Un año más, por estas fechas, se extiende una tontería general, altamente contagiosa, provocada por el 'virus de la Navidad' , que antaño solía llegar, religiosamente, el 25 de diciembre pero que, hogaño, cada vez adelanta más su regreso ( no es lo mismo viajar en trineo que hacerlo en AVE o vuelo low-cost ). Los compañeros de trabajo, los mismos que se pasan los restantes once meses poniéndote ( no literalmente ) la pierna encima, desempolvan una sonrisa fija, algo ajada por falta de uso, y siguen cortándote trajes a medida, sí, pero con la alegría y solidaridad ( lo hacen con toda la plantilla para que nadie se sienta excluido ) que caracterizan al espíritu navideño. En la previa a la comida de empresa ( si te apuntas eres un pelota, si no lo haces un antisocial ), durante la cual cerveza y vino corren que se las pelan, el jefe se te acerca para obsequiarte con unas conciliadoras palmaditas en la espalda que, habituado a los rapapolvos, no puedes evitar recibir con el pelo...