Interior de un prostíbulo en España La banalización de la prostitución se convierte en violencia estructural. Los debates sobre la prostitución giran alrededor de la negación de las violencias contra las mujeres y la transferencia de la culpabilidad a la víctima. Y todo sea para proteger la sexualidad masculina, garantizando su deseo sin límites. Existe también la negación de las consecuencias físicas y psíquicas que genera la prostitución, además de afectar entre hombres y mujeres en la propia familia de los puteros. Ellen Templin (conocida dominatrix y dueña de un burdel en Berlín, ya fallecida) afirmaba que: “ No hay prostitución voluntaria. Una mujer que se prostituye tiene motivos para hacerlo. Y son, en primer lugar, razones psíquicas. Cuando una mujer entra en la prostitución su alma ya ha sido destruida ”. Por su parte, Rosen Hircher, que comenzó a prostituirse a los 31 años, añade: “ Me parecía totalmente normal lo que hacía. En realidad, fuí abusada por mi tío c...