martes, 11 de septiembre de 2018

LA INDUSTRIA DE LA PROSTITUCIÓN

Interior de un prostíbulo en España 

La banalización de la prostitución se convierte en violencia estructural. Los debates sobre la prostitución giran alrededor de la negación de las violencias contra las mujeres y la transferencia de la culpabilidad a la víctima. Y todo sea para proteger la sexualidad masculina, garantizando su deseo sin límites. Existe también la negación de las consecuencias físicas y psíquicas que genera la prostitución, además de afectar entre hombres y mujeres en la propia familia de los puteros. Ellen Templin (conocida dominatrix y dueña de un burdel en Berlín, ya fallecida) afirmaba que: “No hay prostitución voluntaria. Una mujer que se prostituye tiene motivos para hacerlo. Y son, en primer lugar, razones psíquicas. Cuando una mujer entra en la prostitución su alma ya ha sido destruida”.
Por su parte, Rosen Hircher, que comenzó a prostituirse a los 31 años, añade: “Me parecía totalmente normal lo que hacía. En realidad, fuí abusada por mi tío cuando era niña. Mi padre era alcohólico y sumamente agresivo. Desde mi infancia, estoy acostumbrada a padecer la violencia de los hombres”. Se considera una sobreviviente y ofrece su testimonio para desvelar las mentiras que se cuentan sobre la prostitución voluntaria: “Hablo en mi nombre, pero también en nombre de todas las prostitutas que permanecen encerradas en casa, que no se atreven a hablar y me dan permiso para hacerlo por ellas”. Ella cayó en la prostitución como si fuera algo natural, creyendo que era una elección voluntaria. Hoy es ABOLICIONISTA. “Para ponernos de pie, nos vemos obligados a decir que es una elección, de lo contrario colapsaremos”. Una mañana de octubre de 2009, como resultado de un largo viaje, Rosen decidió que todo había terminado. Terminó la prostitución pero también terminó el alcoholismo que ella había desarrollado, nuevamente. Durante varios años, Rosen Hicher trae su testimonio a la causa abolicionista. Ella cofundó en Francia un movimiento de sobrevivientes de la prostitución, nacido en los Estados Unidos y con ramificaciones en todo el mundo: ¡Prostitución elegida! Actualmente, ella no cree en eso: “Todas las personas que conozco en la prostitución tienen un camino prácticamente idéntico: abuso sexual, violencia doméstica, alcoholismo…” Rosen Hicher cita el caso de una prostituta que dijo que estaba feliz con su condición, mientras admitía haber comenzado a la edad de 5 años, prostituida por su madre. También es a estas personas a quienes Rosen Hicher se dirige: “Quiero que se den cuenta de que están perdiendo sus vidas. Me pregunto qué hubieran sido esos veintidós años si no hubiera sido una prostituta…”.
Un estudio realizado en 2004 por el Ministerio alemán de la Familia, Tercera Edad, Mujeres y Juventud concluyó que un 87% de esas mujeres habían padecido violencias físicas antes de los 16 años. El sistema prostitucional utiliza estos traumas de la infancia en su propio interés y para su beneficio, ya que estás mujeres se encuentran con la autoestima destruida, con un sentimiento de que no se merecen nada mejor. La pornografía es fundamental para la industria de la prostitución; es accesible desde una edad temprana, se convierte en un sistema de educación sexual, donde la ternura está ausente y las formas de practicar el sexo son cada vez más violentas.
La disociación
Michaela Huber, directora de la sociedad alemana Traumatismo y Disociación, dice: “para permitir que personas extrañas penetren tu cuerpo, es necesario suprimir fenómenos naturales, el miedo, la vergüenza, el asco, el sentimiento de extrañeza, el desprecio, la culpa”. En lugar de eso, las mujeres ponen en marcha la indiferencia, una neutralidad, una concepción funcional de la penetración, una resignificación de este acto para convertirlo en un “trabajo o un servicio”. Y explica qué es la disociación: “La disociación es un cortocircuito de las funciones integradoras cuando el estrés se hace insoportable”. En la conciencia se observan fenómenos de trance. La memoria se colapsa y puede aparecer la amnesia. La percepción del entorno se enturbia, (vista reducida, todo parece estar en una neblina). La identidad se distorsiona (se juega un rol determinado y ya no se sabe quién se es). El fenómeno de disociación es muy complejo; no es algo que se puede poner en marcha y desconectar a voluntad. Hay funciones integradoras que pueden quedar apagadas durante mucho tiempo. Durante la disociación, el cuerpo y el cortex están anestesiados en gran parte. Se perciben las cosas pero no todas se memorizan en el cortex, puede haber amnesias y agujeros en la memoria. Ciertas vivencias se registran en otra parte del cerebro que se llama ‘la memoria traumática’. Esta memoria es una especie de caja negra a la que no tenemos acceso mediante nuestra voluntad, ni siquiera sabemos que existe, que recoge los recuerdos traumáticos de manera desordenada, sin noción de espacio ni de tiempo. Puede desencadenarse en cualquier momento por “disparadores”, es decir eventos que recuerdan el traumatismo: “un olor, un color, un ruido, imágenes, palabras, frases, etc.” Esto genera una angustia intensa, como si la persona reviviera el traumatismo en ese momento. Cabe preguntarse si una persona no está verdaderamente presente, si la conciencia está alterada, si no se siente nada y uno está desconectado de su cuerpo, ¿se puede hablar de libertad? El sistema prostitucional se aprovecha del fenómeno de disociación, cuando las mujeres no son capaces de defenderse. Dejan su cuerpo disponible y sufren de violencias extremas.
La legalización
En el año 2002, Alemania aprobó una ley que legaliza la prostitución sin ningún tipo de reglamentación, convirtiéndola en un trabajo como cualquier otro. Hoy, puede decirse que el resultado es catastrófico para las mujeres, pero muy bueno para la industria del sexo. La creación de mega-prostíbulos, con capacidad de recibir alrededor de 1.000 compradores de sexo a la vez. (Chantal Louis: ‘Die Folgen der Prostitution’). Hace 15 años había alrededor de 400.000 mujeres prostituidas en Alemania y 1,2 millones de hombres que compraban sexo, pero actualmente hay mayor demanda. Hoy, muchos oficiales de policía estiman que el número se ha incrementado en, al menos, un 30%. La guía turística oficial de Munich promociona sus prostíbulos y en algunos ofrecen tarifa plana: por 60€ se ofrece una cerveza, una salchicha y acceso a mujeres. Se observa la llegada de turistas sexuales del mundo entero: “llegan en grupos traídos por micros directamente desde el aeropuerto de Frankfurt a los mega-prostíbulos”. El comprador no es el tipo simpático que solo quiere un poco de sexo. ¡No!, la prostitución atrae a los psicópatas y alimenta los comportamientos antisociales de los hombres. Dichos comportamientos no quedan encerrados en los prostíbulos, ya que influyen en la relación cotidiana entre hombres y mujeres. Por otro lado, las prácticas de los puteros son cada vez más peligrosas. Existe un aumento de las violencias contra las mujeres y una falta de protección para ellas.
En Alemania, la composición de las mujeres prostituidas ha cambiado. Las mujeres vienen de las regiones más pobres de Europa y pertenecen a las minorías que viven en la extrema pobreza. Actualmente, alrededor del 95% viene del extranjero. El 30% de las mujeres son jóvenes, tienen menos de 21 años. Muchas veces han sido sacrificadas por sus propias familias para sostén económico. Llegan a Alemania y son sometidas a los deseos perversos de los puteros. No tienen capacidad para decir no, ni para defenderse. Están completamente superadas por la situación y completamente traumatizadas. Muchas de ellas piden en seguida psicofármacos o drogas después de sus primeras experiencias. Dicen “sin eso no podemos sobrevivir”.
Estas mujeres están muy traumatizadas, desarrollan depresiones, pesadillas, problemas físicos, somatizan, tienen dolores de estómago, se enferman y desarrollan una gran desesperanza. En cuanto a la violencia, el estudio internacional realizado por Melissa Farley, en 2008, reveló las siguientes estadísticas: 82% de mujeres son agredidas físicamente, 83% amenazadas con arma, 68% son violadas. Teniendo en cuenta estos números, es difícil hablar de un oficio como cualquier otro. Y estos estudios ya tienen 10 años; las cosas han empeorado considerablemente en Alemania.
La psicoterapeuta alemana, Michaela Huber, presidenta de la Asociación alemana de Traumatismo y Disociación, nos invita a reflexionar sobre la situación: “¿Es eso lo que queremos? Es una discusión que deberíamos darnos en nuestra sociedad. ¿Queremos aceptar que millones de hombres compren cada día cuerpos de mujeres para penetrarlas? ¿Nos parece equitativo? ¿Qué sociedad puede creer que es justo?”.
Teresa Galeote Dalama. Escritora
Publicado en Crónica Popular

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