Así que se trataba de eso. Los subsaharianos que atraviesan medio continente africano, tras Inmigrantes intentando saltar la valla de Melilla un periplo que a veces dura años, para luego pasar un tiempo indefinido hacinados en el monte Gurugú, acosados y golpeados constantemente por la policía marroquí, no intentan entrar en Europa huyendo del hambre la guerra o la violencia. En realidad lo que les impulsa a trepar por los muros de nuestra vergüenza, abriéndose las carnes con el confeti de cuchillas con el que los coronamos, es simplemente una moda. Un hábito pernicioso, que debe tener como objeto batir algún récord de resistencia infrahumana, encaramado a una valla mientras los cuerpos policiales de uno y otro lado no paran de hostigarte. ¿Cómo no se nos había ocurrido antes? ¡Frívolos! Por culpa de seguir estas tendencias y buscar protagonismo algunos van más allá. Cruzan nadando y luego, espantados por cualquier fruslería como que les reciban a tiros (aunque sean de goma) de...