viernes, 26 de abril de 2019

POR UN GOBIERNO DE COALICIÓN PSOE-UNIDAS PODEMOS

Pablo Iglesias y Pedro Sánchez firman el pacto de PGE2019
La incertidumbre es un componente esencial de la democracia. A tres días de las elecciones, no puede descartarse ningún resultado, y es cierto el riesgo de que la extrema derecha y la versión más retrógrada de las otras dos derechas, PP y C's, ahora ya sin complejos, sumen una mayoría en el Congreso. Si esto sucediera, España entraría en una involución política severa: recortes de derechos; agravamiento de las tensiones territoriales, y protagonismo absoluto de los reaccionarios que han convertido las falacias, la demagogia, la desmemoria, la confrontación, la chulería y el machismo en armas políticas. Es fundamental, por tanto, una movilización masiva del electorado progresista si no queremos vernos en un escenario similar al que están viviendo Italia, Brasil o Estados Unidos (y Andalucía).
Si las derechas de la foto de Colón no obtienen mayoría absoluta, se abren varias posibilidades. Las más relevantes son estas: un gobierno en minoría del PSOE con apoyos variables de Unidas Podemos, Ciudadanos y los grupos nacionalistas; un acuerdo o gobierno de coalición entre PSOE y Ciudadanos; y un acuerdo o coalición entre PSOE, Podemos y algún partido nacionalista (con más probabilidad, Compromís y el PNV que los catalanes).
Estoy convencido desde 2015 de que la mejor opción para el país es la tercera; y una vez más, abogo por una coalición de gobierno de las izquierdas, con ministros del PSOE y de Unidas Podemos. Para esto es necesario que tanto PSOE como Podemos obtengan unos resultados que acerquen la suma de ambos a la mayoría absoluta, o al menos que sean lo suficientemente amplios como para no depender de un apoyo continuado –y siempre incierto– de los partidos procesistas catalanes.
Un gobierno en minoría del PSOE con apoyos variables sería un mal menor: el PSOE sin duda se sentiría más libre en esas condiciones, pero, como ha sucedido en otras ocasiones, conformaría un gobierno frágil e inestable, en busca permanente de apoyos y con poca capacidad para resistir los ataques filibusteros de una derecha envalentonada y las presiones de los grandes grupos de poder económicos y mediáticos.
Un gobierno del PSOE con Ciudadanos podría abrir el camino a reformas dirigidas a mejorar la eficiencia, pero las políticas sociales y de igualdad que tanto se necesitan para paliar los efectos más lacerantes de la recesión y la austeridad quedarían aguadas o incluso bloqueadas. Además, el apoyo de Ciudadanos impediría cualquier avance en la resolución de la crisis constitucional catalana. La alianza con un Ciudadanos cada vez más derechizado e híper-nacionalista llevaría al Partido Socialista a asumir políticas neoliberales, las mismas que en el pasado provocaron su debacle electoral (entre 2008 y 2015, el PSOE perdió la mitad de sus votantes), y profundizaría el clima de confrontación en Cataluña.
Las tres derechas sumarían para gobernar si los votantes
de izquierda se abstienen
Un gobierno del PSOE y Unidas Podemos, sin embargo, podría culminar algunos de los proyectos que quedaron inconclusos en esta legislatura, empezando por los Presupuestos Generales del Estado pactados por ambas fuerzas, con un fuerte componente redistributivo con respecto a ejercicios fiscales anteriores. Garantizaría una agenda nítidamente social y a favor de las políticas de igualdad, las pensiones públicas y la transición ecológica. Y proporcionaría la estabilidad suficiente para abordar problemas largos y complejos como el territorial. La presencia de Unidas Podemos en el gobierno serviría, además, para frenar la deriva liberal que suele sufrir el PSOE cuando llega al poder; para desterrar prácticas tan deleznables como las de Villarejo y compañía, para reforzar las políticas de memoria, justicia y reparación y para derogar leyes tan inicuas como la ley Mordaza.
Sabemos bien que las élites mediáticas y económicas españolas y europeas harán lo posible por torpedear un posible gobierno PSOE-Unidas Podemos. Ya hemos vivido eso antes. La tarea exigirá además cintura y valentía por parte de Pedro Sánchez y los socialdemócratas, y una buena dosis de pragmatismo y calma por parte del partido liderado por Pablo Iglesias. Pero, antes que nada, hace falta que el 28 de abril haya una movilización amplia e incontestable de las votantes y los votantes de izquierda y centro izquierda.
Animamos por tanto a nuestras lectoras y lectores a acudir en masa a las urnas, y a votar sin miedo y con esperanza, siendo conscientes de la gravedad del momento político que vivimos, y del peligro para los consensos básicos, la convivencia y las libertades que supondría un gobierno de las derechas con la extrema derecha. Abstenerse es una opción tan legítima como cualquier otra. Pero quedarse en casa esta vez acarreará consecuencias terribles.
Y después, será tarde para lamentarse.

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