Hace pocos días asumí el compromiso de
dedicar alguna entrada al medio centenar de seguidores del blog localizados en
Estados Unidos. Supongo que les atraerá lo de plumaroja, lo extraño es que el
número de visitas no baja, crece cada día.
Hoy seguía, en el canal 24 horas de
tve, unas declaraciones de Obama en las que defendía la necesidad de
incrementar la deuda pública para hacer frente a la amenaza de quiebra total a
que se enfrenta el país más poderoso del mundo. No he podido olvidar, mientras
le escuchaba, las denuncias de Inside Job y que algunos de los culpables de la
crisis financiera están demasiado cerca de Obama como para que este no haya
tomado medidas contra ellos. Lo cierto es que EEUU está aún peor que las economías
más amenazadas de Europa y se defiende, de momento, porque está protegido por
las agencias de calificación. Pero la realidad es la que sigue:
Desde el 1 de julio, el estado de Minnesota ha dejado
prácticamente de funcionar. Sus parques naturales están cerrados, muchas de sus
oficinas están en servicios mínimos y sus 22.000 funcionarios están en paro
técnico. Es el ejemplo más drástico de las penurias económicas por las que
pasan muchos estados norteamericanos que no consiguen cerrar sus presupuestos a
causa de la crisis y al enfrentamiento
entre demócratas y republicanos.
No es la primera vez que pasa. Minnesota ya
suspendió pagos durante ocho días en 2005. Otros estados, como California o
Illinois, tienen déficits colosales desde hace años, el primero 21.200 millones
de dólares y el segundo 17.000 millones, previstos sólo para 2012. La crisis, sobre todo la inmobiliaria,
ha reducido drásticamente los ingresos en zonas como Florida o Nevada.
Hasta ahora, la ayuda federal conseguía tapar
los agujeros, aunque ninguna ley obliga a Washington a rescatar a los morosos. El
contexto ha cambiado. Primero por la recesión. Segundo porque este es el primer
pulso del nuevo mapa político tras las elecciones legislativas y estatales del
pasado noviembre que llevaron a muchos gobernadores republicanos al poder.
Pero, sobre todo, porque Washington también está negociando sus propios
recortes y ha eliminado la cuantiosa ayuda federal que aprobó tras el estallido
de la crisis y que estos últimos tres años salvó a muchos estados de la bancarrota, 150.000 millones de dólares
de los 800.000 del plan de rescate estaban específicamente destinados a ayudar
a los estados.
Obama está ahora enzarzado en la batalla para
subir el techo de la deuda de EEUU, que el pasado mayo superó el límite legal
de 14,3 billones de dólares, el 139% de su PIB, en España apenas roza el 60%
del PIB. A cambio de elevar el tope, los republicanos, mayoría en la Cámara de Representantes, exigen duros
recortes en el presupuesto de 2012. Obama espera reemplazar los dos billones
recortados en los presupuestos subiendo la presión fiscal a los más ricos.
El panorama es bastante catastrófico. El Centro
para el presupuesto y las prioridades políticas, una organización independiente
de análisis presupuestario, pronostica que en total el déficit de los estados
para 2012 sumará 103.000 millones de dólares. En algunos estados,
como Texas, el dinero de Washington compensó el 97% de su déficit en 2010,
gracias a los 6.400 millones del fondo de rescate. Sin embargo, su gobernador,
el republicano Rick Perry, está tanteando presentarse como candidato a
las presidenciales de 2012 con una plataforma antigobierno.
Casi todos los estados se han visto obligados a
recortar sus servicios sociales y sus planes de pensiones. En California, el
gobernador demócrata Jerry Brown, ha dado un tijeretazo dramático a las cuentas
del Estado para dejar el déficit en 21.300 millones de dólares, 5.000 menos que
el año anterior. Los recortes afectan la cobertura médica para los más
necesitados (1.700 millones), los programas de reinserción profesional (1.500
millones) y las ayudas a los discapacitados (750 millones). Illinois, Nueva
Jersey, Texas y Nueva York
completan la lista de los cinco estados más deficitarios.
El estado federal ya no puede hacer de bombero. La
situación de la cobertura médica a los más necesitados, es especialmente
dramática. Si el nuevo presupuesto federal reduce su contribución, como
proponen los republicanos, muchos estados no podrán asumir la asistencia
sanitaria de sus ciudadanos más pobres.
Con esta situación, la sangría de empleos podría
ser tremenda. Algunos expertos estiman
que las administraciones locales y estatales podrían despedir a 150.000
empleados públicos, que se sumarían a los 250.000 despedidos el pasado año. Y
aun así, las agencias no tienen el menor reparo en mantener en la máxima
calificación crediticia a Estados Unidos. Pero no es Estados Unidos el que está
en el punto de mira de los mercados y las agencias de calificación, es Europa
porque Grecia tiene una deuda del 139,4% sobre el PIB o un déficit del 10,5% o
porque la deuda de las autonomías españolas plantea incertidumbres.
En EEUU nació la crisis financiera,
allí continuará mientras Europa no adopte medidas que aporten más gobernanza
frente a los mercados y no siente en el banquillo, como ha hecho Islandia, a
gobernantes y especuladores responsables de la crisis.
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