jueves, 22 de febrero de 2018

FERNANDO VII, EL BORBÓN QUE TRAICIONÓ AL PUEBLO ESPAÑOL

Retrato de Fernando VII
Déspota, cruel, tirano, oportunista y mentiroso son apenas algunos de los calificativos que se han aplicado a Fernando VII (El Escorial, 1784-Madrid, 1833) por parte de los historiadores que han estudiado ese periodo. Asimismo, el imaginario popular asocia la trayectoria de aquel Borbón con una de las épocas más sangrientas y conflictivas de nuestra historia reciente. Pero, a pesar de la trascendencia de su reinado, la figura del que fue llamado “el deseado” ha sido poco estudiada y mucho menos divulgada para el gran público que se ha quedado en los tópicos.
Ahora, el libro del profesor Emilio La Parra ‘Fernando VII, un rey deseado y detestado’, que acaba de ganar el premio Comillas de la editorial Tusquets, viene a cubrir ese vacío. El jurado de este galardón, el más prestigioso en el género biográfico en nuestro país, reconoció el trabajo de La Parra durante una década de investigación, estudio y escritura de este libro que aparecerá en marzo en las librerías.
Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alicante, Emilio La Parra (Palomares, Cuenca, 1949) es un experto en la primera mitad del siglo XIX que ya publicó una biografía de referencia sobre Manuel Godoy. Tras subrayar, sin duda alguna, que Fernando VII puede ostentar el desgraciado título del peor rey de la Historia reciente de España (que ya es decir), el profesor explica las razones de la popularidad de aquel monarca a pesar de su carácter despótico y sus modos dictatoriales.
“Fernando VII”, argumenta, “fue incluso más que un rey absolutista en el sentido de que tuvo plena autoridad sobre sus súbditos, no observó ningún reparo en saltarse las leyes y vigiló hasta los más mínimos detalles de su acción de gobierno. A la hora de preguntarnos por los motivos de su ascendiente sobre el pueblo pese a su despotismo, habría que resaltar que fue un monarca muy hábil para beneficiarse siempre del odio hacia sus enemigos”.
El experto añade que “Fernando VII se rodeó de una camarilla de nobles y altos cargos que fueron muy astutos al presentar siempre al rey como la encarnación del bien frente al mal que representaban los otros. Al principio, se erigió en adversario de Godoy, un gobernante muy impopular; más tarde figuró como el monarca que se oponía a Napoleón cuando en realidad fue un oportunista y un juguete en manos del emperador francés; y en tercer lugar tras la victoria en la guerra de la Independencia (1808-1814), gracias en buena medida a la resistencia de las clases populares, Fernando VII se atribuyó los méritos del triunfo. En definitiva, podríamos afirmar, con términos de hoy, que Fernando VII y sus más fieles consejeros fueron unos pioneros del marketing político ya a comienzos del siglo XIX”.
Traidor a su padre, Carlos IV; represor sin piedad de los liberales después de haber simulado su apoyo a la Constitución de Cádiz de 1812 con la ya famosa frase de “vayamos todos francamente y yo el primero por la senda constitucional”; y defensor a ultranza de los privilegios de la Iglesia y de la nobleza, Fernando VII fue desenmascarado por la mayoría del pueblo a partir de 1823 cuando imploró el apoyo de un ejército extranjero (los llamados 100.00 hijos de San Luis) para restaurar el absolutismo en España. No obstante, pudo mantener buena parte de su autoridad y de su carisma debido a su astucia para atraerse a sus enemigos.
“Sabía el monarca”, comenta su biógrafo, “llevar a los interlocutores a su terreno y siempre elegía actuar cuando las circunstancias políticas le favorecían. Así pues, se mostraba miedoso y sumiso con los poderosos, véase su entrega rastrera a Napoleón; pero actuaba como un déspota con los débiles y con todos aquellos que cuestionaron los modos de su reinado”. Al mismo tiempo, aquel monarca poco agraciado físicamente, campechano hasta casi la ordinariez y amigo de lujos y placeres, se significó como un auténtico equilibrista político al aplicar una combinación de palo y zanahoria tanto hacia los liberales como hacia los ultraconservadores. Y todo ello con el único objetivo de mantener el poder a toda costa.
De su sagacidad sin escrúpulos brinda el catedrático La Parra un ejemplo muy ilustrativo al recordar la actitud de Fernando VII frente a los afrancesados que, como Goya o Moratín, fueron considerados traidores y antipatriotas por amplios sectores populares durante la guerra de la Independencia. “Resulta muy curioso observar”, declara el profesor, “que a partir de 1823 permite el regreso de algunos afrancesados que habían marchado al exilio en la primera gran oleada de desterrados políticos de nuestra historia. Fernando VII no ignoraba la capacidad técnica y la talla intelectual de muchos afrancesados y les ofreció segundos escalones de poder en la Administración”.
Como muestra de esa actitud de atraer a los enemigos, el rey financió la edición de las obras de Leandro Fernández de Moratín, uno de los líderes del sector afrancesado y uno de los mejores escritores de su época. Ahora bien, el poder de Fernando VII empezó a resquebrajarse en la denominada década ominosa (1823-1833) cuando su obsesión para que heredara el trono alguien de su sangre le llevó a promulgar la Pragmática Sanción, que permitía de nuevo que reinaran las mujeres, en este caso su hija Isabel, en perjuicio de Carlos, hermano del monarca. Esta controvertida decisión del rey en 1833 estuvo en el origen de la primera guerra carlista.
De cualquier manera, tanto Emilio La Parra como el resto de estudiosos de aquella primera mitad del XIX coinciden en señalar que el reinado del deseado-detestado Fernando VII puso en pie un Estado policial, generó una pérdida de capital humano por los sucesivos exilios de liberales, frenó el desarrollo económico e industrial del país y, en definitiva, retrasó el progreso de España.
En esa línea, esta obra de referencia, ganadora del premio Comillas, reivindica la biografía como una forma de aproximarse a la Historia, un género denigrado durante mucho tiempo en España por muchos especialistas, a diferencia de otros países europeos.

Por otro lado, el libro de La Parra sobre Fernando VII viene a sumarse a la biografía de Isabel II, escrita por la catedrática Isabel Burdiel, que obtuvo en 2011 el premio Nacional de Historia. Tanto uno como otra han defendido siempre la utilidad de la biografía para estudiar y divulgar la Historia. Una tendencia que comienza a imponerse en España frente al academicismo de tantos expertos encastillados en sus eruditas investigaciones. “La biografía de un personaje clave sirve magníficamente como hilo conductor para explicar una época”, concluye Emilio La Parra.

martes, 13 de febrero de 2018

CARTA DE ADOLFO BIOY CASARES A ELENA GARRO

'Ilustración del libro Cartas de amor y erotismo de grandes personajes'

Extraída del libro 'CARTAS DE AMOR Y EROTISMO DE GRANDES PERSONAJES'

Entre los años 1949 a 1969, Adolfo Bioy Casares mantuvo una larga correspondencia amorosa con la escritora mexicana Elena Garro. Hasta hace pocos años, el romance entre ellos era un pasaje relativamente desconocido de la vida de ambos, apenas esbozado por ella en los apuntes para el libro Los protagonistas de la literatura americana. Durante buena parte del tiempo que duró la correspondencia, ambos eran casados. Ella, con el poeta Octavio Paz; él, con la poetisa Silvina Ocampo.
La naturaleza precisa de la relación salió a la luz cuando la Universidad de Princeton abrió al público el archivo de Garro. Se trata de cinco cajas de documentos, en las que hay manuscritos originales y una abundante correspondencia, entre otros papeles. Además de las noventa y una cartas, trece telegramas y tres tarjetas postales que Garro recibió de Bioy, el archivo incluye correspondencia de una infinidad de personajes conocidos.
Extensas son la mayoría de las cartas que el cuentista y novelista argentino escribió a Elena Garro. Largas, de renglones apretados, con letra a veces ininteligible, hinchadas de nostalgia, adulación obsesiva, angustia, autodenigración y desesperanza…

Mi querida,
aquí estoy recorriendo desorientado las tristes galerías del barco y no volví a Víctor Hugo. Sin embargo, te quiero más que a nadie… Desconsolado canto, fuera de tono, Juan Charrasqueado (pensando que no merezco esa letra, que no soy buen gallo, ni siquiera parrandero y jugador) y visito de vez en vez tu fotografía y tu firma en el pasaporte. Extraño las tardes de Víctor Hugo, el té de las seis y con adoración a Helena. Has poblado tanto mi vida en estos tiempos que si cierro los ojos y no pienso en nada aparecen tu imagen y tu voz. Ayer, cuando me dormía, así te vi y te oí de pronto; desperté sobresaltado y quedé muy acongojado, pensando en ti con mucha ternura y también en mí y en cómo vamos perdiendo todo. Te digo esto y en seguida me asusto, en los últimos días estuviste no solamente muy tierna conmigo sino también benévola e indulgente, pero no debo irritarte con melancolía; de todos modos cuando abra el sobre de tu carta (espero, por favor que me escribas) temblaré un poco. Ojalá que no me escribas diciéndome que todo se acabó y que es inútil seguir la correspondencia… Tú sabes que hay muchas cosas que no hicimos y que nos gustaría hacer juntos. Además, recuerda lo bien que nos entendemos cuando estamos juntos… recuerda cómo nos hemos divertido, cómo nos queremos. Y si a veces me pongo un poco sentimental, no te enojes demasiado… Me gustaría ser más inteligente o más certero, escribirte cartas maravillosas. Debo resignarme a conjugar el verbo amar, a repetir por milésima vez que nunca quise a nadie como te quiero a ti, que te admiro, que te respeto, que me gustas, que me diviertes, que me emocionas, que te adoro. Que el mundo sin ti, que ahora me toca, me deprime y que sería muy desdichado de no encontrarnos en el futuro. Te beso, mi amor, te pido perdón por mis necedades.

Adolfo B C


viernes, 9 de febrero de 2018

8M, LA CONSPIRACIÓN DE LAS MUJERES

Cartel Huelga Feminista 8M
Se rumorea que un nutrido grupo de mujeres están tramando algo contra el patriarcado. Comentan que andan reuniéndose a lo largo y ancho de nuestra geografía empoderadas hembras de toda edad y condición: Jubiladas, ecologistas, científicas, obreras, escritoras, abogadas, sindicalistas… Un batiburrillo de seres humanos con circunstancias diferentes pero conscientes de tener como enemigo común a la desigualdad.
Los machirulos afirman que las féminas que promueven este aquelarre conspirativo son algo más. Aseguran que son brujas y que han conseguido con sucias artimañas hechizar a muchos hombres y hacerles creer sentirse afectados por un sistema que relega a la mitad de la Humanidad a un papel secundario. Hombres que se consideran feministas de igual manera que serían abolicionistas en tiempos de esclavitud, y ello por el hecho de tener conciencia y sentido de la justicia. Algo de lo que carecen muchos hombres y, no me duele admitirlo, también muchas mujeres.
La sociedad que vivimos, para bien o para mal, la hacemos entre tod@s. En la intimidad de nuestras casas, con el ejemplo y valores que transmitimos a nuestr@s hij@s. En la calle, minimizando los abusos y situaciones vejatorias. Aceptando, unos y otras, unos roles preestablecidos por nuestra condición sexual y transmitiéndolos a las siguientes generaciones.
Decía Joaquín Leguina el otro día que hay que educar a las mujeres para que no se dejen pegar. ¡Ah, claro! Según él, es preferible que aprendan a esquivar las hostias porque eso de educar a los niños en el respeto y la equidad da mucha pereza. El septuagenario ex-presidente de la comunidad madrileña, tertuliano habitual de la caverna mediática, no se sentía cómodo hablando de feminismo. Más o menos, vino a decir que el feminismo está bien, siempre que no traspase los límites establecidos por el patriarcado. ¡Pero si las mujeres ya han conseguido hasta votar! ¿Qué diantres reclaman con esa cantinela feminazi sobre la igualdad? Pensaba internamente Leguina. Como ya dijo M. Rajoy, aunque haya tenido que rectificar a las pocas horas, ‘no nos metamos en eso’. Al fin y al cabo, solo afectan a la mitad de la población. Una nimiedad.
Sin embargo, ya les digo que algo grande está tomando forma. De momento, el día 8 de marzo se convoca a una huelga general feminista a todas las personas que entiendan que hay que equilibrar la balanza. A quienes se indignan porque crece el número de mujeres que viven en la precariedad, que sufren violencia sexual, laboral o física. Que cobran sueldos miserables para sostener una economía que sirve para seguir explotándolas. Que renuncian a realizarse como seres humanos plenos por tener que dedicarse obligatoriamente a labores de cuidadoras de niños, ancianos o enfermos. Como si en su adn femenino viniera grabado a fuego el irrevocable destino de asumir en carne propia toda clase de penosas situaciones.
Mi madre decía que el día que las mujeres tomaran conciencia de su fuerza y dijeran hasta aquí hemos llegado el mundo se pararía. El día 8 de marzo puede ser el ensayo general de esa revolución feminista que ella, a su manera, ya veía necesaria. Por supuesto, muchos hombres estaremos codo con codo, compartiendo la trinchera. Los sindicalistas solo estarán un rato, dos horas concretamente…, ese es el apoyo de los grades ‘sindicatos de clase’ a tan justa movilización.
Esto es tarea de todas y todos. De momento, puede que solo parezca un pequeño paso. Un gesto simbólico que quizás no sea masivamente secundado. Pero como dice Gisela López en uno de sus poemas:
“Es necesario
revertir el hechizo.
Ese,
que borra a las mujeres
de los libros de historia,
de las esferas de poder,
de las antologías.
Ese,
que las encierra
entre cuatro paredes,
con solo
colocarles un anillo”.

Plumaroja


lunes, 5 de febrero de 2018

CARTA ERÓTICO-AMOROSA DE HENRY MILLER A ANAÏS NIN

Portada del libro
Carta extraída del libro 'Cartas de Amor y Erotismo de Grandes Personajes'

Henry Miller se enfrentó a la hipócrita sociedad de su época con sus afiladas obras Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio. Cuando vivía en París, ya cuarentón, convertido en todo un experto en el arte de vivir de gorra, Anaïs Nin fue una de sus amantes formando un triángulo amoroso con el escritor y su segunda esposa, June Mansfield.
El primer encuentro entre Miller y Nin tiene lugar en 1931. Anaïs tenía entonces 28 años, Miller 40. Los detalles de ese primer encuentro quedarán recogidos por la propia Anaïs en sus diarios íntimos, posteriormente publicados en diferentes volúmenes. La pareja habla durante horas sobre literatura, filosofía y psicología. Se seducen, se hacen amantes. Miller le descubre la bohemia parisina del Montparnasse, el libertinaje imperante del período de entreguerras que ella desconocía.
En 1932, June Mansfield viaja por segunda vez a París. Llegados a este punto, encontramos versiones contrapuestas respecto a lo que sucedió durante esta nueva visita de Mansfield a su esposo. Unos apuntan que fue Anaïs Nin quien se habría obsesionado compulsivamente con la esposa del escritor, otros señalan que fue al contrario. En cualquier caso, lo que es indudablemente cierto es que las dos mujeres se involucran en una relación paralela a la que Anaïs mantiene con Henry Miller.

Queridísima Anaïs
Terriblemente, terriblemente vivo, afligido, absolutamente consciente de que te necesito. He de verte, te veo brillante y maravillosa y al mismo tiempo le he escrito a June y me siento desgarrado, pero tú lo entenderás, debes entenderlo. Anaïs, no te apartes de mí. Me envuelves como una llama brillante. Anaïs, por Dios, si supieras lo que siento en este momento. Quiero conocerte mejor. Te quiero. Te quise cuando viniste a sentarte en mi cama -esa segunda tarde fue toda como una cálida neblina- y de nuevo oigo cómo pronuncias mi nombre, con ese extraño acento tuyo.
Ilustración del libro
Despiertas en mí tal mezcla de sentimientos que no sé cómo acercarme a ti. Ven a mí, aproxímate a mí, será de lo más hermoso, te lo prometo. No sabes cuánto me gusta tu franqueza, es casi humildad. Sería incapaz de oponerme a ella. Esta noche he pensado que debería estar casado con una mujer como tú. ¿O es que el amor, al principio inspira siempre esos pensamientos? No temo que quieras herirme. Veo que tú también posees fuerza, de distinto orden, más escurridiza. No, no te romperás. Dije muchas tonterías sobre tu fragilidad. Siempre he sentido un poco de vergüenza, pero la última vez menos. Acabará desapareciendo toda. Tienes un sentido del humor delicioso; lo adoro. Quiero verte reír siempre. Te lo mereces. He pensado en sitios a donde deberíamos ir juntos, sitios oscuros, aquí y allí, en París, por el simple hecho de decir “aquí vine con Anaïs”, “aquí comimos, bailamos o nos emborrachamos juntos”.
¡Ay!, ¡verte borracha alguna vez, qué privilegio!, casi me da miedo de proponértelo; pero Anaïs, cuando pienso cómo aprietas contra mí, cuán ansiosamente abres las piernas y qué húmeda estás, Dios, me vuelvo loco de pensar en cómo serías cuando todo se disuelve. Ayer pensé en ti, en cómo ciñes las piernas en torno a mí, de pie, en cómo se tambalea la habitación, en cómo caigo sobre ti en la oscuridad sin saber nada. Y me estremecí y gemí de placer.
Pienso que si he de pasar todo el fin de semana sin verte, resultará intolerable. Si es preciso, iré a Versalles el domingo, lo que sea, pero he de verte. No temas tratarme con frialdad. Me bastará con estar cerca de ti, con mirarte admirado. Te quiero, eso es todo.
Henry

sábado, 3 de febrero de 2018

MANTA DE CUADROS, PAC Y TODO TERRENO

Pastor y su rebaño de ovejas
La mayoría de las imágenes que aparecen en los medios sobre el pastoreo de ganado en sistemas extensivos muestran la figura de un hombre mayor, a punto de jubilarse, soltero, sin afeitar y ataviado con esa manta de cuadros blancos y pardos que hemos visto en tantas fotografías.
En realidad, hoy en día, son muy pocos los pastores que encajan en esta imagen, primero porque son pocos en total, porque la mayoría de estas personas mayores ya se han retirado y porque, los que quedan, utilizan más el goretex y las botas de monte que la manta de cuadros y se desplazan más en vehículo que a pie.
Soledad, aislamiento, falta de relaciones sociales, soltería, envejecimiento, trabajo diario y continuo, sin días libres…, este es el corolario que se repite una y otra vez para dar cuenta de la vida de los pastores en el campo, y estas son las razones que los apologetas de esa iconografía aducen para explicar la desaparición progresiva de la ganadería extensiva y la falta de relevo generacional. Pero, como ocurre en otras ocasiones, las imágenes esconden más que revelan y confunden más que aclaran, de modo que vamos a internarnos en la parte trasera de la fotografía.
En primer lugar, la mayoría de la ganadería en España es estabulada, es decir, los animales permanecen todo el año en la cuadra y, los que salen, es para tomar el sol, ya que el alimento lo reciben en el pesebre, no en el campo. En esta situación, los pastores, que a sí mismos se llaman ganaderos, se pasan el tiempo consultando el precio de los piensos, calculando el gasto en alimentación, negociando con proveedores y clientes y haciendo números. Desde los modelos integrados, en los que el ganadero es un apéndice de la empresa suministradora del pienso, hasta otras opciones más flexibles, lo cierto es que la gestión de la explotación es una parte fundamental de su trabajo.
En segundo lugar, la mayoría del ganado que está en el campo, sobre todo el ganado vacuno de carne, percibe ayudas de la UE, la llamada PAC que viene a suponer entre el 40 y el 60% del total de los ingresos brutos en este tipo de explotaciones.
Esos fondos se perciben en función de una serie de “derechos”, los cuales están asociados al aprovechamiento del pasto en unas determinadas zonas. En el caso de los pastos comunales, los ayuntamientos distribuyen esos “derechos” de acuerdo con lógicas que casi siempre atienden a intereses partidistas, familiares o de otra índole, y no al efecto del pastoreo sobre el territorio y la vegetación. Así que, ¿quién lo iba a decir?, los ayuntamientos se han convertido en poco menos que los señores feudales de los pastizales, los alcaldes “dan o quitan derechos”, empadronan o no a los candidatos a utilizarlos y utilizan la asignación de “derechos” como una herramienta para ventilar cualquier asunto.
Pero, no solo los ayuntamientos, desde hace unos años, las autoridades comunitarias, al alimón con el Ministerio de Agricultura y las Comunidades Autónomas, han puesto en marcha un sistema denominado CAP, Coeficiente de Admisibilidad de Pastos, es decir un sistema de cálculo que autoriza la concesión de derechos de pasto a determinadas zonas y excluye a otras.
Así, el matorral, el bosque denso o diseminado, las zonas de elevada pendiente, las que no están cubiertas de vegetación, son excluidas de los derechos a recibir ayuda comunitaria. De modo que ya tenemos la tormenta perfecta, cuando hasta hace unos años los ayuntamientos buscaban ganado para mantener el territorio y aprovechar el pasto, ahora, los mismos se dedican a asignar los derechos de PAC cual si fuera el más preciado resorte de poder con el que cuentan.
Como muestra de esta situación, a lo largo de los últimos cuatro años, el 60% de los pastos en España han desaparecido a efectos de Pago Único de la PAC, que, como se ha dicho, es la principal fuente de ingresos para un ganadero extensivo de carne. Así, cuando veamos un pastor en el campo, lo primero que tendríamos que saber para conocer su situación es si tiene “PAC” o no, ya que este es un dato crucial para entender por qué algunos tienen todo terrenos y otros C15 o por qué unos tienen piso en la capital, e incluso, viven ahí, y otros, por el contrario, se ven obligados a vivir en caravanas, porque, la verdad es que en el mundo del pastoreo, como los demás, hay pastores aristócratas, con “derechos” y pueblo llano, con ganado y sin “derechos”.
A fin de controlar el desarrollo del matorral, los ayuntamientos reciben fondos para el desbroce o el repaso, lo que se lleva a cabo con maquinaria pesada. Dada la tendencia de la naturaleza a seguir su curso y el papel del matorral como fase previa a los procesos de bosquización, a los pocos años de eliminar el matorral, este, con insistencia y denuedo, vuelve a ocupar la parcela de manera tan densa o más que anteriormente.
Como, además, las autoridades comunitarias consideran que todo lo que no sea hierba verde y bien visible, no puede recibir “derechos de PAC” por las razones expuestas, los ayuntamientos se afanan en aumentar cada año el número de hectáreas desbrozadas para contener aquello a lo que la naturaleza no parece dar tregua. Se crean grandes oportunidades para las empresas desbrozadoras, dando lugar a una paradoja de gran contenido conceptual. Ya que, por un lado, hacen falta más pastos para recibir los consabidos “derechos” y esto genera conflictos entre los ganaderos asentados y los nuevos ganaderos que no disponen de “PAC”. Y, por otro, aquellas cabras y ovejas, que, precisamente fueron eliminadas de las áreas repobladas en los años sesenta y setenta, por su capacidad para comerse los brotes de los pinos recién plantados, son ahora sustituidas por grandes máquinas desbrozadoras que, como demuestran los hechos, son menos eficaces que ellas para eliminar el matorral.
Se cambia así a las cabras y ovejas por máquinas, la diferencia es que las primeras podrían dar beneficios económicos y sociales y las segundas, solo ocasionan gasto. Valga para comprobarlo la consulta del presupuesto de las Comunidades Autónomas destinado a desbroces mecánicos, que, a su vez, son cofinanciados por la UE dentro de su paquete de ayudas ambientales. Es decir, pagar los sueldos de los tractoristas, destrozar taludes y caminos, eliminar arbustos y pequeños árboles y gastar gasoil a tutiplén, es un servicio que con fondos públicos y en favor del Medio Ambiente, nos proporcionan las autoridades… ¡para que digan que el absurdo no es un género de plena actualidad en lo que al manejo de fondos públicos se refiere!
Si no fuera por el injustificable dispendio que esto supone, esto, es decir, el absurdo, podría quedar aquí. Si no fuera porque este sistema está haciendo desaparecer prácticas ganaderas de gran valor ecológico y económico, porque los grandes incendios progresan cada año causando enormes pérdidas, porque la desaparición del ganado supone una merma de la biodiversidad y de la resiliencia de los ecosistemas y los hace más frágiles… si no fuera por todo esto, tendría su gracia, pero no la tiene en absoluto.
Y más aún, si no fuera porque en este contexto, los jóvenes sin antecedentes familiares en el sector, los pastores de cabras y ovejas, las personas que provienen de otros ámbitos lo tienen prácticamente imposible para incorporarse y desarrollar su actividad en igualdad de condiciones que el resto.
Para acabar y para empezar, más nos valdría desterrar esas imágenes que tanto contenido gráfico llevan incorporado y empezar a establecer con rigor y datos, que los hay, el corolario de causas y consecuencias a fin de entender lo que sucede y poner en marcha medidas para cambiarlo.

Ramiro Palacios

SUMAR, EL ENÉSIMO DISPARO DE FOGUEO CONTRA EL RÉGIMEN DEL 78

Tras la muerte de Franco, ninguno de los movimientos de izquierdas impulsados desde el PCE ha puesto en riesgo el sistema, es más, ni siquie...