miércoles, 28 de noviembre de 2018

CHALECOS AMARILLOS. LA LUCHA DE CLASES SIGUE VIVA

Concentración de los 'chalecos amarillos'
"Si en Francia no pasa nada con los chalecos amarillos, entonces, no pasará nada fundamental de signo liberador y progresista a medio plazo en Europa"
El pasado 18 de noviembre 300.000 personas expresaron su activa protesta organizando más de 2.000 bloqueos de carreteras y peajes en toda Francia. Hay que seguir de cerca este fenómeno de los chalecos amarillos, movimiento auto(des)organizado a través de las redes sociales, popular e imprevisible. La jornada del sábado continuó el domingo y más allá. El movimiento llamó a bloquear París el sábado 24 y lo consiguieron… Todo esto pone muy nervioso al establishment mediático y político europeo.
El ministro del Interior francés, Christophe Castaner constató, el martes, la “degeneración total de una protesta que en general mantuvo el sábado buena conducta”. “Asistimos a una radicalización con reivindicaciones que ya no son coherentes, que van en todas direcciones”, ha dicho. La CGT, el sindicato francés menos manso, se ha desmarcado pero hasta tres de cada cuatro franceses han expresado según las encuestas su apoyo a esta manifestación en la que se escuchan llamadas a la dimisión del “presidente de los ricos”.
La chispa ha sido la subida de los impuestos a los carburantes. Eso ha llevado a declarar a Delphine Batho, exministra socialista de medio ambiente y típica representante de la izquierda-caviar, que la protesta es una, “acción de solidaridad con el lobby petrolero”. Pero tras la fiscalidad al diésel se esconde una clara cuestión de clase, una injusticia fiscal que grava a la gente del extrarradio, la más encadenada al uso del coche para ir al trabajo, o que trabaja con él (transportistas, agricultores), dibujando toda la geografía de la Francia periférica de las zonas rurales y los extrarradios urbanos. Hay en su protesta un agravio comparativo hacia el trato fiscal que reciben los ricos, con la eliminación del impuesto a las grandes fortunas, y una indignación y hartazgo con las despreciativas declaraciones del Júpiter Macron que cada mes evidencia su mentalidad elitista. Es esta fractura de clase la que asusta: desorganizada, radical e imprevisible.
De repente, como se lee en la prensa alemana, se advierte el peligro provocado por lo que antes se consideraba éxito y victoria: el descabezamiento y la integración de las organizaciones sindicales que todavía defendían intereses de clase. La paradoja del resultado de décadas de políticas encaminadas a descafeinar a los sindicatos es que desemboca en una preocupación ante el peligro que supone la ausencia de interlocutores (sindicales) corruptos con los que negociar cabreos como este.
En unos momentos en los que por toda Europa surgen populismos de signo conservador o reaccionario con los que la derecha capitaliza y canaliza los ríos de descontento y sufrimiento social suscitados por la crisis, hay que estar atento a cualquier manifestación de un movimiento que huele a algo de clase, aunque acabe en agua de borrajas. Si en Europa llegara a formarse algo parecido a un bloque popular-ciudadano antiburgués bien podría ser a partir de este tipo de chispas. Con la actual configuración capitalista de los espacios y geografías, el precio del carburante desempeña un papel no muy diferente al del pan en los motines de antaño. Afortunadamente, tras no pocos titubeos, la France Insoumise de Jean-Luc Mélenchon se ha dado cuenta de eso y ha expresado su apoyo a esta protesta. Y el lugar es Francia.
Hace tiempo que modestamente sostengo que si en Francia no pasa nada, es decir, que si lo que queda de la mayor tradición social y republicana del continente se demuestra incapaz de reaccionar a esta crisis que incrementa la desigualdad social y arrasa con derechos costosamente adquiridos, entonces no pasará nada fundamental de signo liberador y progresista a medio plazo en esta parte del mundo.
Lo último de Macron es aplicar la directiva europea de reducir las pensiones en un país en el que apenas hay jubilados pobres, como es el caso de Alemania donde ese cepillado se hizo hace años. Macron expresó la semana pasada todo el delirio narcisista que acompaña al europeísmo establecido al decir en Berlín que Europa y el eje franco-alemán tienen “la responsabilidad de que el mundo no se deslice hacia el caos y sea acompañado en el camino de la paz”. La simple realidad es que es la acción de ese eje, que en Francia se vive crecientemente como mera subordinación a Alemania, la que está creando el caos en la propia Unión Europea con una política neoliberal que excita todo aquello que disuelve y desintegra al europeísmo.
La visita de Macron a Berlín, en la que obtuvo apoyos a su propuesta de ejército europeo, incluyó ofrenda floral en la Neue Wache, el templete de la avenida Unter den Linden. En tiempos de la RDA, la Alemania comunista, aquello era un memorial a las “víctimas del fascismo y el militarismo”. En los años noventa, tras la reunificación, el memorial fue rebautizado a las “víctimas de la guerra y la tiranía”, concepto éste último que abraza tanto al nazismo como al comunismo. La remodelación regresó a la línea de la doctrina establecida por los ex nazis que gobernaron la Alemania occidental en la posguerra y que buscaban su redención en la guerra fría bajo el manto general del “totalitarismo”. La unificación conceptual presentaba al comunismo y al estalinismo como hermanos gemelos del nazismo y el fascismo, ignorando la diferencia ideológica fundamental; que no puede haber un buen nazismo, contrario a todo planteamiento humanista, pero sí un buen socialismo que desarrolle ideales humanistas radicalmente antagónicos con el antihumanismo estalinista. Hoy el templete incluye una placa que menciona entre las víctimas de la tiranía a los alemanes expulsados de sus hogares en Europa central y oriental tras la derrota de 1945 y a los represaliados por el régimen de Alemania Oriental. Una nueva historia nacional a la carta para unos nuevos tiempos.
Rafael Poch

lunes, 26 de noviembre de 2018

COMO SABER SI VIVES EN UNA CIUDAD SOSTENIBLE

Huella ecológica
¿Qué podemos y debemos hacer los habitantes de las ciudades ante los problemas ambientales que nos amenazan? Estos problemas no son algo lejano, sino que nos afectan directamente. Por ejemplo, el cambio climático está aumentando, el nivel del mar sube más rápido de lo que se pensaba, la contaminación atmosférica nos enferma y nos mata... y entre todos, aunque no de igual manera, arrasamos ecosistemas que sabemos que son valiosos (con autopistas, canteras, minas, puertos, edificios...).
Te invitamos a poner nota a tu ciudad de cero a diez en cada uno de los diez puntos siguientes. Luego calcula la media sumando todos los puntos y dividiendo entre diez. Así podremos ver (más o menos) si tu ciudad es “sostenible”. ¡Empecemos!
¿Cómo serían las ciudades sostenibles?
Ciudades con suficientes parques y árboles, que huyen de las talas y de las podas, que hacen la ciudad bonita y habitable respetando su biodiversidad. Golondrinas, murciélagos o cigüeñas, entre otros, deben ser siempre animales bienvenidos. Debe haber zonas verdes cerca de las viviendas, árboles en sus calles y parques ecológicos. Este tipo de parques priorizan las plantas autóctonas, evitan usar peligrosos fitosanitarios como el glifosato, abonan con compost, incluyen hoteles para bichos y zonas para flora salvaje, entre otras medidas. También deben fomentarse los jardines verticales, los huertos urbanos comunitarios, y las pequeñas parcelas para alquilar.
Ciudades que generan energía renovable distribuida: Debe fomentarse la energía solar, tanto fotovoltaica como para agua caliente (de hecho, calentar agua con el sol es cinco veces más eficiente). Las cubiertas de los edificios son lugares ideales para las energías renovables, pero también para los techos verdes y para los huertos urbanos. También se está extendiendo la generación de electricidad introduciendo pequeñas turbinas en las conducciones de agua, donde sea posible (Portland genera así la electricidad gratis para unos 150 hogares). Las ciudades no deben ser solo consumidoras de energía. ¿Fomentan las administraciones locales todo esto? También podemos incluir en este punto que los ciudadanos, las empresas y las administraciones de la ciudad tengan su contrato en eléctricas que suministran energía renovable 100%.
Ciudades bien diseñadas y cohesionadas: Los barrios deben tener todo lo que la gente necesita (trabajo, compras, ocio, colegios, ambulatorios...). Separar estas zonas nos obliga a usar más el transporte, con la consiguiente pérdida de tiempo y energía. Para evaluar este punto reflexiona con estas preguntas: ¿Puedes ir a los lugares de ocio y hacer la compra básica andando o en bicicleta? ¿Hay barrios en tu ciudad con población envejecida? ¿Hay barrios marginales? ¿Hay mucha desigualdad (diferencias entre ricos y pobres, entre hombres y mujeres, entre distintas razas...)? ¿Hay gentrificación?
Ciudades con transporte sostenible y que facilitan la vida a los peatones y a los ciclistas: Si la ciudad está bien diseñada, las zonas peatonales serán lugares agradables y los carriles bici serán útiles. Un ejemplo es Pontevedra, un paraíso sin coches, sin ruido y donde se oyen los pájaros. Señalizar la distancia a pie entre sitios emblemáticos y facilitar el alquiler de bicicletas fomentan la sostenibilidad. Pensemos que usar la bicicleta en la ciudad es saludable y, por tanto, ayuda a reducir gastos sanitarios.
Facilitar el uso del transporte colectivo: No basta con que el transporte público esté bien diseñado en rutas, sino que ha de ser razonablemente barato, tener la posibilidad de trasbordos gratuitos y de poder montar la bicicleta (aunque sea en el exterior de los autobuses o en vagones específicos).
Limitar el uso del coche privado: En Copenhague se usa mucho la bici porque es la forma más cómoda de llegar a todos los sitios y no porque los daneses quieran estar en forma o pasar frío. Está demostrado que cuando el coche no puede usarse para ir a cualquier lugar, la gente toma alternativas y se acostumbra a dejar el coche aparcado. Ya que el coche eléctrico está ganando la batalla, las ciudades también deben instalar electrolineras, pero sin perder el objetivo principal: diseñar la ciudad para bicicletas y peatones (y no para coches).
Ciudades fomentando la economía circular, local y sostenible: No se trata solo de reciclar, sino de fomentar los envases reutilizables, de que los puntos limpios faciliten reutilizar lo que allí llega, así como de establecer mecanismos para que los productos locales, se queden en la región y no tengan que viajar lejos. También es muy necesario que la ciudad convierta en compost sus residuos biodegradables y que sea fácil deshacerse de cosas como el aceite usado o las pilas eléctricas (aunque lo único realmente ecológico es no usar pilas desechables).
El tráfico es responsable de la contaminación atmosférica en las ciudades
Ciudades limpias y sanas: Aquí distinguimos cuatro temas:
Limpieza: No se trata de limpiar mucho sino de que los ciudadanos entiendan que es mejor no ensuciar su ciudad. También hay que entender que las hojas de los árboles no son suciedad y que quitarlas con máquinas sopladoras contamina en exceso. Hay tipos de aceras que requieren más gasto en agua y detergentes (por ejemplo, el blanco es peor que el tradicional gris). ¿Hay colillas o plásticos por el suelo? ¿Se depuran bien las aguas residuales?
Contaminación: Aquí habría que estudiar si hay industrias contaminantes en la ciudad o demasiado cerca, así cómo si hay medidores públicos con distintos tipos de contaminantes ambientales.
Salud: La salud está muy vinculada al lugar donde vives: en nuestra salud influye más nuestro código postal que nuestro código genético. Así, algunas ciudades facilitan el ejercicio de muchas formas: creando lugares apropiados o con sesiones de gimnasia en grupo para todas las edades en sitios públicos. ¿Se fuma en la calle aunque llegue el humo a la gente cercana? ¿Hay excesivo ruido de tráfico, gente...? ¿Tiene el agua de grifo calidad suficiente?
Comida: ¿Qué comida se sirve en los colegios? ¿Hay restaurantes vegetarianos por los barrios? ¿Es fácil comprar alimentos ecológicos y de producción local? ¿Resulta más fácil comer una hamburguesa que un plato de legumbres? El Pacto de Milán unió a muchas ciudades con el objetivo de fomentar una alimentación sostenible: reducir el consumo de carne y el despilfarro de alimentos, aumentar los mercados y facilitar los productos frescos, etc.
Ciudades que ahorran electricidad y recursos: Aquí podemos incluir cientos de temas e ideas, como por ejemplo:
-      Antes de poner un semáforo, hay que pensar si una rotonda es mejor (además de mucho más barata).
-      Antes de poner farolas, hay que pensar en cuántas poner, cómo ponerlas y cuándo encenderlas (no como hace Málaga, un ejemplo de contaminación lumínica y despilfarro).
-      Se ahorra dinero contratando la electricidad municipal con alguna empresa de electricidad 100% renovable, o incluso comprándola directamente en el mercado mayorista (el ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid ahorra 400.000 euros al año de esta forma).
-      Ofrecer agua potable usando fuentes públicas y que los restaurantes y comedores ofrezcan agua sin tener que pedirla (ambos son objetivos de la UE y ya es obligatorio, por ley, en muchas partes de España, como Andalucía, Navarra, Baleares...). También podemos incluir aquí si la ciudad tiene planes y conciencia para minimizar el consumo de agua.
-      ¿Hay lugares para reparar lo que se rompe, sea lo que sea (ropa, pequeños electrodomésticos...)? ¿Hay sitios para comprar o intercambiar cosas de segunda mano?
Ciudades que respetan su herencia cultural y natural: ¿Crecen en tu ciudad los restaurantes de “comida rápida despilfarrando envases de un solo uso”? ¿Es fácil encontrar comida fresca y local? ¿Se respetan las playas, los ríos... en definitiva, los monumentos naturales y los artificiales? Por ejemplo, el río Manzanares en Madrid pasó de ser un río medio muerto a ser un río lleno de vida para peces, aves... En contraposición, aunque la desembocadura del Guadalhorce está protegida en Málaga, el ayuntamiento destroza Arraijanal, un reducto de costa natural que aún se mantiene sin cemento.
Ciudades que usan el suelo eficientemente y que no crecen sin medida: No está justificado quitar espacio a la Naturaleza cuando la ciudad tiene muchos pisos vacíos o edificios en ruinas. Hay que evitar que las ciudades crezcan a lo ancho y se pudran por dentro. El ayuntamiento de Málaga, por ejemplo, ha sido acusado de querer despoblar el centro.
Ciudades integradoras, amigas de los extranjeros y de los refugiados: Si nos pusiéramos en la piel del inmigrante y del refugiado, entenderíamos porqué vienen y de qué huyen. Por otra parte, una mala planificación puede generar también ciudades turísticas incómodas para sus habitantes, lo cual produce la llamada turismofobia. Las políticas municipales pueden hacer mucho para que la integración sea enriquecedora para todos.
Si tras calcular la nota media entre los puntos anteriores, la nota sale por debajo de 7, debes escribir a tu ayuntamiento mandando este artículo y demandando lo que consideres pertinente. Que lo sepan.
Nuestra ciudad la hacemos los ciudadanos. No toda la responsabilidad la tienen los ayuntamientos y no olvidemos que ellos hacen lo que los ciudadanos les dejan hacer.

domingo, 18 de noviembre de 2018

POLÍTICA, POLITIQUEO Y MALESTAR EN LA JUSTICIA

Jueces y fiscales reclaman independencia de la justicia del poder político
La “alianza” entre la sociedad y sus jueces está rota: cada vez más los ciudadanos ven en los jueces una prolongación de otros poderes, cuando no una “casta” a la defensiva, separada de la realidad y ocupada de sus cosas
El juez trabaja en un contexto de riesgos, en el que es fácil la equivocación: una prueba mal valorada, una verdad que se resiste a aparecer entre confusas declaraciones de testigos o entre periciales contradictorias, una argumentación con un falso eslabón que pasa desapercibido… El juez trabaja en medio de una batalla que se libra en directo entre dos partes, y no en un laboratorio. Es verdad que, igual que la práctica médica cuenta con protocolos, la judicial tiene los suyos: la jurisprudencia, que va decantando criterios que han ido ganando batallas y consolidándose como eficaces; pero siempre dejan al juez a uno o dos pasos de la decisión sobre el caso, donde no es seguro el acierto. Los errores judiciales son estadísticamente inevitables. Pero así como las negligencias médicas, también inevitables, no nos impiden sentirnos en general orgullosos de nuestra sanidad pública, no ocurre así con la Justicia: por alguna razón sobre la que hemos de pensar, la “alianza” entre los ciudadanos y sus jueces está rota: cada vez más los ciudadanos ven en los jueces una prolongación de otros poderes, cuando no una “casta” a la defensiva, separada de la realidad y ocupada de sus cosas. Y esto, sea fundado o sea fruto de una visión distorsionada por espejos cóncavos, es literalmente insoportable para un Estado de Derecho.
No es una simple cuestión de imagen. Y ya no sirve de nada insistir en que en los Juzgados, en las Audiencias y en el Tribunal Supremo se hace día a día un trabajo descomunal que está canalizando civilizadamente los conflictos sociales, las disputas entre particulares, el control de la Administración y la represión de los delitos. Menos aún sirve si quien lo dice es un juez, porque se percibirá como una defensa corporativa. Es mejor reconocer el problema sin pretender envolverlo en paños calientes. Y es mejor aún darle rango de problema de primera magnitud, porque no estamos hablando sólo de la Justicia como un poder estatal, sino que estamos hablando de un derecho fundamental: el derecho a la tutela judicial efectiva (artículo 24 de la Constitución), sin el que los demás derechos pierden su red de seguridad.
El malestar de y por la Justicia lleva tiempo instalado en la agenda mediática, pero no acaba de entrar en la agenda política. Legislatura tras legislatura, nunca la Justicia es vista como una prioridad del Gobierno. Siempre se deja para otra ocasión. La maquinaria aparentemente funciona, porque entra un papel y sale otro, se celebran juicios, se dictan sentencias; quizás es que a los gobiernos les baste con eso, o incluso que interese al poder una Justicia en dificultades, menesterosa, ruidosa y lenta: mientras la gente se queje de la Justicia, los gobiernos quedan a salvo. No sólo eso: los gobiernos tienen los afilados decretos-ley, la policía y los presupuestos para llegar donde no llega la Justicia: ¿para qué tirar el dinero en una maquinaria judicial gripada?
Mientras la mejora de la Justicia siga siendo una reivindicación judicial, se percibirá como corporativa o gremial. No hay ninguna esperanza si no pasa a convertirse en una reivindicación política. Si de verdad se quiere salir de la dinámica de error-queja-descrédito, debería provocarse pronto un largo debate democrático sobre qué está pasando con la Justicia: cuánto dinero estamos dispuestos a gastar en Justicia, qué tipo de juez queremos, cómo concebimos la independencia judicial, y cómo puede mejorarse lo que tenemos. 
Los jueces y el Príncipe
Cuando hablamos de independencia judicial pensamos de inmediato en el Consejo General del Poder Judicial y en los tejemanejes para controlarlo. Luego iremos a eso, pero antes es importante reparar en que la independencia no es un derecho del juez, sino una obligación, una actitud exigible que hay que trabajar incesantemente, porque no la trae consigo ni la naturaleza humana ni la aseguran unas oposiciones.
El juez independiente es una molestia, un estorbo para el Príncipe y una esperanza para el ciudadano. Esto es también así aunque el Príncipe sea un poder democrático, porque el poder tiene siempre algo de Príncipe. Ese es el fundamento de la separación de poderes como exigencia de un Estado de derecho: la desconfianza frente a las dinámicas del poder. Digámoslo de otro modo: el juez tiene la obligación institucional de estar comprometido con la lógica del “sistema”, y no con la lógica del “régimen”. Es fundamental esta distinción, y puede explicar algunas de las cosas que están pasando: el régimen es “la Corte”, es decir, los centros de decisión, sus intrigas  y sus pasadizos, mientras que el sistema es el principio de legalidad (democrática), los derechos y la tutela judicial efectiva. Pero la actitud de servicio al sistema y la distancia respecto del régimen no es fácil ni debe presumirse porque se haya jurado lealtad a la Constitución. Requiere una "resistencia” frente a otros poderes, una resistencia frente a la opinión pública (porque a veces nos toca defender un derecho contracorriente), y sobre todo una resistencia frente a la inercia de los planos inclinados que hace que algunas decisiones sean más fáciles de tomar, más “deseables” que otras para el propio juez por razones que no tienen que ver con el Derecho. Esto sería largo de explicar, y yo mismo podría poner ejemplos vividos en primera persona, pero alargaría mucho el artículo. No debería extrañar a nadie: los jueces tienen prejuicios e inercias, y más útil que negarlo es reconocerlo para estar prevenidos. La característica de la independencia es justamente la resistencia, y ello requiere hacerse fuerte en la lógica de los derechos, del principio de legalidad y de la argumentación jurídica, porque la exigencia constitucional de que las resoluciones deban estar motivadas significa que el juez no tiene más autoridad que la de sus argumentos. Quizás si todos entendiéramos esto, podría servir de base para recomponer una alianza entre los ciudadanos y sus jueces.
Podríamos pensar en cómo fortalecer la “resistencia judicial”, es decir, la independencia. Y pronto comprobaríamos que la clave no está en una aséptica y sacerdotal neutralidad ideológica (que suele confundirse con la ocultación de la ideología), sino en la competencia técnica y en la calidad del patrimonio de cultura jurídica de que se dispone. Nada hace a un juez más fuerte en su entorno que la entereza y honestidad de su argumentación y motivación. No le salvará siempre del error, pero sí del voluntarismo y de los planos inclinados de los que hablaba antes. Entregarse al juicio, escuchar atentamente a las partes, y buscar las mejores razones jurídicas para decidir: no hay otro secreto. Pero si esto es así, ¿no creen que merece la pena pensar en serio si los actuales sistemas de acceso a la judicatura son o no los más idóneos para seleccionar a ese tipo de jueces resistentes? ¿No sería momento de pensar con ambición una reforma de las pruebas de acceso que permita valorar –más que el conocimiento enciclopédico del derecho o la recitación mecánica de un temario– la madurez intelectual y la capacidad argumentativa de los candidatos, sin merma alguna de la objetividad?
El tipo de oposición condiciona el tipo de juez. Imprime sesgos sobre los que quizás no hemos reflexionado lo suficiente. La oposición que tenemos es exigente y es objetiva, y por ello mucho mejor que muchas alternativas que ligeramente se proponen. Pero basta con mirar alrededor (a otros países) para comprobar que no hay ningún indicio de que nuestro sistema sea el mejor. ¿Por qué no pensamos cómo perfeccionarlo y adaptarlo a este siglo? Este es otro debate largamente postergado desde que a primeros de siglo se lo propuso un Pacto por la Justicia que se quedó en pacto. ¿Es sólo el miedo a abrir un melón y no saber cerrarlo bien, o es que “interesa” mantener este sistema imperfecto? Propongo con énfasis que el nuevo CGPJ, pero también las universidades, los colegios profesionales, las academias de Jurisprudencia, e incluso la comisión de Justicia del Congreso, se decidan a pensar con calma en un tipo diferente de pruebas que invite y no disuada a los mejores graduados en Derecho, que acorte el periodo de preparación de oposiciones y alargue el de formación de los seleccionados, y que favorezca la adquisición de las habilidades y competencias requeridas para la función judicial en este tiempo de un Derecho abierto e inabarcable en sus contenidos, en el que lo relevante no es la extensión y volumen de la información retenida, sino su asimilación en el marco de una cultura jurídica de calidad. 
La cúpula judicial
Manuel Marchena será nuevo Presidente del Tribunal Supremo
según acuerdo PP-PSOE
Luego está, sí, la cúpula, y sus vicios cortesanos. Y aquí nos topamos inevitablemente con el problema de la elección de los vocales del Consejo General del Poder Judicial, que es el órgano encargado de los nombramientos de los más altos puestos de la judicatura, de la inspección judicial y de la formación continua.
La Constitución establece (artículo 122.3) que de los 20 vocales, 12 se nombrarán “entre jueces”, por el procedimiento que establezca una ley orgánica, y 8 serán nombrados por las Cámaras entre “abogados y otros juristas”, por mayoría de tres quintos. Una sentencia del Tribunal Constitucional dejó claro que la expresión “entre jueces” no significa que a esos vocales tuvieran que elegirlos corporativamente los jueces, sino que doce vocales han de ser jueces. Por tanto, la elección por el Congreso y Senado de esos doce vocales es constitucional y no es contraria a la separación de poderes. El problema es que el PP y PSOE han pervertido ese sistema y lo han convertido en un correcalles entre los partidos y el CGPJ, y en un fraude constitucional. No es una exageración: aquella misma sentencia del TC ya advirtió del riesgo de que se cayera en la tentación de "distribuir los puestos a cubrir entre los distintos partidos, en proporción a la fuerza parlamentaria de éstos", alertando de que la lógica partidista “empuja a actuaciones de este género”, y calificaba como una exigencia constitucional “mantener al margen de la lucha de partidos ciertos ámbitos de poder y, entre ellos, y señaladamente, el Poder Judicial". Nada de perverso tiene que el CGPJ sea íntegramente elegido por el Parlamento: la perversión está en el sistema de cuotas, es decir, el reparto de los puestos entre dos partidos que sumen 3/5 de los escaños más por criterios de afinidad que de competencia profesional.
Es posible que PSOE y PP (cuyos diputados alcanzan una mayoría de 3/5) hayan consensuado una lista virtuosa de vocales. Algunos y algunas que han aparecido en las informaciones de prensa me parecen excelentes. No quiero entrar en eso. Tampoco voy a poner en duda el prestigio del magistrado Marchena, al que han propuesto para presidir el Consejo antes incluso de saberse quiénes serán vocales; pero es imposible no darse cuenta de que si finalmente los 20 vocales designados lo nombran presidente, será porque su primera decisión ha sido un “acto de obediencia”. Y no de obediencia al parlamento, ni al sistema: más bien obediencia al régimen. A la corte. A Ferraz y a Génova.
Tanta reincidencia en el mismo vicio nos está dejando sin argumentos a quienes defendíamos la designación parlamentaria frente a la corporativa. Siempre he pensado que las asociaciones judiciales no son mejores que los partidos, y que a la lógica de “los míos” y “los tuyos” añaden la lógica de los favores recíprocos y los clanes endogámicos. Pero estoy por claudicar. Al menos cambiaríamos unos vicios viejos por otros nuevos. En todo caso, aún tendríamos en la reserva fórmulas más imaginativas, por las que yo apostaría de entrada: los vocales judiciales se eligen por sorteo de entre los candidatos que reúnan los requisitos, y las sedes del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo se desplazan a Teruel. Lejos de la corte. Lejos del régimen, y más cerca del sistema. Y de los ciudadanos.
Miguel Pasquau Liaño. Magistrado

martes, 13 de noviembre de 2018

LAS CONTINUAS MENTIRAS DEL CASO ‘JUANA RIVAS’

Juana Rivas

Cansa, año y medio después de que Juana huyera con sus hijos para protegerlos, escuchar o leer en medios de comunicación las mismas mentiras una y otra vez. Cuando una cree que la raíz del caso se conoce, que existe algo más de conciencia, que abogadas y abogados que van por platós han leído a compañeras juristas como Mujeres Juezas o Dones Juristes… una se queda en shock cuando ven cómo se difunden falsedades todavía.
En casos así, se hace URGENTE que las personas que opinen sobre ello tengan una formación de género real y continua, porque dar la palabra a una abogada solo por el hecho de serlo no sirve de nada. Podrá hablar de penas, de instancias, de tribunales… pero ignora tanto el caso Juana como la dimensión real de las violencias machistas.
Así, he escuchado y leído estos días, una burrada de descalificativos hacia Juana. El odio que despierta en cierta parte del gremio periodístico resulta ya enfermizo. Esa obsesión visceral que algunos tienen cuando hablan de ella, llamándola delincuente y secuestradora de niños, olviden que machacan a la vez, con esas palabras a sus propios hijos, y a todas las víctimas de violencia machista que, por lo que se ve, las respetan bastante poco.
Otras veces, no se miente pero se duda. Se deja entrever que no se puede apoyar a Juana, que no es lo correcto. Eso de “contra el maltrato, tolerancia cero”, se olvida completamente en su caso. Podría hacer un artículo extenso, pero voy a marcar tres puntos clave falsos que aún hoy, escandalosamente, se dicen del caso Juana.
Juana NO fue condenada por agresiones y NO miente cuando dice que fue maltratada. En varias tertulias se saca a relucir que en la primera denuncia de Juana en 2009, ella también había agredido, o que se inventa que fue maltratada. Basta leer la sentencia nº 242/2009 para tener dos cosas claras:
-      Una, que en los hechos probados, se “declara probado” que Arcuri pide a Juana explicaciones de dónde había estado y que tras ello, “la ha golpeado repetidamente, cuando la misma intentaba entrar en la habitación, causándola lesiones que han necesitado de asistencia facultativa”.
-      Dos. El fallo: “Que ABSOLVIENDO a Juana Rivas del delito de malos tratos del que venía siendo acusada debo CONDENAR Y CONDENO a Francesco Arcuri como autor responsable de un delito de lesiones en el ámbito familiar”.
Para las y los periodistas que abran la boca sobre el tema de la denuncia a Juana, les remito que se informen sobre las contradenuncias a través del Consejo General del Poder Judicial. Es más viejo que el timo de la estampita y aún hay gente que se traga este cuento: los maltratadores suelen denunciar a sus parejas. ¿Para qué? Para hacerse ellos pasar por víctimas y dejar de ser responsables. Lo hemos repetido 700.000 veces.
Ella SÍ podía denunciar en España. Cuando todo el mundo pone de vuelta y media a Juana por la sustracción de menores, siempre, siempre, siempre, callan que el polémico juez que la ha condenado por sustracción (ojo, el mismo día del juicio ya había firmado su sentencia) NO tuvo en cuenta la denuncia previa que Juana interpuso en verano de 2016. Lo ignoran en el contexto pero, además, cuando se recuerda, dicen que Juana no debía poner la denuncia aquí, sino en Italia desde el momento que su marido era italiano. ¿Cómo? ¿Ahora cuando nos enamoramos de una pareja de otro país tenemos que saber también de jurisdicción internacional? Y entonces, cuando algo tan obvio cae sobre su propio peso, descubren que opinan del caso Juana sin ni siquiera saber lo que dice el artículo 17 de la Ley del Estatuto de la Víctima: “En el caso de que las autoridades españolas resuelvan no dar curso a la investigación por falta de jurisdicción, remitirán inmediatamente la denuncia presentada a las autoridades competentes del Estado en cuyo territorio se hubieran cometido los hechos”.
Es decir, Juana denuncia en España porque HUYE de un maltratador. Juana denuncia (eso que tanto criticáis que las víctimas no hacen, cuando si no lo hacen es por MIEDO). Juana confía en la justicia y se encuentra que, como los hechos son de Italia, en vez de que se cumpla la ley, se traduzca la denuncia y se remita, se GUARDA EN UN CAJÓN, y no se envía a Italia hasta un año después. Por lo tanto, Juana no HUYE con sus hijos para hacer daño al padre, huye porque pone una denuncia, la justicia la ignora y NO ve manera de proteger a sus hijos. Así que Juana ha sido condenada antes por lo que llaman “sustracción” en lugar de investigar la raíz de la huida: una denuncia de malos tratos. La violencia institucional de su caso es abismal.
La violencia psicológica también cuenta. Lamentablemente veo también, tertulia tras tertulia, que solo se ha reaccionado o se ha hecho una pausa cuando se ha hablado de las lesiones que presenta en su cuerpo el hijo menor de Juana. ¿Por qué nadie se plantea el daño psicológico, el que no se ve? ¿Por qué seguimos poniendo el tope de los malos tratos en el daño físico? ¿Por qué apenas se habla de los niños? ¿Por qué ese empeño en seguir ensuciando la imagen de Juana, como si no fuese suficiente con todo lo que vimos en 2017? ¿Por qué insistir en que ella decidió volver con Arcuri cuando ya todos y todas debemos saber, sin la mínima duda, que las maltratadas vuelven con sus agresores en muchos casos justo por eso, porque están siendo maltratadas?
¿Por qué se ignora otros casos como los de Ángela González o el más reciente, el de Castellón, donde se observa que la justicia no siempre protege aunque denuncies 50 veces? ¿Por qué callar los errores de la justicia? ¿Por qué pretender informar desde la irresponsabilidad? ¿Por qué no se respeta a las víctimas? ¿Por qué seguís haciendo el mismo periodismo basura? ¿Por qué tanto abogada y abogado en plató, hablando de este caso fríamente, ignorando los artículos que no conviene mencionar y sin contemplar, en ningún momento, perspectiva ni social ni psicológica del caso?
La respuesta ya sabemos que se llama patriarcado pero, a este ritmo, y dado que dudo que sean unos ignorantes, también se llama nula profesionalidad. Al menos, por decencia, callen por los platós de televisión y estudios de radio a los que van, por respeto a las víctimas. Y porque lo mismo, de aquí a unos años, se tendrán que tragar sus palabras y se reconocerán como cómplices.
Ana Bernal Triviño

sábado, 3 de noviembre de 2018

EL REY EMÉRITO Y LA CAJA 'B' DE LOS BORBONES


 
Juan Carlos I podría haber cobrado comisiones ilegales
Cuando el río suena, agua lleva”, reza el dicho popular.
En los últimos años son muchas voces que apuntan a la existencia de una Caja B de la monarquía, una suerte de flujo de enriquecimiento paralelo a los recursos que recibe la Casa Real de los presupuestos del Estado. Según el New York Times, el monarca tenía en 2012 una fortuna valorada en 2.300 millones de dólares, lo que le situaba como la sexta fortuna de España ese año, por delante de las hermanas Koplowitz, o de Florentino Pérez. En el artículo narraban que el rey llegó al trono en 1975 con nada y, desde entonces, “ha trabajado duro para generar su propia fortuna personal, más allá de los 8,3 millones de euros de presupuesto anual”. No obstante, hay que tener en cuenta que no existen datos oficiales que acrediten esta cantidad.
En todo caso, las dudas que genera la falta de datos sobre su patrimonio privado podría haberse solucionado con la publicación de su patrimonio, algo que hacen ya todos los altos cargos del Estado. Pero si la falta de transparencia denota una actitud poco colaboradora, sorprende aún más que la Casa Real o el Gobierno defiendan al rey emérito y minusvaloren las acusaciones de su entorno más cercano de haberse lucrado ilícitamente. Es el caso de la reciente grabación filtrada de Corinna zu Sayn-Wittgenstein, en la que aseguraba que el rey “cobró 100 millones de una comisión”, y que podría zanjarse con una explicación convincente o un dato por parte de la Casa Real o el Gobierno.
Sin embargo, el Gobierno ha optado por ir a la ofensiva y proteger al monarca, tanto en la pieza separada del caso Tandem que investiga las grabaciones del ex comisario Villarejo a Corinna (y que finalmente ha sido archivado); como en la posible comisión de investigación en el Congreso, con la que podría cerrar para siempre el debate con explicaciones convincentes. En cambio, sólo hay silencios y negaciones, pero ningún dato. Y, en todos los casos, se utiliza un argumento que es del todo inculpatorio: investigar la riqueza del rey choca con la inviolabilidad que le otorga la Constitución. Es decir, no dicen que sea falso que se haya enriquecido, pero sí que esto es imposible de investigar. Un argumento de autoridad que choca con la idea de un Estado democrático y con las reglas elementales del Estado de derecho.
Lo que es innegable es que, aunque pretendan exculpar al monarca ab initio, hay demasiados indicios que apuntan a la existencia de una fortuna paralela de la monarquía escondida una Caja B, que se ha ido amasando junto a personajes que son el pilar de grandes casos de corrupción:
-       El caso KIO y Manuel de Prado y Colón de Carvajal: el administrador del rey Juan Carlos entró en la cárcel en 2003 por apropiación indebida del dinero de una filial del grupo Kuwaiti KIO. En sus memorias (publicadas en septiembre de este año) contaba que cuando ingresó en prisión “el rey seguía tan pancho. Entiéndanlo en el buen sentido. No tenía nada que temer”. Prado fue el administrador privado del rey y mano derecha durante su etapa como sucesor de Franco y éste le otorgó toda clase de privilegios -ya como rey-, como el de embajador, patrón de las olimpiadas, o de la Expo92. Gracias a las conexiones con la Casa Real, acabó como presidente de Iberia, y consejero de un sinfín de empresas del ámbito de derivados del petróleo y gas como Butano, SA, ENAGAS, CAMPSA, Saras Energía, ERG Petróleos y ENEROIL. Es precisamente del sector del petróleo donde supuestamente provendría parte de la fortuna del rey Juan Carlos, a través de comisiones que recibiría por la intermediación entre los países productores árabes y las petroleras españolas. Hay que puntualizar que, además, es un ámbito de alto impacto en la sociedad, pues la venta de gasolina en España tiene el margen de beneficio más elevado (precios antes de impuestos) de Europa (0,403 frente a 0,378 de la media europea).
Felipe VI podría haber participado en reuniones del Grupo Noos
según Diego Torres
-       Diego Torres y el caso Noos: Diego Torres apuntó a la presencia del rey emérito y el vigente rey Felipe VI en las reuniones del instituto Noos, la empresa de Urdangarín que utilizaba para contratar con la administración y por lo que ha sido condenado a prisión. Ante las cámaras de La Sexta el socio de Urdangarín apuntó incluso a que “El rey Felipe VI aparece en una de las actas de reunión de Nóos.  Tanto en sus declaraciones como en el juicio, declaró el conocimiento del monarca y su entorno de las cuentas y pormenores del Instituto Noos. En declaraciones a prensa escrita declaró que “el rey Juan Carlos hizo gestiones para conseguir un patrocinio de 110 millones de euros”. El fiscal del caso Noos, Pedro Horrach, apuntó a la existencia de delitos fiscales en el caso del rey, ya que supuestamente le hizo una donación de 1,5 millones a la Infanta para comprar el palacete de Pedralbes. Pero que acudiera no era posible, según el ex fiscal, “porque tenía inmunidad”.
-       Francisco Correa y la trama Gürtel: en lo publicado por eldiario en 2015, el líder de la trama Gürtel, Francisco Correa, apuntó a la existencia de un personaje relevante que estaría en la famosa cuenta Soleado en Suiza y que ello garantizaba su seguridad. Entre las pistas que da figura el que su chófer llevaba al financiero Arturo Fasana a visitar a su cliente, y que en Suiza pudo acreditar que efectivamente era él. Finalmente, en las grabaciones de Corinna publicadas este verano, esta declaraba que el abogado Dante Canonica era el que creaba estructuras opacas y ponía propiedades a su nombre. Dante, abogado que trabaja para Fasana, declaró en 2009 en la audiencia nacional por el dinero del caso Gurtel que terminaba en la cuenta suiza que Fasana y él administraban. En su declaración a los medios, Pablo Crespo, cabecilla de Gurtel ha señalado recientemente en una entrevista a Fasana como el principal que podría resolver la duda: “Fasana puede aclarar si Juan Carlos I tenía dinero en Suiza; dudo que le pregunten”.  Si en el escrito de Correa relató que en la cuenta Soleado aparecían “las iniciales de dos importantes instituciones del Estado”, en el juicio de la Gurtel detalló la importancia de este dato “porque entonces sería una revolución, abriríamos mañana, o esta tarde, todos los periódicos”.
-       El Compiyogui, Villarejo, Corinna y las comisiones: es la prueba más contundente, y procede de la supuesta amante del rey emérito y acompañante en viajes oficiales, Corinna zu Sayn-Wittgenstein. Según estas declaraciones filtradas a la prensa, la fortuna del rey la ocultarían diversos testaferros, pero principalmente su primo Álvaro de Orleans y Borbón. En las grabaciones, detalla con lujo de detalles la operativa: “Ponen la propiedad dentro de la estructura, hacen como un contrato de venta y entonces parece todo perfecto. Claro, no pueden decir que el beneficiario es el otro (en referencia al rey emérito). Entonces, sin decírmelo, me lo ponen y después dicen: ‘Esta no quiere devolverle la cosa’. Pero si lo hago, es money laundering. Es blanqueo”. Estas conversaciones también explicarían el rol de Corinna en sus múltiples viajes a Arabia Saudí junto a Juan Carlos, o en su ausencia. En una de las grabaciones el rey se quejó, según Corinna, al presidente de OHL por no haber recibido la comisión por la adjudicación del tren a la Meca: “¡No me jodas, mi comisión! Yo hice el tren. Yo hablé con mi amigo, mi hermano, y con los saudíes” (…) “me tenéis que pagar a mí, no a Zanganeh. Yo me reuní con quien cerró el contrato”.  Este testimonio explicaría el SMS que publicó el diario Público en el cual el compiyogui de la reina Leticia, Javier López Madrid, escribió: “He pensado que lo mejor es que sea el rey padre el que reciba a Neil [Brimson] y compañía en privado y eso lo gestiono con mi cuñado”. Según apuntan, Neil Brimson era socio gerente de la oficina Herbert Smith, uno de los dos asesores jurídicos del macroproyecto saudí.
Todas las dudas que generan estos indicios sobre la fortuna del rey podrían ser resueltas en una Comisión de Investigación en el Congreso con la testificación del rey emérito, que podría zanjar la cuestión. La cuestión a dilucidar es si se censura la investigación sobre el rey por convicción o porque temen que sea un revulsivo, pues parece que la transparencia podría ser perjudicial para su imagen y futuro. Como señala Jaime Peñafiel en una entrevista reciente, “es imposible que yo sea monárquico (…) porque les conozco”.
Rubén Juste

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