Es parte de la naturaleza humana que
exista una tendencia a olvidar cuestiones importantes, genéricas, que nos
afectan a todos, y mirar y centrarse en aquellas preocupaciones que son
estacionales, inmediatas, y por supuesto anteponer a todo nuestros objetivos
personales.
De repente, los responsables,
gerentes, directores, políticos en general se percatan que lo más importante
para ellos es la supervivencia y el progreso personal que termina simplemente
en algo humano, demasiado humano: convertir al individuo en cuestión en una
persona con más poder. La cosa pública, trabajar por el bien común, servir a
los demás, se convierte en accesorio, son la fachada de virtud que se ponen los
políticos, todo esto hace que en los partidos premien y pongan por encima de
todo la lealtad antes que el trabajo y el verdadero talento para desempeñar los
cargos y las funciones. En definitiva corrupción a la enésima potencia.
Cualquier agencia, institución,
órgano, partido político, todo aquello que está regido por el ser humano,
tiende inexorablemente, salvo controles internos agresivos y principios morales
fuertes extendidos y obligatorios, a crear visiones y culturas egoístas,
antidemocráticas, y personalistas.
Hoy día los políticos han convertido
la gestión y los objetivos, en simples destrezas, habilidades aprendidas de
forma rápida, a veces heredada, con lo que ni siquiera la cuestionamos, y que
con modificaciones ad hoc, o prevenidas por el tiempo y lugar dan lugar a un
éxito más o menos directo en cualquier entorno. El talento, la inteligencia, la
profesionalidad, la destreza, el emprendedor, no tienen nada que hacer en
nuestra función pública. El político está hoy más distanciado del ciudadano y
de la verdad y la realidad pública y de los principios que debería servir que
cualquier rey medieval.
Las instituciones de gran tamaño
entre las que hoy descollan los partidos políticos, dejan de atender a sus
verdaderos fines y objetivos, y se fijan en lo inmediato y básico para ellos,
ostentar y a veces detentar el poder. Gobernar se ha convertido en el mero
intento de mantenerse a cualquier precio, como sea, en el poder. Esto, no se
crean, pasa en todos los regímenes, los autoritarios, personalistas etc. Pero
es especialmente sangrante en las democracias; cuando el Camps de turno
antepone ambición, provecho personal, intereses partidistas y familiares, se
está atentando contra la propia esencia de la democracia, estamos ante otro
tipo de régimen, ante otra cosa, pero no ante una democracia.
Desgraciadamente, en nuestra vida
pública, los escándalos y corrupciones ya no provocan la dimisión de nadie, se
hacen frente mediante una descarada negativa: “Yo me pago mis trajes”, o una
disculpa para salir del paso “no me consta que hubiese un Jaguar en el garaje”.
Este tipo de respuestas o declaraciones o frases henchidas de enojo por poner
en duda la honradez del cargo en cuestión, suelen, desgraciadamente, ser
declaraciones que significan, exactamente lo contrario a lo que dicen.
Normalmente, el o la, culpable termina dando un paso adelante, anunciando a bombo
y platillo el establecimiento en el partido de un Código Ético o de Buenas
formas, para saber cómo comportarse. Debe ser que la educación recibida por
nuestros padres, las leyes y eso que se denomina sentido común no es suficiente
para que un político se comporte. Este código, o cortina de humo, vale tanto
como la palabra de Rajoy, un ardite vamos.
Toda esta perorata, queridos amigos
viene a resumir el comportamiento del Partido Popular Gürtel en esta última
semana, al parecer Camps ni dimitirá aunque sea condenado por el cohecho, la
que coordina la campaña popular, Ana Mato, no sólo no le constaba el Jaguar, al
parecer el viaje a Suiza con fámula incluida por cuenta de Correa unido a una
venta al parecer irregular, no es suficiente, ni siquiera para dar una
explicación al público español.
El PP Gürtel entiende que sus
seguidores les van a votar si o si, tengan o no las manos manchadas de mierda
como las tienen, los votantes fieles del PSOE no les interesan, los jueces
estarán bajo su mando en breve y entienden que gracias a la crisis muchos
descontentos les votaran para ver si los días de vino y rosas de la construcción
hipócrita y corrupta vuelven para poder volver a ser ricos de diseño gracias a
la hipoteca.
El día que Rajoy, Pons, Mato, Camps,
Trillo, Cospedal, Aguirre, Michavila, y cientos de próceres peperos todos
untados de una forma u otra por Correa, entren por la puerta de la Moncloa, y
empiecen a regir los destinos de España, la Democracia saldrá por la ventana y
con visos de no volver en mucho tiempo.
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