sábado, 25 de noviembre de 2017

ESPAÑA Y EL PP ESTÁN TRUFADAS DE FRANQUISMO

Manuel Fraga, exministro franquista y fundador del PP
España vive habitualmente hechos que rayan los límites de lo que en países de nuestro entorno está tipificado como delito de “negacionismo”. Revisar la historia para justificar el nazismo está penalizado en Alemania, Austria, Bélgica, Suiza, Lichtenstein, Países Bajos... Con la llegada al gobierno de Mariano Rajoy los incidentes se han multiplicado y la línea roja se ha traspasado. Con él, los dirigentes y cargos públicos del PP han pasado de oponerse a la condena del franquismo a directamente tolerar su simbología, y día tras día asistimos a la celebración de actos de exaltación franquistas y al renombrado de calles que incumple lo establecido por la Ley de memoria Histórica. Estos hechos son la consecuencia de una herencia que aún está muy presente.
Altos cargos del Gobierno y del Partido Popular lucen apellidos venerados por los defensores de Franco, por no hablar de los que ocuparon puestos institucionales de gran relevancia en la dictadura y los han ocupado en la gobernación actual, que “haberlos, hailos”, como dicen en Galicia, pues allí mandaba quien fuera ministro de Franco, Manuel Fraga Iribarne.
El apellido Fraga es un ingrediente básico en la salsa del PP, más aún al unirse al de Robles, cuando Elisa Fraga Iribarne se casó con Carlos Robles Piquer, otro franquista de elite. De esta unión salieron dos nombres importantes del organigrama popular, ya sea de gobierno o de partido: el de José María Robles Fraga y el de su hermana Elisa. Ambos ocuparon distintos puestos de responsabilidad hasta 2004. La saga gallega se completa con el ex ministro Romay Beccaría y Álvaro Lapuerta, ex tesorero nacional de PP, que ocuparon diversos cargos en la administración franquista.
A nadie debe extrañar la larga lista de nombres populares vinculados al viejo régimen si se tiene en cuenta que al propio José María Aznar le viene el apellido de cercanos colaboradores de Franco. Su abuelo Manuel Aznar Zubigaray fue catalogado como el “periodista del régimen” y su padre, Manuel Aznar Acedo, también ocupó puestos relevantes en la radio y la televisión franquista.
Sobre buena parte de los ex ministros de Aznar planea la sombra del dictador. Así ocurre con el ex ministro portavoz, Pío Cabanillas, hijo de Pío Cabanillas Gallas; Josep Piqué, ex ministro de Asuntos Exteriores, hijo de Josep Piqué, el último alcalde franquista de Vilanova i la Geltru; Jesús Posada, exministro de Administraciones Públicas y expresidente del Congreso, hijo del que fuera gobernador civil de Soria con Franco. Quizá quien más peso franquista lleve en su apellido es Federico Trillo, que tuvo en su padre a un importante colaborador del dictador en la región de Murcia.
La familia Rato es muy conocida por el exministro y expresidente de Bankia, Rodrigo Rato Figueredo. En Diciembre de 1935, ABC daba difusión al libro “Perfil Juvenil de Europa” publicado por Ediciones Nuestra Raza, texto que defiende el proceso de construcción de la Alemania Nazi. Su autor era Ramón Rato Rodríguez San Pedro, padre de Rodrigo. El golpe de estado franquista le sorprende en Perú, donde le ofrecen una docencia, pero decide regresar a España. Aquí, Millán Astray le otorga su confianza y funda, junto con Víctor de la Serna, Giménez Caballero, Juan Aparicio y Dionisio Ridruejo, Radio Nacional de España. También se le atribuye la fundación del Círculo Cultural Ramiro de Ledesma, cofundador de Falange.
El apellido Oreja es otro de los grandes del PP con pasado franquista. Jaime Mayor Oreja y su hermano Carlos, ex consejero de Educación del Gobierno de la Comunidad de Madrid, son sobrinos del que fuera subsecretario del Ministerio de Información y Turismo, Marcelino Oreja Aguirre.
Sin duda, una de las mayores redes de descendencia franquista es la que ha creado el apellido Fernández-Miranda. Enrique Fernández-Miranda Lozana es hijo de Torcuato Fernández-Miranda y Hevia, quien, además, le prestó otros retoños al franquismo y al PP, pues sus sobrinos Manuel y Alfonso ocuparon cargos con Franco y con el primer Gobierno Aznar. También la exministra de Justicia Margarita Mariscal de Gante tiene pasado franquista ya que es hija del que fuera juez del Tribunal de Orden Público, Jaime Mariscal de Gante. El suma y sigue de los hijos del franquismo pasa por Juan Chozas, emparentado con Chozas Bermúdez, Gabriel Elorriaga, hijo de Gabriel Elorriaga Fernández y Gustavo de Arístegui San Román, que tiene antecedentes franquistas por parte de padre y tío. También Víctor Torre de Silva y López de Letona, ex subsecretario del Ministerio de Defensa, cuenta con un apellido de gran sonoridad franquista: es nieto de José María López de Letona, que fue ministro de Industria.
Otro apellido con pedigrí es Calvo Sotelo. Los hijos del ex presidente Leopoldo Calvo-Sotelo también ostentaron cargos en el primer Gobierno Aznar. Leopoldo, fue subsecretario de Estado del Ministerio de Interior y Víctor ocupó el mismo cargo en el Ministerio de Fomento. No puede quedar en olvido el apellido Fernández-Cuesta, del que fuera secretario de Estado de Energía del primer Gobierno Aznar, Nemesio Fernández-Cuesta. El susodicho es hijo de Nemesio Fernández-Cuesta y nieto del fundador, junto a José Antonio Primo de Rivera, de Falange Española, Raimundo Fernández-Cuesta.
En la lista de ex altos cargos del primer Gobierno Aznar que descienden de franquistas de pro, si es que no lo fueron ellos mismos, están Abel Matutes, Rafael Arias-Salgado, Fernando Arias-Salgado, Mónica Ridruejo, Enrique Giménez-Reyna, ex secretario de Estado de Hacienda, cargo del que dimitió por ser el protagonista del mayor escándalo financiero del Gobierno popular, el caso Gescartera.
Pedro Morenés Álvarez Eulate, exministro de Defensa con Rajoy, es hijo de José María de Morenés y Carvajal, vizconde de Alessón, y nieto de Ramón María Morenés García-Alessón, al que Alfonso XIII concedió el título de Grande de España.
Mariano Rajoy no destaca especialmente por el pasado franquista de su familia sino por sus ideas fascistas expresadas en diferentes artículos de opinión. Su padre, Mariano Rajoy Sobredo, magistrado y presidente de la Audiencia Provincial de Pontevedra, presidió el escandaloso juicio del aceite de Redondela.
El caso del aceite de Redondela fue uno de los grandes casos de corrupción destapados en la parte final del franquismo. El 25 de marzo de 1972, el Director General del organismo público CAT (Comisaría de Abastecimientos y Transportes), don José María Romero González tras inspeccionar los depósitos de la empresa privada REACE (Refinería de Aceites y Grasas) y comprobar que los depósitos de la empresa REACE, situados en la estación de GUIXAR (Redondela), no contenían el aceite que le había encomendado el CAT, denunció en el Juzgado de guardia de Vigo la desaparición de 4.036.052 kilos de aceite de oliva. Sumario 43/1972. El día 30 de septiembre don José María Romero González aparece muerto junto a su mujer e hija en un piso de su propiedad en Sevilla.
Formaba parte del Consejo de Administración de REACE, don Nicolás Franco Bahamonde (hermano del generalísimo Franco), se cree que además de la implicación del hermano del dictador también estaban implicadas varias personalidades del Régimen. Los documentos se perdieron para siempre, todos los implicados quedaron impunes y el aceite desaparecido, todo, con la bendición de don Mariano Rajoy Sobredo”.
En el nivel autonómico y local también abundan los retoños franquistas, como Julia García-Valdecasas, ex delegada del Gobierno en Cataluña, hija de Francisco García-Valdecasas, conocido por su actuación represiva en la universidad de Barcelona. Otro hijo del franquismo es el ex presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra, cuyo padre y abuelo ocuparon destacados cargos bajo el mandato de Franco. También es conocida en Canarias la tradición franquista de la familia Jorge, cuyos miembros pertenecen al núcleo duro del partido popular. Alicia Sánchez-Camacho es hija de Francisco Sánchez-Camacho, que alcanzó el grado de Comandante de la Guardia Civil durante la dictadura de Franco. Francisco José Granados Lerena, exalcalde de Valdemoro y cabecilla de la Púnica, es familia de Juan Granados, que también fue alcalde de Valdemoro e impulsor de la campaña de recaudación para las que llamaron “víctimas de la barbarie socialista” de la revolución de octubre en Asturias, donando las pesetas recogidas a la Guardia Civil. Lucia Figar de Lacalle, exconsejera de educación con Esperanza Aguirre, de familia tradicionalista y conservadora. Su abuelo materno es Gonzalo de la Calle Leloup, subgobernador del Banco de España, miembro del Opus Dei y alcalde franquista de Vitoria en los años cincuenta. Su tío abuelo es Álvaro de la Calle Leloup, general de brigada del ejército franquista y presidente del consejo de administración del Banco de Crédito a la construcción. José Manuel Acevedo Ramos, alcalde de Valdetorres del Jarama es descendiente de destacados miembros de la CEDA: Pablo Acevedo Aguado, José Acevedo Ramos, Miguel Acevedo Ramos o Antonio Alarilla Acevedo.
Sin responsabilidades directas de gobierno pero moviéndose entre bambalinas estarían: Fernando Ónega, que se define habitualmente como centrista, empezó en el periodismo como exaltado franquista. Fue jefe de prensa de la Guardia de Franco, una asociación que no se caracterizaba por conspirar contra el régimen. Diego Carcedo, comenzó en el diario falangista Arriba y desde ahí paso a la RTVE franquista. Juan Antonio Samaranch fue alto cargo en la administración franquista y catalán colaboracionista. Tras la muerte de Franco, escribió “considero que la figura y la obra realizada por el Caudillo se inscribirá en la historia como uno de los estadistas más grandes del siglo XX. Para España, el mandato durante 39 años de Francisco Franco ha supuesto la era de prosperidad y paz más larga que ha conocido nuestro país desde hace muchos siglos”. Josep Vilarasau, ex presidente de La Caixa, fue otro catalán colaboracionista. En los años 70, Vilarasau fue nombrado Director General del Tesoro, uno de los puestos más importantes del Ministerio de Hacienda y de libre designación por el ministro. Este dato se ha borrado de su biografía oficial. Juan Luis Cebrián, académico y directivo del grupo PRISA, empezó como periodista en la Prensa del Movimiento, de la mano de su padre, el falangista Vicente Cebrián. Pasó por Pueblo y por Arriba. En 1974, el régimen, en atención a sus servicios le nombró director de los servicios informativos de TVE. Alberto Aza, exjefe de la Casa del Rey, hijo de militar destinado en Marruecos que se unió al golpe de estado franquista.
Con tan abundante genética franquista y la ‘modélica transición’ no son de extrañar los ataques a la Ley de Memoria Histórica y sus indisimulados incumplimientos. En 2002, el PP condena en el Congreso la represión de la dictadura pero no condena la dictadura de Franco. El truco pretendía legitimar el golpe fascista contra la 2ª República y fue recogido así por la prensa internacional, incluido el conservador Financial Times, que acusó al PP de no romper vínculos con la dictadura. Otro episodio sonrojante fue el vivido el 4 de julio de 2006 en el Parlamento Europeo. Aquel día, todos los parlamentarios, salvo los del PP y dos polacos, ambos de extrema derecha, condenaron el franquismo.
Han sido múltiples las ocasiones en las que políticos del PP, concejales, alcaldes, o presidentes de comunidades autónomas se han negado a condenar la dictadura o retirar medallas, honores, o simbología de la dictadura fascista. La excusa más común a la que suelen recurrir es que “forma parte de la historia, como la invasión romana”. Ejemplos tenemos en Sada, Granollers, Reus, Mallorca, Elche, donde el PP se abstuvo o votó en contra. En Pamplona, la medalla fue retirada en 2007 con la abstención de UPN, el PP Navarro. Una concejal fascista de UPN amenazó con la siguiente frase a quienes votaron a favor: “tened cuidado que el pasado siempre vuelve”. En Castellón, la diputación presidida por Carlos Fabra financió un libro que exalta la dictadura franquista y califica de golpe de Estado la victoria democrática del Frente Popular en las elecciones de 1936. El pleno de la Diputación de Alicante rechazó con los votos del PP una moción socialista en la que se pedía retirar el nombramiento de hijo adoptivo y predilecto de la provincia al general Francisco Franco.
En 1997, a alguien se le ocurrió destinar seis millones de euros del erario público a la creación de propaganda de lujo. La idea de negar el carácter fascista y dictatorial del régimen de Franco y separar al franquismo del totalitarismo, plasmada en las biografías elaboradas por la Real Academia de la Historia, coincide con las denuncias al movimiento revisionista de la Historia que intentó impulsar Esperanza Aguirre cuando desempeñó la labor de Ministra de Educación y Cultura. En la segunda legislatura de Aznar, ya con mayoría absoluta, el disfraz de “centrista” no era necesario y el PP agradeció a los ultraderechistas su voto útil subvencionando a la Fundación Francisco Franco. La excusa fue que había que modernizar los archivos y estos eran de consulta pública. Lo cierto es que los historiadores tienen vetado el acceso a dichos archivos salvo que sigan la línea ideológica de Pío Moa.
Sonada fue la actuación de la alcaldesa popular de San Sebastián de los Ballesteros, Córdoba, quien se negó en rotundo a inaugurar un monolito a los fusilados del franquismo en el cementerio municipal y que estaba comprometido por la anterior corporación. También han levantado mucha polémica los incidentes ocurridos en Poyales del Hoyo, Ávila, donde el alcalde conservador desmanteló un mausoleo en recuerdo de varias víctimas de fusilamientos para después arrojar los cuerpos a una fosa común. Esta actuación provocó una manifestación en la plaza del pueblo, convocada por asociaciones de memoria histórica, y que acabó con altercados con los vecinos. En Valladolid, más de sesenta mil personas, en su mayoría falangistas, estuvieron presentes en la inauguración del monumento homenaje a Onésimo Redondo sobre el alto del cerro de San Cristóbal, a cinco kilómetros del centro de la capital provincial.
Una herida profunda a las víctimas del franquismo la abrió José Bono, presidente del Congreso de los Diputados, al leer la declaración del Congreso al cumplirse 75 años del inicio de la Guerra Civil. No sólo rehusó condenar el régimen y el golpe de Estado de 1936, tampoco diferenció entre vencidos y vencedores y no tuvo un recuerdo especial a los que defendieron la legalidad de la Segunda República.
En Castilla La Mancha no somos la excepción y vivimos también el resurgir del franquismo. Contamos con un Partido Popular especialmente tolerante con la simbología y los personajes relacionados con la dictadura, muy resistente a cambiar nombres de calles de sus héroes patrios y raudos para recuperar las que se perdieron con gobiernos de izquierda. Envalentonados con la victoria de Cospedal, camparon a sus anchas y se atrevieron con todo. Ejemplo de ello es el Ayuntamiento de Mota del Cuervo, que quiso reponer la Cruz de los Caídos situada frente a la iglesia parroquial de San Miguel y mantener otra en el cementerio.
Mucho más atrevido fue el acto organizado por el Ayuntamiento de Méntrida, gobernado por el PP, contando con la participación del Ejército y que fue muy criticado por el Foro por la Memoria e Izquierda Unida. Según la información que difundió el propio ayuntamiento, el programa de sus fiestas patronales incluía un homenaje a la bandera y a los caídos por Dios y por España. IU consideró dicho acto como anticonstitucional y pidió su anulación al ayuntamiento y a la subdelegación del Gobierno. El Foro por la Memoria solicitó a la ministra de Defensa, Carme Chacón, que evitara la participación del Ejército en dicho acto. Ni una cosa ni otra, el acto se desarrolló según lo previsto aunque su alcalde, José Sánchez, pidió públicas disculpas por lo que según él había sido un error. La solución salomónica fue eliminar la palabra “dios” de la cartelería del acto.
Rozando el esperpento se situó el alcalde popular de Villamayor de Calatrava. Juan Antonio Callejas decidió cambiar el nombre a las calles Tierno Galván, Pablo Iglesias y Pablo Neruda porque, según él, son personajes poco conocidos y que nada han hecho por su pueblo. Ser noticia parece no importarles. Solo así se entiende que el alcalde de Horcajo de Santiago (Cuenca), también del PP, recuperara una calle para José Antonio Primo de Rivera y quitársela al que fuera alcalde republicano, Pedro López Brea.
La simbología franquista, así como los hijos del franquismo están muy presentes hoy día en nuestros pueblos. En Carrascosa del Campo (Cuenca) son archiconocidas las banderolas con símbolos fascistas que se instalan en las calles del municipio con motivo de las fiestas patronales. En la capital regional circula el boca a boca de la guía turística fascista y en Ciudad Real sobrevive un poblado de colonización que rinde honores al “caudillo”. Se llama Llanos y su cartel es bien visible en la autovía de Andalucía.
Es preocupante que amplios sectores de la derecha española se hayan lanzado a repetir los argumentos franquistas para la legitimación del levantamiento militar. No es rara esa posición del PP si tenemos en cuenta de quienes son herederos directos. Buen número de hijos del franquismo han ocupado y ocupan puestos relevantes en la política nacional.

Plumaroja

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