Como es sabido, el 25 de septiembre, un grupo de personas quiere ir al Congreso, disolver las Cortes y asumir el gobierno de España. No se sabe quiénes convocan la iniciativa, pues por medidas de seguridad prefieren mantenerse en el anonimato, por lo que de aquí en adelante me referiré a ellos como el colectivo fantasma.
23_leon_octavioImperfecta, con mucho por arreglar, pero tan hermosa la democracia.
©Octavio Colis
En circunstancias normales, una propuesta de este tipo habría pasado desapercibida, incluso entre las personas más concienciadas de la población, pero el malestar económico, los escarceos dictatoriales del gobierno de Mariano Rajoy y la corrupción generalizada han favorecido los esfuerzos mediáticos del colectivo fantasma, que se mueve como pez en el agua por las redes sociales.
Convertida la pantomima en amenaza real para quienes defendemos la democracia, creo fundamental comenzar a difundir en qué consiste realmente esta iniciativa.
a) Repiten los voceros del colectivo fantasma que es una iniciativa democrática y no un golpe de Estado. ¿Qué otro nombre podría recibir esta acción?
En la línea del retruécano abierta por Mariano Rajoy, que alcanza su mejor exponente en la línea de crédito sin obligaciones con que se refirió al rescate, podríamos hablar de victoria democrática de los pocos sobre los muchos, el amplio consenso democrático de una élite preparada políticamente, que el pueblo ha demostrado no estar maduro para elegir a sus gobernantes, o, incluso, de un avance hacia la verdadera democracia que supone una dictadura.
Sin embargo, en esencia consiste en un intento de golpe de Estado, al menos si nos atenemos a la definición de la RAE: «actuación violenta y rápida, generalmente por fuerzas militares o rebeldes, por la que un grupo determinado se apodera o intenta apoderarse de los resortes del gobierno de un Estado, desplazando a las autoridades existentes».
b) El 15M no participa de la acción. No se puede afirmar que el 15M dice esto o aquello, pues es un pastiche colosal de colectivos y asambleas, pero, al menos las más combativas de Madrid, como la asamblea popular de Carabanchel, de Villaverde, Malasaña o la propia asamblea general de Sol, entre otras, ya han manifestado su rechazo a la iniciativa, a pesar del letargo estival que adormece al movimiento en el mes de agosto.
En cualquier caso, como el colectivo fantasma está atribuyendo a personas y colectivos adhesiones a la convocatoria que nos son ciertas, como hicieron con Juan Torres, conviene consultar la web de la Asamblea Popular de Austrias para tener más claro quiénes quieren dar este golpe de Estado.
c) En su versión más reciente, y llama la atención que gente que se piensa tan preparada como para asumir las riendas del gobierno ande cambiando de proyecto cada 4 días a un mes de una acción, insisten varias veces en que son el pueblo: «Somos la inmensa mayoría, somos el pueblo, tenemos razón, y no vamos a dejaros pasar».
Bueno, aun aceptando que los 30.000 fans que tienen en Facebook sean firmes partidarios del colectivo fantasma, que lo dudo, parece una cifra un tanto alejada no ya del pueblo, sino de la masa electoral del Partido Popular.
Más bien, parece que son cuatro gatos, ruidosos, convencidos y hasta iluminados, pero cuatro, pues al menos de momento el pueblo sigue prefiriendo vivir en democracia… cuestión aparte es que a fuerza de repetir machaconamente consignas pseudofascistas acerca de los políticos el personal termine confundiendo a unos con otros y se decante por una dictadura, pero no tiene visos de producirse a corto ni medio plazo.
d) Es una convocatoria violenta. En la última versión del proyecto han suavizado el discurso para ganar popularidad, pero desde un principio manifestaron que eran pacíficos, que no pacifistas, y que creían en la «autodefensa», término que resulta cuanto menos discutible para referirse a esta acción, pues son ellos quienes desencadenan primero la violencia.
Por cierto, resulta interesante desde el punto de vista antropológico analizar el sustrato patriarcal de su defensa de la violencia: ellos sí son hombres de verdad, masculinos, pues no tienen «miedo» de ser agresivos; mientras que los del 15M son niños, afeminados, cobardes que no se atreven a autodefenderse… en fin.
e) Lo único que van a conseguir con esta iniciativa efectista es entorpecer el trabajo efectivo que están realizando los agentes sociales de la izquierda. Como señala Marat, es «una acción gatopardiana cuyo objetivo real es contribuir a la máxima del capitalismo en esta fase de la crisis por la que atraviesa, la de recortar las libertades y hacer más autoritario el sistema político para posibilitar la represión de quienes nos oponemos a su sistema económico de dominación».
Dicho de otra forma: esta iniciativa ayudará a que el gobierno de Rajoy implante medidas tan antidemocráticas como la proposición de CIU para que el mero hecho de difundir una manifestación no legalizada sea delito.
Esperemos que no sea la puntilla del 15M, asaeteado ya por centenares de multas, y otros movimientos de desobediencia civil pacifistas y, por lo tanto, realmente peligrosos para el sistema.
Marcos Cioni || Escritor.

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