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Interior de un prostíbulo en España |
La banalización de la prostitución se
convierte en violencia estructural. Los debates sobre la prostitución giran
alrededor de la negación de las violencias contra las mujeres y la
transferencia de la culpabilidad a la víctima. Y todo sea para proteger la
sexualidad masculina, garantizando su deseo sin límites. Existe también la negación
de las consecuencias físicas y psíquicas que genera la prostitución, además de
afectar entre hombres y mujeres en la propia familia de los puteros. Ellen
Templin (conocida dominatrix y dueña de un burdel en Berlín, ya fallecida) afirmaba
que: “No hay prostitución voluntaria. Una
mujer que se prostituye tiene motivos para hacerlo. Y son, en primer lugar,
razones psíquicas. Cuando una mujer entra en la prostitución su alma ya ha sido
destruida”.
Por su parte, Rosen Hircher, que
comenzó a prostituirse a los 31 años, añade: “Me parecía totalmente normal lo que hacía. En realidad, fuí abusada por
mi tío cuando era niña. Mi padre era alcohólico y sumamente agresivo. Desde mi
infancia, estoy acostumbrada a padecer la violencia de los hombres”. Se
considera una sobreviviente y ofrece su testimonio para desvelar las mentiras
que se cuentan sobre la prostitución voluntaria: “Hablo en mi nombre, pero también en nombre de todas las prostitutas que
permanecen encerradas en casa, que no se atreven a hablar y me dan permiso para
hacerlo por ellas”. Ella cayó en la prostitución como si fuera algo
natural, creyendo que era una elección voluntaria. Hoy es ABOLICIONISTA. “Para ponernos de pie, nos vemos obligados a
decir que es una elección, de lo contrario colapsaremos”. Una mañana de
octubre de 2009, como resultado de un largo viaje, Rosen decidió que todo había
terminado. Terminó la prostitución pero también terminó el alcoholismo que ella
había desarrollado, nuevamente. Durante varios años, Rosen Hicher trae su
testimonio a la causa abolicionista. Ella cofundó en Francia un movimiento de
sobrevivientes de la prostitución, nacido en los Estados Unidos y con
ramificaciones en todo el mundo: ¡Prostitución elegida! Actualmente, ella no
cree en eso: “Todas las personas que
conozco en la prostitución tienen un camino prácticamente idéntico: abuso
sexual, violencia doméstica, alcoholismo…” Rosen Hicher cita el caso de una
prostituta que dijo que estaba feliz con su condición, mientras admitía haber
comenzado a la edad de 5 años, prostituida por su madre. También es a estas
personas a quienes Rosen Hicher se dirige: “Quiero
que se den cuenta de que están perdiendo sus vidas. Me pregunto qué hubieran
sido esos veintidós años si no hubiera sido una prostituta…”.
Un estudio realizado en 2004 por el
Ministerio alemán de la Familia, Tercera Edad, Mujeres y Juventud concluyó que
un 87% de esas mujeres habían padecido violencias físicas antes de los 16 años.
El sistema prostitucional utiliza estos traumas de la infancia en su propio
interés y para su beneficio, ya que estás mujeres se encuentran con la autoestima
destruida, con un sentimiento de que no se merecen nada mejor. La pornografía
es fundamental para la industria de la prostitución; es accesible desde una
edad temprana, se convierte en un sistema de educación sexual, donde la ternura
está ausente y las formas de practicar el sexo son cada vez más violentas.
La disociación
Michaela Huber, directora de la
sociedad alemana Traumatismo y Disociación, dice: “para permitir que personas extrañas penetren tu cuerpo, es necesario
suprimir fenómenos naturales, el miedo, la vergüenza, el asco, el sentimiento
de extrañeza, el desprecio, la culpa”. En lugar de eso, las mujeres ponen
en marcha la indiferencia, una neutralidad, una concepción funcional de la
penetración, una resignificación de este acto para convertirlo en un “trabajo o un servicio”. Y explica qué es
la disociación: “La disociación es un
cortocircuito de las funciones integradoras cuando el estrés se hace
insoportable”. En la conciencia se observan fenómenos de trance. La memoria
se colapsa y puede aparecer la amnesia. La percepción del entorno se enturbia,
(vista reducida, todo parece estar en una neblina). La identidad se distorsiona
(se juega un rol determinado y ya no se sabe quién se es). El fenómeno de
disociación es muy complejo; no es algo que se puede poner en marcha y
desconectar a voluntad. Hay funciones integradoras que pueden quedar apagadas
durante mucho tiempo. Durante la disociación, el cuerpo y el cortex están
anestesiados en gran parte. Se perciben las cosas pero no todas se memorizan en
el cortex, puede haber amnesias y agujeros en la memoria. Ciertas vivencias se
registran en otra parte del cerebro que se llama ‘la memoria traumática’. Esta
memoria es una especie de caja negra a la que no tenemos acceso mediante
nuestra voluntad, ni siquiera sabemos que existe, que recoge los recuerdos
traumáticos de manera desordenada, sin noción de espacio ni de tiempo. Puede
desencadenarse en cualquier momento por “disparadores”,
es decir eventos que recuerdan el traumatismo: “un olor, un color, un ruido, imágenes, palabras, frases, etc.” Esto
genera una angustia intensa, como si la persona reviviera el traumatismo en ese
momento. Cabe preguntarse si una persona no está verdaderamente presente, si la
conciencia está alterada, si no se siente nada y uno está desconectado de su
cuerpo, ¿se puede hablar de libertad? El sistema prostitucional se aprovecha
del fenómeno de disociación, cuando las mujeres no son capaces de defenderse.
Dejan su cuerpo disponible y sufren de violencias extremas.
La legalización
En el año 2002, Alemania aprobó una
ley que legaliza la prostitución sin ningún tipo de reglamentación,
convirtiéndola en un trabajo como cualquier otro. Hoy, puede decirse que el
resultado es catastrófico para las mujeres, pero muy bueno para la industria
del sexo. La creación de mega-prostíbulos, con capacidad de recibir alrededor
de 1.000 compradores de sexo a la vez. (Chantal Louis: ‘Die Folgen der
Prostitution’). Hace 15 años había alrededor de 400.000 mujeres prostituidas en
Alemania y 1,2 millones de hombres que compraban sexo, pero actualmente hay
mayor demanda. Hoy, muchos oficiales de policía estiman que el número se ha
incrementado en, al menos, un 30%. La guía turística oficial de Munich
promociona sus prostíbulos y en algunos ofrecen tarifa plana: por 60€ se ofrece
una cerveza, una salchicha y acceso a mujeres. Se observa la llegada de
turistas sexuales del mundo entero: “llegan
en grupos traídos por micros directamente desde el aeropuerto de Frankfurt a
los mega-prostíbulos”. El comprador no es el tipo simpático que solo quiere
un poco de sexo. ¡No!, la prostitución atrae a los psicópatas y alimenta los
comportamientos antisociales de los hombres. Dichos comportamientos no quedan
encerrados en los prostíbulos, ya que influyen en la relación cotidiana entre
hombres y mujeres. Por otro lado, las prácticas de los puteros son cada vez más
peligrosas. Existe un aumento de las violencias contra las mujeres y una falta
de protección para ellas.
En Alemania, la composición de las
mujeres prostituidas ha cambiado. Las mujeres vienen de las regiones más pobres
de Europa y pertenecen a las minorías que viven en la extrema pobreza.
Actualmente, alrededor del 95% viene del extranjero. El 30% de las mujeres son
jóvenes, tienen menos de 21 años. Muchas veces han sido sacrificadas por sus
propias familias para sostén económico. Llegan a Alemania y son sometidas a los
deseos perversos de los puteros. No tienen capacidad para decir no, ni para
defenderse. Están completamente superadas por la situación y completamente traumatizadas.
Muchas de ellas piden en seguida psicofármacos o drogas después de sus primeras
experiencias. Dicen “sin eso no podemos
sobrevivir”.
Estas mujeres están muy
traumatizadas, desarrollan depresiones, pesadillas, problemas físicos,
somatizan, tienen dolores de estómago, se enferman y desarrollan una gran
desesperanza. En cuanto a la violencia, el estudio internacional realizado por
Melissa Farley, en 2008, reveló las siguientes estadísticas: 82% de mujeres son
agredidas físicamente, 83% amenazadas con arma, 68% son violadas. Teniendo en
cuenta estos números, es difícil hablar de un oficio como cualquier otro. Y
estos estudios ya tienen 10 años; las cosas han empeorado considerablemente en
Alemania.
La psicoterapeuta alemana, Michaela
Huber, presidenta de la Asociación alemana de Traumatismo y Disociación, nos
invita a reflexionar sobre la situación: “¿Es
eso lo que queremos? Es una discusión que deberíamos darnos en nuestra
sociedad. ¿Queremos aceptar que millones de hombres compren cada día cuerpos de
mujeres para penetrarlas? ¿Nos parece equitativo? ¿Qué sociedad puede creer que
es justo?”.
Teresa
Galeote Dalama. Escritora
Publicado
en Crónica Popular
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