vino a España en
1937 para escribir el comentario de la película The Spanish Earth (Tierra española) de Joris Ivens. A su llegada a Madrid supo que acababan de ejecutar a
un amigo, el profesor José Robles. Profundamente afectado, abandonó su trabajo
en la película, regresó a Estados Unidos y escribió Adventures as a Young Man (Aventuras de un joven, 1939), una
violenta novela donde narra la evolución
de un joven sindicalista que se enrola en las Brigadas Internacionales,
le encarcelan por simpatizar con el trotskismo y finalmente muere en una misión
suicida: “En una época de ideologías engañosas, la esperanza de un hombre de
buena voluntad no encuentra su lugar en la acción colectiva”
"La
postura de Ernest Hemingway en Por quién doblan las campañas (For Whom
the Bell Tolls, 1940) es más ambigua. Como en sus demás novelas, el héroe es
alguien a quien le hubiera gustado parecerse, y para el que la guerra es “la
aventura de su vida”. El interés de Hemingway por España se prolongó más allá
de la contienda, y quedó plasmado especialmente en Death in the Afternoon (Muerte en la tarde, 1932).
“Hubo
otros novelistas que vinieron a España. En particular Upton Sinclair, autor de No
pasarán! e Historia de la batalla de
Madrid; el padre del realismo Theodore
Dreiser, Erskine Cadwell o Malcolm
Cowley. Entre los cerca de tres mil estadounidenses que lucharon en las
Brigadas Internacionales hubo algunos escritores muy jóvenes y notables. De los
que murieron en combate no podemos olvidar a dos jóvenes poetas de veinte
años: Sam Levinger, muerto en Belchite, y Joseph Seligman, en la batalla del Jarama.
“Y
entre los brigadistas que después escribieron sus memorias (Steve Nelson, John gates, Sander Voros,
Edwin Rolfe…) destaca el nombre de Alvah
Bessie, guionista de Hollywood y
autor del libro Men in Battle (Hombre
en la batalla). También hubo escritoras como la gran Lillian Herman y la periodista Anna
Strong, que publicó una biografía de la Pasionaria.
“Y
de entre los escritores rusos, destacan dos nombres: el de Ilia Ehrenbourg, que era amigo de Alberti y Neruda y se encontraba
en España el 18 de julñio de 1936. Se autoproclamó corresponsal del Izvestia, escribió cientos de crónicas y
el libro España, república de
trabajadores; más tarde publicó también la novela corta Lo que el hombre necesita, en la misma
línea que La esperanza de Malraux. En sus Memorias está en
detalle todo el debate de los intelectuales europeos en torno a la guerra
española.
“El
otro fue Mijail Koltsow, una de las
firmas más brillantes del Pravda. En
1938 escribió un Diario de la guerra de
España. De regreso en Rusia, fue diputado del Soviet Supremo y miembro de la Academia de Ciencias de la
URSS. Un año después, en 1942, Stalin le
fusiló sin juicio.
“En
la Italia se
Mussolini se encuentran pocos rastros literarios de la guerra. Esencialmente
dos novelas: Michele en Guadalajara,
de Francesco Jovine, y sobre todo L’Antimoine (no existe referencia en
italiano de la obra) de Leonardo Sciascia, un relato corto que aparece
en la recopilación Los tíos de Sicilia (1960). En ambas novelas, unos
jóvenes descubren en el frente español la verdad social, cruel y violenta del
fascismo, que en Italia se vive maquillado de nacionalsocialismo. En España y viva la muerte, el griego Nikos Kazantzakis escribió una potente y apasionada defensa de la
libertad.
“En
su inmensa mayoría, los escritores eligieron defender la República y sus valores
frente a lo que presentían que iba a ser el principal peligro de aquellos años,
el nazismo antropófago y liberticida, que ya amenazaba a sus países y a la
creación artística”.
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