sábado, 26 de mayo de 2018

CARTA ABIERTA DE LA 'GARGANTA PODEROSA' PARA LA MILITANCIA DE PODEMOS

Iglesias y Montero anuncian la consulta a las bases de Podemos
sobre su continuidad liderando la organización

Amigas, aquí unas negras villeras que nunca merecimos volar. Amigos, aquí unos negros de mierda que nunca cobramos un sueldo para pensar. Compas, aquí 79 asambleas del barrio y del barro recién llegadas de Madrid por primera vez, recién aterrizadas sobre un aeropuerto por segunda vez. Nunca antes, en las décadas que tiene la memoria de nuestras villas, ni en los siglos que tiene la historia de nuestras comunidades, habíamos podido pisar el Viejo Continente, por más viejo que pareciera. Y mucho menos, soñar la posibilidad de interpelar al Parlamento, de disertar en televisión, de gritar nuestras verdades en sus universidades. Jamás, jamás, jamás, hubiéramos podido juzgar a Europa desde adentro.
Y ahora, Podemos.
Nosotros no tenemos una casa de 600 mil euros, como esa que ahora escandaliza a los medios de todo el mundo, aunque sus propios accionistas tengan varias en cada ciudad. Nosotras no tenemos esos 600 mil euros que pidió una pareja de jóvenes profesionales para poder adquirir una propiedad, endeudándose a 30 años. Pues no es ninguna novedad que no los tenemos, ni podríamos tenerlos. Por más créditos que pidiéramos, no juntaríamos ese dinero ni vendiendo todas nuestras casillas en todos nuestros asentamientos. Pero aun si milagrosamente sucediera, aun cuando una nube verde azotara el cono sur y regara de dólares nuestros pueblos, aun entonces no podríamos destinarlos a ninguna casa tan costosa, porque seguiríamos teniendo imperiosas prioridades más prioritarias. Otros pueden hacerlo y aducir que sí, “se lo han ganado”, porque a veces el capitalismo deja ganar a los buenos para marearlos un poco, siempre valiéndose de la “meritocracia” y la “legalidad”, como si la Corona fuera fruto de algún mérito o como si resultaran legítimas las legales ganancias de los bancos. No lo son.
A nuestra humilde mirada, los dirigentes populares tienen la obligación de mantener su austeridad para no sacar los pies de la tierra, pero además tienen la obligación de hacer, sin perder su condición humana: de modo que tienen también la obligación de cometer errores. ¿O por qué piensan que pedimos a gritos una mayor participación de los excluidos en las estrategias partidarias que bregan por la emancipación? No es por altruismo, ni mera justicia social, sino por ese canal de formación que dirigen los invisibles, hacia todos los seres humanos sensibles. ¿O para qué sirve la educación popular? No sirve para nada, si no nos deja enseñar. Ahora bien, aquí no estamos hablando de dinero expropiado por los crímenes del franquismo que Iglesias expuso como pocos. Tampoco estamos hablando de cuentas offshore, ni testaferros que operaban para Montero. Sus movimientos financieros estaban ahí, a la vista del planeta, tal como lo plantearon para la lógica sensata del partido, el único que se autoimpuso salarios limitados y la condición de publicar hasta cada peaje facturado a nombre del Estado. Aquí no hubo ilícito, ni ladrón. Ni siquiera hubo una investigación. Hubo, sí, una operación que nadie intentó esconder y que hoy promueve un debate a la interna del campo popular global, convocado por esa misma pareja de compañeros que llamó a revalidar públicamente su legitimidad, como si no hubiera dado pruebas suficientes de transparencia y autenticidad. Tal vez ahora, esta crítica introspectiva se pueda traducir en algunas normas necesarias para ese liderazgo. O quizá se puedan clarificar las ambiciones de unos y otros, para ordenar el destino del fenómeno más genuino que hayamos visto estallar frente al Congreso español. Lo que no se puede, es dividirse.
¡No-se-pue-de!
La ingeniería socioeconómica de Podemos nos permite a nosotros, objetos de tantos análisis sociológicos y sujetos de casi ninguno, pensar por qué pasó lo que pasó, desde afuera. Por qué nos topamos ante una decisión “personal” que no espeja las necesidades de sectores anclados en el pozo ciego del mundo. Y nos parece algo fácil de comprender, salvo para quienes estuvieran esperando hace mucho una oportunidad para no comprenderlo. ¿Realmente alguien creía, en España, que vuestro partido había bajado de la Sierra Maestra o había brotado de las favelas pacificadas? ¿Sinceramente alguien desconocía que semejante indignación de una primera generación empobrecida había detonado una bomba de clase media? ¿Quiénes no sabían que las 67 bancas podemistas estaban ocupadas por jóvenes con importante trayectoria universitaria? ¿No era ésa una revolución suficiente para jaquear al conservadurismo que, enhorabuena, debió tallar en cobre la foto del rastafari ocupando su banca, en las narices de Rajoy? ¿No era ése un paso indispensable para que los villeros pudiéramos llegar a España, ser detenidos por sudacas en el aeropuerto y tener por fin un micrófono para denunciarlo en la Cámara de Diputados? ¿No estábamos en eso, hasta la semana pasada, cuando descubrieron que Iglesias no era un refugiado? ¿No estaban ustedes al tanto de todo esto, cuando descubrieron que Montero no era una ocupa? Hagamos tantas autocríticas como sean necesarias, hasta el fondo, desde la raíz.
Pero ésas que calan hondo,
¡no las que diga El País!
Aquí no hemos conocido, en los 14 años que lleva nuestro movimiento, ningún dirigente europeo más humilde y sensato que Rafa Mayoral, un abogado, sí, un abogado que no necesitó perder su vivienda para ponerse al servicio de los afectados por las hipotecas, con la misma sensibilidad que apareció una tarde caminando por los pasillos de la villa. Toda una delegación de Podemos recorría la Argentina, mientras Iglesias esquivaba los flashes de cuanto paparazzi se lo cruzaba, porque todos querían robarle una foto, un saludo, un segundo de fama. Nosotros no queríamos una foto, queríamos que nos conocieran y entonces vinieron. Vinieron al barrio como nunca vinieron esos paladines de la ética que tienen sus redacciones a 15 minutos de nuestras cloacas tapadas. Y no vinieron para seguir hablando, sino para escuchar. Se llevaron puesto nuestro barro, no para usarlo como marquesina publicitaria, sino para forzar los mecanismos que nos permitieron cruzar el charco, financiados por ese Parlamento Europeo sectario, racista y colonialista. Sin corbata, sin bozal, sin domesticar, aparecimos ahí los nietos de republicanos que sólo conocíamos España por fotos en blanco y negro de nuestros antepasados, pero también las nietas de bolivianos que todavía padecen aquel etnocidio presentado como conquista o descubrimiento de otros, siempre a fuerza de tropa.
Y entonces fuimos nosotros,
los que descubrimos Europa.
Ni el más optimista hubiera imaginado que algún partido español sería capaz de convertir un piso parlamentario en un centro cultural, empapelado con afiches de Santiago Maldonado. Fueron ustedes, quienes nos permitieron hilar nuestras tradiciones de resistencia con los dedos machucados de las costureras que subsisten en Elche, mujeres esclavizadas como sus madres, en las condiciones infrahumanas de una precariedad laboral que las obliga a coser zapatos 12 horas por día, en la más absoluta ilegalidad. Manos mal pagadas por las multinacionales del calzado. Y manos malformadas como sus columnas, por esa enfermedad que los propios médicos catalogan como “el mal de la aparadora”, desprendida de la posición que soportan desde los 11 años hasta los 70, privadas de cualquier contrato y cualquier contacto con el sol. Nos hilaron con los agricultores familiares, los pescadores, los astilleros, las cuidadoras de ancianos. Y nos permitieron zambullirnos en la economía sumergida de aquella Europa siempre rica, para sacar la cabeza en Bruselas y arrancarle la careta a una Comisión de Derechos Humanos que denuncia todos los crímenes cometidos en el universo, ¡menos los europeos!
Ahí mismo, abrimos la Garganta, en las entrañas de Bélgica, para gritar que no pudimos afianzar la libertad de expresión aquí, donde los villeros fuimos presos al hacer noticia por mano propia. Y tampoco pudieron ahí, donde el rapero Valtonyc continúa condenado, por haber “enaltecido al terrorismo”, componiendo una canción contra la Corona. Que no pudimos abolir el racismo aquí, donde no son lugareños los dueños, ni las cervezas, ni los políglotas que atienden los bares turísticos en pueblos originarios, pero sí son lugareños quienes descargan las papas de madrugada. Y tampoco pudieron ahí, en ese mismo Parlamento, donde no son negros quienes pisan su alfombra roja, ni los comensales de sus restaurantes, ni los chefs de sus platos gourmets, pero sí quienes lavan esos platos. Que no pudimos garantizar la igualdad de géneros por aquí, donde hay un femicidio cada 17 horas. Y tampoco pudieron ahí, donde los europarlamentarios gozan de impunidad para soterrar sus repetidos abusos a jóvenes asistentes. Que no pudimos desterrar la xenofobia aquí, donde los paraguayos deben batallar por su derecho constitucional a la salud. Pero tampoco pudieron ahí, donde los hijos de rumanos nacidos en Oviedo no tienen acceso a su identidad, ni a su nacionalidad… Nunca hubiéramos aceptado viajar para pedirles que resolvieran nuestros problemas, puesto que ninguna cultura puede curar a otra: fuimos para denunciar este régimen de la desigualdad, ¡que aquí no ha funcionado ni un poco!
Y ahí tampoco.
Las villas no tenemos Madre Patria, lo tenemos muy claro, tan claro como cuántas Patrias Hermanas necesitamos para liberarnos del silenciamiento global, enganchando una mano de la grieta horizontal que nos vuelve compatriotas de la Patria Baja en cualquier lugar del mundo, a todos aquellos que habitamos por debajo de la línea de la pobreza. Para eso, nos cuidamos a todas y nos necesitamos a todos, tal como aquellas plazas incandescentes necesitaban esos 62 puntos de imagen positiva que la empatía de un joven dirigente le aportó a un proceso incuestionablemente transformador. ¡Y vamos, carajo! España tiene un rey, en serio, ¡un rey tiene! Un sistema judicial negacionista, un presidente neoliberal y miles de genocidas libres. ¿De verdad quieren hacernos creer que nuestro enemigo dirige Podemos? De mínima, aun en la impotencia, aun en la divergencia, por favor no dejen de observar con particular curiosidad cómo esa polémica transacción inmobiliaria desgarra la moral de todas sus élites indignadas, aunque sigan embelesadas con la boda del príncipe Harry que celebraron hasta el amanecer: no van a poder.
Hoy más que nunca, socialistas, humanistas, progresistas, peronistas, comunistas, idealistas, podemistas, los necesitamos poderosos, resguardando y acelerando la estampida de los gritos que aclaman por la vida. Los necesitamos, con ovarios, cojones y contrapuntos, frente a todo lo que viene.
Los necesitamos juntos,
con Pablo y con Irene.

miércoles, 23 de mayo de 2018

CONTRA EL 'NACIONALPOPULISMO'

Albert Rivera en la presentación de la plataforma España Ciudadana

Hay españoles jóvenes y mayores, trabajadores y empresarios, sanos y enfermos, centrípetos y centrífugos, ricos y pobres, de derechas y de izquierdas, conservadores y progresistas, hombres y mujeres, cristianos, judíos, musulmanes y no creyentes, heterosexuales y homosexuales, republicanos y monárquicos, del campo y de la ciudad. Hay españoles libres y españoles presos, españoles con vivienda y sin ella, con trabajo y sin él, jubilados y estudiantes. Hay españoles que quieren dejar de serlo, otros que están hartos de que algunos quieran dejar de serlo, y otros a los que les da igual quién sea o sienta español y quién no. Hay castellanoparlantes, gallegoparlantes, catalanoparlantes y vascoparlantes. Hay insulares y peninsulares, drogodependientes y traficantes, corruptores y corrompidos, defraudadores y patriotas fiscales, pensionistas y medio-pensionistas. Y todos son españoles.
Todos los españoles son españoles, pero no a todos les gusta el programa de Ciudadanos sobre la juventud y la tercera edad, sobre el trabajo y la empresa, sobre la salud pública, sobre la organización territorial, sobre la pobreza y la riqueza, sobre la igualdad y la libertad, sobre la seguridad y la lucha contra la delincuencia, sobre las pensiones y los impuestos, sobre el uso y promoción de las lenguas, el derecho a usarlas y el deber de hacerlo, sobre la educación y sus contenidos.
La plataforma “España ciudadana” quiere serlo todo al mismo tiempo, salvo nacionalista y populista. De momento, sin embargo, es sólo “nacionalpopulista”, porque como banderín de enganche no se esmera en dirimir más conflicto que el nacional, y esconde los demás conflictos en un concepto amorfo de pueblo abducido por la nación. Pero eso dura poco y no cuesta trabajo comprender que lo que hay es otra cosa. “España ciudadana” sí tiene proyectos y propuestas para los diferentes conflictos sociales que hay en España, y son proyectos de partido: es el programa de Ciudadanos. No cuesta ningún trabajo entender que en “España ciudadana” el sustantivo España es retórico, y que lo importante es el adjetivo. Lo importante es Rivera y su partido. “Sea español, vote Ciudadanos”: ese es el mensaje. España como enganche a favor de un partido y de un programa enfrentado a otros partidos y otros programas que hasta hoy también se creían españoles.
La literatura política de todos los tiempos está llena de reproches al patriotismo que se blande entre compatriotas, al patriotismo identitario y excluyente y al patriotismo de quienes se suben encima de la patria para que se les vea. Son olas destructoras las que levanta esa pulsión. Sobre todo son olas desleales, siempre lo han sido, porque instrumentalizan un sentimiento y un patrimonio inapropiables. Cuanto más se asocie la bandera a una de sus partes, más crecerá la parte pero menos valdrá la bandera. Y ese es el camino que decididamente ha emprendido Rivera: crecer electoralmente a costa de una España beligerante, haciendo de ella un sentimiento tan acogedor para unos como antipático para otros, tan integrador para integrados como excluyente para los distintos, tan ilusionante para unos como hostil para otros. Quien pretende hacer de su partido una nación, acaba haciendo de su nación un partido.
Rivera ha transgredido una línea roja: la de la deslealtad con su país. Los réditos electorales que obtenga serán coyunturales, pero el daño puede ser de mayor duración. Más aún lo será si los demás partidos deciden competir en españolismo con Ciudadanos, como es de temer. Mucho más eficaz e inteligente, a corto y largo plazo, será desinflar “España ciudadana” dejándola reducida a lo que es: “Ciudadanos”, un partido de derecha ultraliberal y xenófobo si los sondeos animan a serlo. Lo más útil para enfrentarse a este remedo low cost de Obama y Macron con tintes joseantonianos será dejar a España a un lado y hurgar en lo que importa: obligar a Rivera y a su formación política a pronunciarse sobre a qué españoles va a beneficiar y a cuáles menos. Porque todos los españoles son españoles, pero unos son ricos y otros no, unos son monárquicos y otros republicanos, unos son unionistas y otros no, unos necesitan abaratar costes sociales y otros pugnan por más salario, unos dependen de impuestos y políticas sociales y otros menos, unos quieren más seguridad y otros más libertad, unos más identidad y otros más derechos.
¿Por qué hablar de “nación” cuando lo que queremos decir es “partido”?
Ctxt

domingo, 20 de mayo de 2018

LA ‘BUENA CRISIS’ PARA LOS MILLONARIOS

Multimillonarios españoles y su patrimonio

Las grandes fortunas españolas siguen aumentando, y con de forma cada vez más acelerada. Los que son clasificados como ultramillonarios (más de 40,6 millones de euros en activos) y multimillonarios (más de 4 millones) en España aumentarán respectivamente un 36% (de 1.690 a 2.300 personas) y un 37% (de 35.090 a 48.010) en el año 2022. Así lo refleja el informe The Wealth Report 2018, realizado por la consultora británica Knight Frank, que recoge un crecimiento exponencial a cinco años vista. Entre 2016 y 2017, el crecimiento fue en estas dos franjas de patrimonio de un 4% (de 1.630 a 1.690 en ultramillonarios) y un 3% (de 33.960 a 35.906 en multimillonarios), respectivamente.
De forma detallada, las ganancias de las 200 personas más ricas de España han aumentado en 10.000 millones durante el año pasado, según un monográfico publicado por PAPEL. Estas cifras pormenorizadas confirman y complementan, con una actualización, los datos que ya presentó el año pasado Capgemini, en los cuales se sostenía que había un 60% más de millonarios en nuestro país con respecto a 2008, el año previo a que se produjeran los primeros efectos de la crisis.
El documento elaborado por Knight Frank detalla también estos números a nivel mundial, desglosado por regiones y países. Si en 2017 había 2.535.480 multimillonarios, en 2022 serán 3.617.550 en todo el mundo, un 43% más. En cuanto a los ultramillonarios, el documento se fija más en los cambios regionales: en Europa hay 35.180 en estos momentos, que pasarán a ser 47.110 dentro de 5 años. Dentro del continente, el país que más ultramillonarios tiene es Alemania (8.070), seguido de Francia (5.040) Reino Unido (4.580) y Suiza (3.710). Los que menos, Irlanda (780) y Bélgica (720). La región del mundo donde hay más personas con más de 40 millones de euros es Norteamérica, con 44.000.
Estas cifras de riqueza al alza contrastan con los datos de desigualdad que se vienen registrando en los últimos años en nuestro país. Según un informe de Oxfam de 2017, el 10% más rico acumula más de la mitad (un 53,8%) de la riqueza total de España, y el 1% de ricos entre ricos, la cuarta parte de esa misma, casi lo mismo que el 70% de la población. Esta porción de la población se quedó con el 40% de toda la riqueza creada entre 2016 y 2017 mientras el 50% más pobre solo se repartió un 7% de esas ganancias. Además, el 10% más rico ha incrementado en un 5% (y el 1% más alto de la pirámide, en un 9%) su participación en la renta española entre 2016 y 2017. Mientras, el 10% más pobre la ha disminuido en un 17% de 2007 a 2016.
Arturo Tena

lunes, 14 de mayo de 2018

"FRANCO NO MURIÓ EL 20-N". HABLA EL EMBALSAMADOR Y ÚLTIMO TESTIGO

Franco recibe al rey Juan Carlos en el Pazo de Meirás

‘El forense Antonio Piga cuenta la trastienda de las últimas horas de Francisco Franco’ ‘Cuando lo embalsamé, llevaba varias horas muerto’ ¿Por qué se manipuló la fecha de la defunción?
En la facultad de Medicina de la Universidad de Alcalá hace tanto frío que se podría conservar un cadáver sin necesidad de pedir ayuda a Antonio Piga, referencia de la medicina forense en España, hijo y nieto de forenses de prestigio. Piga, profesor emérito de 78 años, nos recibe en un despacho del departamento de Medicina Legal para hablar de su rol como embalsamador y último testigo de la muerte de Francisco Franco, de la que se han cumplido 42 años.
Que su relato de las últimas horas del dictador valga para rodar un 'thriller' no nos debe despistar: Piga ofrece suficientes datos históricos como para hacer tambalear una de las fechas más icónicas del siglo XX español: el 20-N.
Los preparativos
21 de octubre de 1975, 20.10 horas, primera nota de prensa de la Casa Civil para atajar los rumores sobre el estado de salud de Franco: “En el curso de un proceso gripal, Su Excelencia el Jefe del Estado ha sufrido una crisis de insuficiencia coronaria aguda que está evolucionando satisfactoriamente, habiendo comenzado ya su rehabilitación y parte de sus actividades habituales. A las diecinueve horas del día de hoy, Su Excelencia el Jefe del Estado recibió en su despacho al presidente del Gobierno, con quien mantuvo una conversación de cuarenta y cinco minutos”. ¿Todo en orden?
Muy bien no debía estar Franco, porque el día antes había arrancado el operativo secreto para su embalsamamiento. Vicente Pozuelo, médico personal de Franco, contactó con Antonio Piga, entonces Director del Centro Nacional de Especialidades Quirúrgicas. “Me dijo confidencialmente que Franco estaba muy mal, y que hablara con mi padre (Bonifacio Piga, catedrático de Medicina Legal) por si quería dirigir el embalsamamiento”, cuenta el forense.
Había motivos más que de sobra para ponerse en lo peor: “Franco había sufrido un infarto muy serio, y su recuperación era más que complicada”, diagnostica Piga.
Los Piga (padre e hijo) se pusieron en marcha: “Compramos discretamente el material necesario para el embalsamamiento (batas, instrumental, líquidos, maquillaje cadavérico, bomba de inyección) y lo metimos en dos maletas enormes que escondimos en el maletero de mi coche”. A instancias de las autoridades, se optó por un embalsamamiento para un cuerpo que estaría expuesto al público unos días (es decir, que los detalles de la futura capilla ardiente en el Palacio Real también estaban en marcha). La idea de hacer un embalsamamiento permanente a lo Stalin o Evita -mucho más laborioso- se descartó desde el principio.
A partir de entonces, y hasta la noche del 20-N, la misión de Antonio Piga consistió en esperar una llamada de teléfono: “Tenía que estar localizable a cualquier hora” -recuerda-, lo que no era tan sencillo: no contaba ni con móvil (estamos en 1975) ni con coche: “No lo usaba por miedo a que me lo robasen o a tener un accidente: en el maletero llevaba productos potencialmente tóxicos”.
Luego llegaría -2 de noviembre- un momento dantesco del que Piga no fue testigo, pero que es necesario recordar para comprender las condiciones del ingreso hospitalario de Franco: la rocambolesca operación a vida o muerte en un quirófano improvisado en un cuartucho del Palacio de El Pardo, que incluyó: a) el traslado del Caudillo -desnudo y con una hemorragia descontrolada- envuelto en una alfombra (la camilla era más ancha que un tramo de las escaleras) y b) un apagón de plomos en plena intervención. Pese a todo, Franco sobrevivió, pero no quedó más remedio que dejar de aparentar normalidad e internar al enfermo (ya medio moribundo) en el hospital La Paz.
La noche de autos
Antonio Piga, forense que participó en el
embalsamamiento de Franco
La llamada de teléfono más esperada llegaría el 19 de noviembre a las 10 de la noche. “Vicente Pozuelo nos dijo que nos preparásemos para salir hacia La Paz en cuanto recibiéramos otra llamada”, recuerda Piga. El segundo telefonazo llegó exactamente a las 00.00 horas del 20 de noviembre. Llegaron al hospital media hora después y tras sortear a la prensa por la puerta de atrás.
Cuando entraron en la habitación de Franco (00.40 horas), se llevaron la primera sorpresa: nada hacía indicar que allí hubiera muerto alguien hacía pocos minutos, sino más bien hacía unas horas. “La habitación estaba vacía, libre de aparatos, y Franco estaba desnudo sobre la cama cubierto con una sábana. Habían sacado de la habitación todo lo que se podía sacar más allá de lo estructural de cualquier habitación de hospital”, aclara Piga. Ni rastro de los aparatos que habían mantenido con vida a Franco durante su larga agonía.
“Nos quedamos allí los cuatros solos”. O sea, Antonio Piga, su padre, el doctor Modesto Martínez-Piñeiro, antiguo director del Instituto Anatómico Forense, y Antonio Haro Espín, especialista en anatomía y embalsamamientos. El equipo procedió: inyecciones intraarteriales del líquido conservador (mezcla de formaldehído, agua y alcohol) en las carótidas de Franco y evacuación de sangre venosa, no sin algunos problemas para evitar fugas por los vasos seccionados: “No es que el cuerpo estuviera en mal estado, pero habría sufrido varias operaciones quirúrgicas”, aclara el doctor.
Comprobado que el líquido conservador funcionaba -endurecimiento de los tejidos del finado- dieron la operación por terminada y miraron el reloj: eran alrededor de las cuatro de la madrugada del 20 de noviembre. “Cuando lo embalsamé, llevaba varias horas muerto”, asegura tajante Piga. El apaño cronológico (que se sigue dando por bueno cuatro décadas después) estaba servido...
El acta notarial del fallecimiento de Franco aseguró lo siguiente: “Su Excelencia el Jefe del Estado, Don Francisco Franco Bahamonde, ha fallecido en la Residencia Sanitaria de la Paz de la Seguridad Social, de Madrid, a las cinco horas y veinticinco minutos del día veinte de noviembre por parada cardiaca, como episodio final de un shock tóxico por peritonitis. […] Firmado: Doctor Vicente Pozuelo Escudero”. El acta estaba firmada por, entre otros, el Presidente del Gobierno (Carlos Arias Navarro). La segunda diligencia fue firmada por el Príncipe de España, Juan Carlos de Borbón y Borbón.
Si hacemos caso al acta oficial de la muerte, Franco fue embalsamado (4.00 horas) hora y media antes de morir (5.25 horas). Algo había que hacer con la certificación del embalsamamiento. “Pues sinceramente no me acuerdo de qué autoridad nos pidió que cambiáramos el acta, quizá fue Pozuelo, pero insisto en que no lo recuerdo; lógicamente tuvimos que cuadrar la hora del acta de embalsamamiento para que la hora de la muerte fuera verosímil”, cuenta Piga 42 años después.
Dicho y hecho: según la documentación oficial, el embalsamamiento de Franco comenzó a las 5.30 y acabó a las 10 de la mañana. Pero esa cronología era absolutamente imposible, pues el equipo de embalsamadores había salido de La Paz a las 6 de la mañana camino de la iglesia de El Pardo para asistir a una misa ‘de cuerpo presente’ con Carmen Polo, viuda de Franco.
¿Que por qué el franquismo decidió que Franco se muriera el día 20 en lugar del 19? He aquí una pregunta que tiene varias respuestas posibles, al igual que la cuestión sobre el alargamiento artificial de la vida del dictador, que como poco sirvió para preparar con calma el día después, ese dejarlo todo “atado y bien atado” del que hablaba Franco de vez en cuando. Cuenta la leyenda que alguien decidió que Franco muriera el mismo día que José Antonio Primo de Rivera (20-N), aunque el doctor Piga tiene otra teoría –“maquiavélica, si se quiere”- que quizá se ajuste mejor a la inestable coyuntura política del momento:
“Igual pensaban que anunciando la muerte de madrugada amortiguaban su impacto y mitigaban las posibles protestas, ya que le pillaría a casi todo el mundo en la cama. O no...”. El médico, por tanto, se muestra muy cauto a la hora de valorar los motivos ocultos; sabe que la fuerza de su testimonio radica en limitarse a contar lo que vivió como testigo directo. “Tampoco me atrevo a dar una hora exacta del fallecimiento, pero es evidente que Franco murió varias horas antes del 20-N”, zanja Piga.
PD: ¿El 20-N ha muerto? ¿Larga vida al 19-N?

SUMAR, EL ENÉSIMO DISPARO DE FOGUEO CONTRA EL RÉGIMEN DEL 78

Tras la muerte de Franco, ninguno de los movimientos de izquierdas impulsados desde el PCE ha puesto en riesgo el sistema, es más, ni siquie...