sábado, 18 de agosto de 2012

ARABIA SAUDÍ: EMANCIPADAS PERO EXCLUIDAS


Algo así es lo que debe pensar el monarca absoluto de Arabia Saudí, Abdallah I, quien ha dado el visto bueno a la construcción de una ciudad industrial reservada exclusivamente a las mujeres. ¿Objetivo? Que puedan crear empresas, gestionarlas y contratar personal sin quebrantar las estrictas leyes de segregación por sexos que impone la muy estricta monarquía del segundo país árabe más grande, después de Argelia, y el primero de la península arábiga.
Arabia Saudi aplica rigurosamente la segregación por sexos
Se trata de una información que procede del diario británico The Guardian, donde se añade que el proyecto de la mencionada ciudad, ya en construcción para ser inaugurada en 2013, se está desarrollando en la localidad de Al-Ahasa, en Hofuf, al este del país. Y también que hay otros cuatro proyectos similares, en fase de elaboración.
En realidad, y según Salah al-Rasheed, director general de la autoridad competente del desarrollo industrial saudí, el Modon, solo una parte de la ciudad estará destinada exclusivamente a las mujeres, “lejos de las miradas de los hombres”; el resto, convenientemente separado, serán negocios masculinos.
Aunque le llaman ciudad tiene toda la pinta de que es lo que aquí conocemos como “polígono industrial” y, en principio, constará de fábricas textiles y de productos farmacéuticos y agroalimentarios, que supondrán la creación de alrededor de 5.000 puestos de trabajo, exclusivamente destinados a mujeres: desde la dirección y las oficinas hasta las cadenas de producción. El proyecto es iniciativa de un grupo de mujeres, entre las que se encuentra la empresaria Hussa al-Aun quien, en una entrevista al diario económico Al Eqtisadiah, que menciona el francés Le Parisien, explica que “es esencial para reducir el paro entre las jóvenes licenciadas”.
Según el diario francés Le Monde, las mujeres solo representan el 15% de la población activa en Arabia Saudí –“una de las sociedades más misóginas del mundo”- y hasta ahora solo tenían acceso a muy pocos trabajos, entre ellos en las cajas de los supermercados y en las ventanillas de los bancos (siempre que no sean mixtas); desde julio de 2012 también pueden trabajar en tiendas de lencería y cosmética, donde ahora han prohibido que haya dependientes masculinos. En este momento el 26% se encuentran en el paro, cuatro veces más que los hombres.
Las mujeres saudíes no pueden conducir ni tienen derecho a votar (aunque existe una promesa real de que podrán hacerlo en las elecciones locales de 2015). Las leyes que las reprimen tan brutalmente son una mezcla de sharía –interpretación del Corán- y costumbres tribales. Pero también tienen un gran peso la familia, que tradicionalmente opina que las mujeres están destinadas únicamente a quedarse en el hogar, y el integrismo de la mayoría de las instancias religiosas, que luchan con todas sus fuerzas para impedir la mínima apertura en la sociedad y que, en relación con el trabajo de las mujeres, mantienen que “no pueden trabajar en lugares donde vayan a encontrarse con hombres”, por lo que recomiendan, siguiendo los consejos del Comité Permanente de Investigaciones Científicas y Dictado de Fatwas, Dar Al-Ifta, “que busquen empleos que no atraigan a los hombres”.
Recientemente hemos visto a una mediocre atleta saudí, Wojdan Ali Seraj Abdulrahim Shahrkhani, en los Juegos Olímpicos de Londres, participando en una prueba de judo más atenta a no perder el gorro de baño (en sustitución del velo habitual) que escondía sus cabellos que al desarrollo del ejercicio; lo que no le impidió desfilar en la ceremonia inaugural haciendo el signo de la victoria, porque el mero hecho de su participación ya representa un logro para las mujeres saudíes. “Las realidades y necesidades económicas obligarán a que la sociedad cambie la forma en que percibe el trabajo femenino, porque ahora la situación es ya insostenible”, ha escrito en las páginas del Financial Times un diplomático occidental destinado en Ryad (citado por Le Parisien). 

1 comentario:

  1. ¡Es por lo que dicemos...!
    Las monarquía medievales teocráticas, son dictaduras. En poco difieren de Irán.

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