Los incendios que arrasan cada año la Península
Ibérica se alimentan no sólo de oxígeno y madera, sino sobre todo de corrupción
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Hotel El Cruce, lugar de reunión del Cartel del Fuego |
Parece complicado relacionar los 64
muertos, 200 heridos y 53.000 hectáreas que sucumbieron a causa del incendio de
Pedrógão Grande, en junio 2017, con una serie de reuniones informales
convocadas cada año, desde 2001, por un grupo de empresarios españoles en el
hotel de carretera El Cruce, en una salida de la Autovía de Andalucía, en
Manzanares (Ciudad Real). En realidad parece complicado relacionar las muertes
de Pedrógão, y la superficie calcinada por incendios en Portugal y España en lo
que va de año —118.000 hectáreas sólo en Portugal—, con otra causa que no sea
la ineptitud política, los intereses de empresas locales o pequeños
propietarios de tierras, la plantación descontrolada de eucalipto o los
pirómanos. Sin embargo, todo apunta a que los fuegos que arrasan cada año la
Península Ibérica se alimentan no sólo de oxígeno y madera, sino sobre todo de
corrupción.
Esta es la conclusión a que se llega si se estudian las
investigaciones por corrupción en la adjudicación de contratos públicos de
extinción de incendios realizadas en Valencia, Andalucía, Baleares,
Extremadura, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Galicia, Canarias, Cataluña y
Aragón. En Portugal comienza a haber denuncias de casos similares, incluso con
los mismos protagonistas que en España, interpuestas por particulares, por
trabajadores de empresas públicas y privadas anti incendios. Incluso hay un
proceso abierto desde 2015 que mantiene como imputado al exministro de
Administración Interna portugués Miguel Macedo. Es un modus operandi que se ha
extendido a otros países como Italia, Francia e incluso Chile, pero en todas
existe un denominador común: todas llevan la marca
España.
En 2001 comenzaron una serie de reuniones periódicas entre los
administradores de cuatro grandes empresas españolas de extinción de incendios:
Avialsa, Faasa, Trabajos Aéreos Espejo y Trabajos Aéreos Martínez Ridao. Con el
tiempo, a estas se les unirían otras dos, Compañía de Extinción General de
Incendios, S.A. —CEGISA—, que incluía el conglomerado de Inaer y ambas, hoy,
como filiales del gigante Grupo Habock, y Transportes Aéreos Extremeños, S.L.
Estas seis empresas forman lo que la Policía Judicial denomina el “Grupo 6”, de
cuyas primeras reuniones saldría un sistema delictivo que atraería a un total
de 14 empresas, agrupadas en la Asociación Española de Compañías Aéreas —AECA—,
según el sumario que llegó, desde el juzgado de Instrucción Nº2 de Sagunto, en
Valencia, a la Audiencia Nacional en enero de 2017.
En el auto de las
diligencias previas elaborado por el juzgado de Sagunto, al que CTXT ha tenido
acceso gracias a Armando Cáceres, de Ecologistas en Acción — organización
personada como acusación en la causa abierta en Andalucía—, queda
“suficientemente acreditada la existencia de una organización, englobada en el
conjunto de catorce empresas asociadas en AECA, que (…) alteraban el precio de
los concursos públicos tanto en relación a aviones de ala fija como de
helicópteros, tanto a nivel nacional como autonómico, para o bien dejar
desiertos los concursos, a los efectos de incrementar el precio de licitación,
o acudiendo en la mayor parte de los concursos tan solo una empresa, por el
precio máximo de licitación y por ende, adjudicándoselo por dicho importe, o
presentando varias ofertas, de las que previamente eran conocedoras cuál iba a
ser la adjudicataria, (…) y causando por ello un importante perjuicio económico
para el erario público”.
Las catorce aeronáuticas llevan, presuntamente, casi veinte años
vertebrando un sistema de manipulación fulminante de un mercado del que no sólo
depende la supervivencia de bosques, parques naturales o reservas, sino también
de casas, fincas, propiedades y vidas humanas. El auto del juez Héctor Ignacio
Santamaría habla de un desembolso de más de 250 millones de euros en concursos
manipulados en menos de 15 años, pagados por las administraciones públicas.
Voces dentro del sector hablan de sobrecostes que a veces han incrementados los
costes en un 30%, gracias a la colusión de varias empresas que han logrado
poner al Estado contra las cuerdas, obligándole a retirar fondos de un lado
para pagar los precios abultados de otro.
El Grupo 6 llegó a redactar y firmar un pacto de asociación en el
que se acordaba “respetar las zonas en las que cada compañía tiene su área de
influencia, así como los nuevos contratos que cada empresa consiga que salgan a
concurso público”. Así reza en el documento redactado por la “Asociación”,
firmado en una primera reunión en Palma del Río, localidad cordobesa donde se
encuentra la sede de la mercantil Faasa, por Miguel A. Tamarit Campuzano
—Faasa—, Vicente Huerta Domínguez —Avialsa—, Fernando Espejo Delgado —Trabajos
Aéreos Espejo—, y Ángel Martínez Ridao —Trabajos Aéreos Martínez Ridao—, todos
ellos imputados.
Los firmantes especificaron las áreas de influencia de cada
empresa que el resto debía respetar: Avialsa en Valencia y Cataluña; Martínez
Ridao en Mallorca, Castilla la Mancha, Andalucía y Galicia; Espejo en Canarias
y Andalucía; Faasa en Castilla y León, y Cegisa —por medio de Inaer— en
Portugal. El acuerdo firmado entre los gerentes de las empresas, cuyo acto fue
filmado para asegurar su cumplimiento en un futuro, estipulaban el pago de una
cuota para adquirir nuevas naves anti incendios, o para compensar a una empresa
que hubiera perdido un contrato en una de sus áreas de influencia, ya fuera a
manos de otra empresa fuera del cártel o de una perteneciente a éste. Los
representantes de las 14 empresas investigadas en la causa iniciada en Valencia
se enfrentan a acusaciones de pertenencia a organización criminal, alteración
de precios en concursos públicos y delito continuado de falsedad en documento
mercantil.
Diversos cargos públicos se enfrentan a su vez a penas por
cohecho, delito de malversación de caudales públicos, prevaricación, falsedad
en documento público y negociación prohibida a funcionario público. Entre ellos
se encuentran: el exalcalde de Quartell (Valencia), Francisco Huguet, del
Partido Popular —al que la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal le achaca
un enriquecimiento ilícito de alrededor de 800.000€ como alcalde de un
municipio de 1500 habitantes—; su mujer, María del Carmen Peiró; el exconcejal
del Partido Popular Emilio Máñez; el exsecretario del Partido Popular
Valenciano, exconsejero y ex delegado del Gobierno, Serafín Castellano; el ex
director general de Interior de Valencia, Pedro Hidalgo; un ex alto cargo de la
consejería de Interior de la Generalitat Catalana, Ramón Dinarés Bosque; el ex
jefe de contratación del Departamento de Interior de Cataluña, Xavier Palmés
Cosido, y el ex jefe de la Sala Central de Bomberos de la Generalitat, Manel
Bosch Serch.
Andalucía: el funcionario que tiró de la manta
Los casos investigados en casi todas las autonomías españolas se
están unificando en una macrocausa en la Audiencia Nacional, pero para entender
el fondo del problema hay que conocer las diferentes fuentes de las que se alimentaba,
y se alimenta, el cártel del fuego. El primer caso que vio la luz en los medios
de comunicación fue el denunciado en Valencia, en 2014, por un exgerente de
Avialsa, Francisco Alandí. La trama se remontaba a 2012. Ese año, 9 meses antes
de que Alandí dejara la empresa, éste contrató los servicios de un técnico
informático para introducirse en el ordenador de otro gerente de Avialsa, el
hoy investigado Vicente Huerta Domínguez. Sabía lo que buscaba, y dos años más
tarde Alandí acudiría a la policía con los documentos privados que demostraban
que Vicente Huerta había conseguido contratos por valor de 33 millones con el
gobierno valenciano y la consejería de Sanidad de forma fraudulenta.
Y si bien en Valencia la
primera denuncia surgió del ámbito privado —probablemente fruto de una venganza
o de un intento de extorsión a Huerta por parte de Francisco Alandí—, en
Andalucía lo hizo desde el ámbito público. El 9 de noviembre de 2015, Jaime
González Díaz, funcionario del servicio de contratación de la consejería de
Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, denunció una serie de irregularidades
en los contratos firmados para el Plan Infoca 2015-2018 —plan de la Junta
andaluza para la lucha contra los incendios en parajes naturales—, y ponía así
la primera piedra para entender que el cártel del fuego no se había
atrincherado únicamente, ni mucho menos, en territorio valenciano.
Después de 12 años trabajando para la Administración y de escuchar
decenas de historias sobre corruptelas, “lo más grosero y descarado que la
gente se pueda imaginar”, el funcionario público se decidió a acusar a algunos
compañeros y, sobre todo, jefes de su departamento. Jaime González accedió a
hablar con CTXT de su situación, de lo que significa enfrentarse a un gigante
como la Junta de Andalucía, y sus palabras, su historia, suenan escalofriantes.
González afirma que en Andalucía la corrupción llega hasta las
entrañas mismas del funcionariado, y en relación al llamado cártel del fuego
asegura que “es la Administración de la Junta de Andalucía la que hace los
trucos para que no se detecte el cártel. No es que no hagan nada en contra del
cártel o le favorezcan incluso, sino que realiza una serie de actuaciones y
omisiones ilegales para ocultar que la colusión se produce, como valorar
criterios de solvencia como criterios de adjudicación para que las empresas se
lleven algún punto, o no publicar en el perfil del contratante qué empresas se
han presentado. En Andalucía no hace falta que se haga un cártel porque ya la
Junta les da un cheque en blanco que va contra la más elemental normativa de
contratación”.
Cuando acudió al Juzgado de Instrucción Nº8 de Sevilla, González
denunció “irregularidades e indicios de posibles actuaciones delictivas”, lo
que llevó a la Policía Judicial a confirmar, en el atestado de noviembre de
2015, que: “Se vislumbra cómo efectivamente las empresas que licitan en los
distintos concursos del Plan Infoca —a la sazón Inaer, Sociedad Aeronáutica
Peninsular, Trabajos Espejo, Saeta y Faasa Aviación— parecen responder a un
patrón fijo de adjudicación, observándose por tanto indicios de colusión
ilícita de empresas, o el equivalente en Derecho Penal: acuerdos para la
alteración de concursos públicos”. La Policía Nacional pidió a la Junta la
relación de subvenciones e incentivos recibidos por Faasa entre 2003 y 2015, ya
que las sospechas apuntaban a que era esta empresa, con sede en Córdoba y al
parecer anfitriona de las reuniones celebradas por el Grupo 6, la que
encabezaba la trama en Andalucía.
“Yo he intentado buscar”, declara Jaime González a CTXT, “en qué
puede beneficiarse la Administración dando 300 millones de euros a precios
corrientes desde 2003 a Faasa y al resto de empresas solo por los medios aéreos
del Plan Infoca. Son redes institucionales y formas de actuar, son modus operandi, ellos
juegan con el grado de tolerancia de la gente, ven hasta dónde pueden llegar
sin que salte el negocio, y luego tiran por ahí”. En efecto, el presupuesto de
licitación de los cinco lotes del Infoca era de casi 70 millones de euros, y
Faasa acabó por llevarse el premio gordo, el lote número 5, por valor de 43
millones.
González amplía el grado de corrupción a otros ramos de la
administración, a todo lo relacionado con los contratos públicos, las
subvenciones e incluso los famosos cursos de formación de la Junta. “Desde los
sindicatos de bomberos al parecer no ha habido una buena acogida —para
presentarse en la causa—, y eso que denuncian habitualmente que la Junta les
escatima y les recorta en equipos, en material, en medios materiales y
personales. Creo que todo viene motivado porque Juan Espadas, el actual alcalde
de Sevilla (PSOE), cuando ejercía como alto cargo de la consejería de Medio
Ambiente facilitó a la cúpula de estos sindicatos unas prejubilaciones muy
generosas, financiadas por el fondo de reptiles que incumplían la legalidad, y
que están siendo investigadas por la Justicia”.
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Medios aéreos repostando |
María de los Reyes
Flores Canales, la juez de la Audiencia Nacional que aceptó el caso por la
“propia complejidad de la causa”, asegura en el auto que “se ha producido un
daño patrimonial contra una multiplicidad de sujetos pasivos de las acciones
imputadas, pues no sólo se daña el interés económico de cualesquiera otros
competidores del sector, sino el funcionamiento de diversas administraciones e
instituciones”. Muchas veces, el cártel llegaba a maniobrar para dejar los
concursos desiertos, obligando así a las administraciones a elaborar nuevos
concursos con mejores condiciones para las empresas. Esto implicaba dejar a los
entes públicos sin medios para combatir los fuegos hasta que se redactaban,
aprobaban y sacaban a concursos los nuevos contratos.
En diciembre de 2015, declaraba como imputado el jefe de la Mesa
de Contratación del Plan Infoca, Antonio Martínez López. En enero de 2016 se
enviaba copia de las diligencias al Juzgado de Instrucción de Sagunto,
informando de que se estaban realizando investigaciones en Sevilla por un caso
similar al investigado en Valencia, y se iniciaba la cadena de imputaciones,
detenciones, registros y declaraciones judiciales en relación a la trama
andaluza: Miguel Ángel Martínez Ridao y Miguel Ángel Martínez Bonilla, por
Saeta; Antonio Miguel Román Guillén, por Sap Aviación; Manuel González
Gabaldón, Héctor Tamarit Almagro, Miguel Ángel Tamarit Campuzano y Javier Ortiz
Marín, por Faasa, y Fernando Espejo Delgado por Trabajos Aéreos Espejo. Más
adelante las investigaciones se extenderían a las 14 empresas incluidas en la trama
por la Audiencia Nacional.
Jaime González se enfrenta cada día al acoso de jefes y compañeros
en una batalla judicial que se ha extendido a su vida laboral y personal. “Con
el sistema que tenemos, establecido, no por los gobiernos autonómicos como te
quieren hacer ver, sino por el Congreso de los Diputados y a pesar de la
Constitución de 1978, la situación actual es que es mucho más fácil echarme a
mí la calle con cualquier falsa excusa, por vana que sea, que echar a un corrupto,
haga lo que haga”.
Como afirma Jaime González, a veces su peor enemigo es el
pesimismo. “Cuando les acusan a ellos de llevarse, imaginemos, 90 millones de
euros que es el importe del contrato de medios aéreos del plan Infoca para
2015-2018, el que está vigente y yo denuncié…, primero, en el juzgado no hay
medios para impulsar una clase de acusación de ese tipo en el que hay
involucrados tales cantidades y tales volúmenes de documentación; segundo, un
abogado de la Junta experto en esos temas les defenderá a tiempo completo y de
forma gratuita; tercero, los que se supone que están de tu parte son el juez y
el fiscal, Y si el que va a estar de mi parte es el fiscal Moix —Manuel Moix— o
De Llera —Emilio De Llera—, mejor que no te ayuden; cuarto, hay un límite
temporal a las causas de corrupción que lo puso hace poco el Partido Popular;
quinto, muchos están aforados y serán juzgados por jueces que ellos mismos han
nombrado; sexto, los delitos del título XIX del código penal, delitos contra la
Administración Pública, imponen unos tipos penales altamente inoperantes y poco
sistemáticos. La prevaricación es el único delito del código penal que no tiene
cárcel, solo inhabilitación, y séptimo, los pueden incluso indultar si todo lo
de atrás no ha surtido efecto; de hecho es lo más corriente, me remito al BOE,
de donde se extrae que la mayor parte de los indultos se producen por condenas
de corrupción”.
Incluso existe otra causa paralela por las presiones y amenazas
recibidas por González, admitida por la juez Flores Canales por acoso laboral.
“En cuanto a la gente que está de mi lado”, asegura, “en mi causa se han
personado tres entes: Ecologistas en Acción, CGT y Podemos. Los que no me van a
apoyar son los que hayan pillado algo de los 300 millones de euros desde 2003
—yo tengo pruebas de que el contrato del INFOCA se realizaba desde 1994 al
menos— a precios corrientes —sin actualizar— que estas empresas consiguieron
solo por los amaños de los medios aéreos del Plan Infoca —sin añadir otro tipo
de contratos ni otro tipo de ayudas como fondos de formación—. En Sevilla los
contratos siguientes —2018 en adelante— los están planificando para que sigan
igual”.
Investigados por la Audiencia Nacional
1.- AVIALSA, T-35, siendo el beneficiario el socio único, VICENTE
HUERTA DOMÍNGUEZ, si bien, siendo partícipe en el mismo, FRANCISCO ANTONIO
ALANDI ESCRG;
2.- FUMIGACIÓN AÉREA ANDALUZA, S.A., (FAASA), representando a la
misma, MANUEL GONZÁLEZ GABALDÓN, HECTOR TAMARIT ALMAGRO, MIGUEL ÁNGEL TAMARIT
CAMPUZANO y, JAVIER ORTIZ MARTÍN;
3.- COMPAÑÍA DE EXTINCIÓN GENERAL DE INCENDIOS, S.A., (CEGISA),
que del mismo modo incluía a las siguientes; INAER AVIONES ANFIBIOS, S.A.,
INAER HELICOPTEROS, S.A., HELICSA HELICOPTEROS, S.A. y TRANSPORTES AÉREOS DEL
SUR, S.A., representando a la misma, RUBEN MARIANO GARCÍA PASCUAL y JAIME ARQUE
GINERNAU;
4.- MIGUEL ÁNGEL MARTÍNEZ RIDAO, no solo como empresario
individual, sino del mismo modo respecto de MARTÍNEZ RIDAO AVIACIÓN, S.L., y
SERVICIOS AÉREOS EUROPEO Y TRATAMIENTOS AGRÍCOLAS, S.L., en adelante (SAETA),
representadas por aquél, y por MIGUEL ÁNGEL MARTÍNEZ BONILLA;
5.- TRABAJOS AÉREOS ESPEJO, S.L., representada por FERNANDO ESPEJO
DELGADO;
6.- TRABAJOS AÉREOS EXTREMEÑOS, S.L., compareciendo en
representación de la misma, SANTIAGO EDUARDO GARCIA CID, en lo que se refiere a
la llamada “Asociación” o “Grupo 6”, si bien, también gira en torno de las
siguientes empresas, en cuanto a servicios de que le son accesorios;
7.- ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE COMPAÑÍAS AÉREAS, (AECA), representada
por Dámaso Castejón Amenedo;
8.- HELICÓPTEROS SANITARIOS, S.A. representada por María José Cañete
Sánchez;
9.- COYOTAIR, S.A. representada por Francisco Lucas Muelas;
10.- SKY HELICÓPTEROS, representada por Josep Teno Pujol;
11.- HELICÓPTEROS DEL MARE NOSTRUM, S.A., representada por José
María Montalt Saurí;
12.- TAF HELICOPTERS, S.L., representada por Josep Carol Quintán;
13.- HISPÁNICA DE AVIACIÓN, S.A. representada por Francisco Julián
Ríos Campuzano;
14.- SOCIEDAD AERONÁUTICA PENINSULAR, (SAP AVIACIÓN SA),
representada por Antonio Miguel Román Guillén
Daniel Toledo (Ctxt)
Buen trabajo
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