jueves, 27 de septiembre de 2018

MASONAS, MUJERES PIONERAS DEL FEMINISMO EN ESPAÑA

Concepción Arenal, masona y feminista

La historia del feminismo en España está estrechamente ligada a la de la masonería. Esta institución apareció en la península ibérica en 1728 al amparo de masones iniciados en el extranjero y, a pesar de la extrema severidad de las persecuciones a las que se vio sometida durante varios períodos, se extendió rápidamente. El reinado de Carlos III, déspota ilustrado, fue el único que permitió la creación del Gran Oriente de España en 1780. El poder de la Iglesia amordazó el movimiento y el rey absolutista Fernando VII lo declaró ilegal.
Sin embargo, la Revolución de 1868 y el Sexenio Democrático que la siguió conllevaron una serie de reformas liberales como la libertad de culto, de enseñanza y de asociación, lo que hizo surgir un clima de libertad ciudadana que permitió el desarrollo y la consolidación de logias masónicas que reunían tanto a republicanos como a espiritistas o incluso a anarquistas.
Logias de Adopción
En sus inicios, las logias eran masculinas, pero algunos de sus miembros, por el principio de igualdad (que es el código ético intrínseco al movimiento), estaban a favor de la integración de mujeres con el fin de llevar a cabo todos juntos el proyecto declarado del Gran Oriente de España: erradicar el analfabetismo mediante la educación —en escuelas únicas y laicas, lejos de la influencia de la Iglesia— de todas las capas sociales y, especialmente, de los niños, cuyos derechos fundamentales debían ser respetados.
No existía un estatuto que regulara la presencia de las mujeres en las logias. Sin embargo, la difusión de ideologías como el krausismo favorecieron el reconocimiento de su condición. Las mujeres ingresaban en las logias masculinas y asumían las mismas tareas que los hombres. Después, una vez que el número de mujeres en una logia masculina se consideraba suficiente, estas se unían a una logia de Adopción, constituida únicamente por mujeres y apadrinada por una logia masculina.
La Liga de Educación y Enseñanza
Así fue como, entre 1868 y 1900, cuatrocientas mujeres se unieron a la masonería en España y se comprometieron en la vida pública con la intención de rechazar los estereotipos de género que hacían de la mujer un “ángel del hogar” asociado sin remedio a la delicadeza, la discreción y la sumisión. Las masonas querían que se respetara la dignidad de la mujer y su derecho a ser independiente, cualquiera que fuese su condición social. La educación universal era una prioridad, como muestra el hecho de que la Liga de Educación y Enseñanza (LEYE), que fue creada por varias logias, estuviera dirigida por dos masonas, Ana María Ronda Pérez y Matilde Muñoz.
Feministas anticlericales
Ángeles López de Ayala, masona y feminista
Las masonas españolas del siglo XIX eran anticlericales, feministas laicas, librepensadoras y muy activas: promovían reuniones y publicaban artículos y columnas en la prensa liberal. También crearon asociaciones y organizaban manifestaciones. No todas tenían la misma sensibilidad en el seno del movimiento. Así como muchas eran partidarias de la emancipación total de la mujer, una minoría (entre las que se encontraba Mercedes Vargas de Cambó, escritora catalana que se unió a una logia en 1883) persistía en vincular de forma intrínseca a la mujer, influencia principal del espacio privado y, por tanto, educadora de su familia, con la maternidad.
Otras fueron más lejos en la causa feminista. Por ejemplo, Concepción Arenal publicó en 1869 su ensayo La mujer del porvenir, que presentaba a la mujer como un individuo autónomo que debía integrarse en la sociedad y en el mundo laboral. En su obra La mujer de su casa, publicada en 1883, afirmaba también que desear para la mujer la perfección en el seno del hogar no era motivo de progreso social, sino que, al contrario, con esta actitud se mantenía a la mujer en la sumisión y la ignorancia, puesto que carecía de independencia financiera y su educación era deficiente. Concepción Arenal tenía el apoyo de Emilia Pardo Bazán, otra escritora masona que rechazaba el sometimiento de las mujeres y que, a pesar de la gran oposición que encontró, consiguió ocupar una cátedra de Literaturas Neolatinas en la Universidad Central de Madrid.
Rosario de Acuña, por su lado, cuando ingresó en la masonería en 1886, era ya una escritora comprometida que afirmaba que las mujeres eran los verdaderos motores de los cambios sociales. Fue una de las pocas masonas aristócratas, pero su discurso sobre la emancipación de las mujeres, a menudo radical, y su comportamiento, contrario a veces a las reglas estrictas de las logias de Adopción, la convirtieron en un electrón libre y, en ocasiones, denigrado. En 1891, representó El Padre Juan, una obra de teatro anticlerical que fue un escándalo, y puso en marcha una granja avícola que proveyó a toda España de unos huevos de una calidad excepcional… Para ella, la regeneración social solo era posible a partir de una vida en contacto con la naturaleza, alejada del consumo a ultranza, de los dictados de la moda y del ritmo desenfrenado de la ciudad. Tanto en sus discursos como en sus artículos, llamaba a las mujeres a tener conciencia de su valor y de su capacidad para mejorar la especie humana. A pesar del acoso continuo que la obligó a exiliarse en Portugal, continuó su lucha sin descanso.
Hubo otras masonas que sufrieron persecuciones similares, como fue el caso de Ángeles López de Ayala, que creció en el seno de una familia burguesa liberal de la que algunos miembros eran también masones. No tardó en ingresar en una logia ni en mostrar su compromiso en favor de la autonomía de las mujeres mediante la publicación de numerosos artículos en la prensa liberal. Llegó a estar a cargo de una columna en Las Dominicales del Libre Pensamiento. Declaró abiertamente que la mujer debía liberarse tanto de la influencia de la Iglesia como de la dominación masculina. También rechazaba la monarquía. Estas ideas eran tan radicales que su casa fue incendiada y ella misma fue objeto de dos intentos de asesinato. Aunque estuvo varias veces en prisión, eso no impidió que continuara defendiendo públicamente la masonería. Igualmente cabe citar a las hermanas Amalia y Ana Carvia, que ingresaron en una logia en 1887 y crearon la Fundación de Huelva, que trabajaba para liberar a la mujer de la moralidad cristiana.
Con el fin de alcanzar una visibilidad y audiencia mayores, algunas masonas se asociaron, como fue el caso, en 1889, de Ángeles López de Ayala, Amalia Domingo Soler (novelista y espiritista) y Teresa Claramunt (obrera anarquista). Esto llevó a la creación en Barcelona de la Sociedad Autónoma de Mujeres, cuyo objetivo declarado era motivar a las mujeres de toda clase y condición para que participaran en los debates políticos y culturales.
Las reivindicaciones avanzaban y, finalmente, las mujeres llegaron mucho más lejos de lo que los hombres se esperaban: el compromiso por un mundo mejor y más igualitario guardando el respeto por los esquemas tradicionales se convirtió en una lucha por la liberación de todas las mujeres y en todos los niveles de la sociedad. Siguiendo el ejemplo de Belén Sárraga (incorporada a la masonería en 1896), una de las primeras mujeres médicas de España y partidaria de la separación de Iglesia y Estado, las masonas feministas de los últimos años del siglo XIX, que rechazaban cada vez más la burocracia y la jerarquización de sus miembros, trabajaron por la integración de las mujeres obreras en las logias; una necesidad, según ellas, para la lucha común que se anunciaría en los albores del siglo XX: la obtención de la igualdad de derechos políticos y el sufragio femenino.
Christelle Schreiber–Di Cesare, Doctora en Estudios Romanos y profesora de la Universidad de Lorena

martes, 18 de septiembre de 2018

ALQUILAR VIENTRES Y REGULAR LA PROSTITUCIÓN: NEOLIBERALISMO 100%


“Los paralelismos que existen entre la prostitución y la subrogación se me hicieron evidentes de inmediato. Dos industrias se benefician de los cuerpos femeninos: una de su sexo y otra de su útero. Dos industrias comercializan funciones humanas básicas: la sexualidad y la reproducción. Y estas constituyen la base de la opresión histórica de la mujer y de su división permanente en putas y santas”. Kajsa Ekis Ekman
Cada vez que me preguntan por qué no apoyo ni los vientres de alquiler ni la prostitución siempre respondo que todas las violencias machistas tienen un punto en común: la deshumanización.
La violación existe porque nos deshumanizan. Los asesinatos machistas existen porque nos deshumanizan. Los malos tratos (físicos y psicológicos) existen porque nos deshumanizan. Y sí, los vientres de alquiler y la prostitución existen porque nos deshumanizan.
Eliminan cualquier connotación como persona para ser consideradas como un objeto más, una propiedad sobre la que decidir, que machacar o que violentar. Obviamente, este proceso no se lograría sin una desigualdad previa que nos considera inferiores
¿Cómo se convierte una mujer en objeto? Con dinero. Si algunos hombres han justificado, solo por hecho del casamiento o formalización de la pareja, que ella es parte de su “propiedad”, imaginen hasta qué grado se fortalece esa idea cuando hay dinero. Para convertir a una mujer en cosa, de la manera más rápida, extrema y eficaz posible, nada como el intercambio de dinero, como quien compra una muñeca hinchable. ¿Cómo normalizar y convertir la explotación en un acto comercial más? Con la perversión del lenguaje. ¿Cómo aplastar derechos de la mujer y convertirlos en mercancía? Con tres puntos en común que se pueden trasladar tanto a la prostitución como los vientres de alquiler.
“Es su libre consentimiento”. Nos dicen que la madre gestante es porque quiere, y que la prostituta es porque quiere. No nos dicen que la madre gestante vive en un país pobre y que no tiene alternativa. No nos dicen (o lo pasan por alto) que la prostituta puede ser una mujer sometida, pobre, o víctima de trata. Para callar bocas ponen a la prostituta en un programa de televisión declarando que lo hace por libre elección, cuando algunos proxenetas (ver el libro de Mabel Lozano) admiten que llevan a esas mujeres por platós bajo amenazas de matar a sus familias en sus países de origen. Luego añaden que “quién eres tú para decirle a ella qué hacer con su cuerpo”, cuando son los primeros en decir a esa mujer que someta su cuerpo a explotación y lo normalice. Mensajes como “déjala ser prostituta, que ella lo hace porque le gusta” o “déjala, que se queda embarazada para otros porque le gusta” validaría otras situaciones violentas como “déjala y no te metas en la relación, que hay mujeres a las que les gusta ser maltratadas” o “déjala y no le digas que es víctima, que ser violada puede ser su fantasía”. Eso, que hoy a una buena parte nos parece auténticas burradas, quedaría legitimado bajo ese libre consentimiento que anula cualquier ley o delito, y deja todo en manos de una ley del salvaje oeste.
“Es su trabajo”. Tanto en la prostitución como en los vientres de alquiler desaparece el concepto de explotación, y ponen de frente el derecho al trabajo o a la sindicación mientras ocultan los derechos humanos que van por encima. Porque no todo es trabajo y mucho menos es trabajo cuando se manipulan conceptos como producto, fuerza de trabajo o medio de producción. Lo sorprendente es que gente de izquierdas se trague el cuento del “trabajo” teniendo una formación marxista en muchos casos. Lo sorprendente es que no se vea que en ninguna profesión su “oficina” o “lugar de trabajo” sea su propio cuerpo. Lo sorprendente es que considere trabajo una “profesión” con altísimos riesgos laborales, que lo anularía como tal. Lo sorprendente es que siempre que se habla de este tema surge la frase de “pues peor es trabajar en un McDonalds”. Y como siempre nos dicen que escuchemos a las prostitutas, pues eso, leed a Evelina Giobbe cuando responde: “Bueno, al menos cuando trabajas en McDonald’s no eres la carne”.
“Hay trabajadoras, empresarios y clientes”. Como buen neoliberalismo, no hay producto sin empresarios y sin clientes. Empresarios en lugar de proxenetas o traficantes de bebés a la carta. Clientes en lugar de puteros o compradores de mujeres como vasijas para bebés. Cada vez que se dice “trabajadora sexual” se deja de nombrar a las víctimas de trata. Cada vez que se dice “empresario sexual” se deja de nombrar los delitos que representan. Cada vez que se dice cliente, se deja de nombrar a quien crea una relación económica de explotación o tráfico de personas.
Es la perversión de llamar servicio a una explotación, de llamar trabajo sexual a una esclavitud sexual, de llamar empresarios a proxenetas y a traficantes de bebés, de llamar cliente a proxenetas, puteros, y compradores de bebés…
No es casualidad que esta estrategia que anula los derechos de la mujer, que anula toda la tradición del feminismo contra la explotación de nuestra libertad sexual y reproductiva, surja en el nacimiento del capitalismo y se fortalezca en pleno neoliberalismo. No es casualidad que, por eso, nos vendan como un objeto del que hacer negocio, porque nos siguen viendo inferiores y porque la misoginia tiene muchas caras.
Ana Bernal-Triviño. Periodista


martes, 11 de septiembre de 2018

LA INDUSTRIA DE LA PROSTITUCIÓN

Interior de un prostíbulo en España 

La banalización de la prostitución se convierte en violencia estructural. Los debates sobre la prostitución giran alrededor de la negación de las violencias contra las mujeres y la transferencia de la culpabilidad a la víctima. Y todo sea para proteger la sexualidad masculina, garantizando su deseo sin límites. Existe también la negación de las consecuencias físicas y psíquicas que genera la prostitución, además de afectar entre hombres y mujeres en la propia familia de los puteros. Ellen Templin (conocida dominatrix y dueña de un burdel en Berlín, ya fallecida) afirmaba que: “No hay prostitución voluntaria. Una mujer que se prostituye tiene motivos para hacerlo. Y son, en primer lugar, razones psíquicas. Cuando una mujer entra en la prostitución su alma ya ha sido destruida”.
Por su parte, Rosen Hircher, que comenzó a prostituirse a los 31 años, añade: “Me parecía totalmente normal lo que hacía. En realidad, fuí abusada por mi tío cuando era niña. Mi padre era alcohólico y sumamente agresivo. Desde mi infancia, estoy acostumbrada a padecer la violencia de los hombres”. Se considera una sobreviviente y ofrece su testimonio para desvelar las mentiras que se cuentan sobre la prostitución voluntaria: “Hablo en mi nombre, pero también en nombre de todas las prostitutas que permanecen encerradas en casa, que no se atreven a hablar y me dan permiso para hacerlo por ellas”. Ella cayó en la prostitución como si fuera algo natural, creyendo que era una elección voluntaria. Hoy es ABOLICIONISTA. “Para ponernos de pie, nos vemos obligados a decir que es una elección, de lo contrario colapsaremos”. Una mañana de octubre de 2009, como resultado de un largo viaje, Rosen decidió que todo había terminado. Terminó la prostitución pero también terminó el alcoholismo que ella había desarrollado, nuevamente. Durante varios años, Rosen Hicher trae su testimonio a la causa abolicionista. Ella cofundó en Francia un movimiento de sobrevivientes de la prostitución, nacido en los Estados Unidos y con ramificaciones en todo el mundo: ¡Prostitución elegida! Actualmente, ella no cree en eso: “Todas las personas que conozco en la prostitución tienen un camino prácticamente idéntico: abuso sexual, violencia doméstica, alcoholismo…” Rosen Hicher cita el caso de una prostituta que dijo que estaba feliz con su condición, mientras admitía haber comenzado a la edad de 5 años, prostituida por su madre. También es a estas personas a quienes Rosen Hicher se dirige: “Quiero que se den cuenta de que están perdiendo sus vidas. Me pregunto qué hubieran sido esos veintidós años si no hubiera sido una prostituta…”.
Un estudio realizado en 2004 por el Ministerio alemán de la Familia, Tercera Edad, Mujeres y Juventud concluyó que un 87% de esas mujeres habían padecido violencias físicas antes de los 16 años. El sistema prostitucional utiliza estos traumas de la infancia en su propio interés y para su beneficio, ya que estás mujeres se encuentran con la autoestima destruida, con un sentimiento de que no se merecen nada mejor. La pornografía es fundamental para la industria de la prostitución; es accesible desde una edad temprana, se convierte en un sistema de educación sexual, donde la ternura está ausente y las formas de practicar el sexo son cada vez más violentas.
La disociación
Michaela Huber, directora de la sociedad alemana Traumatismo y Disociación, dice: “para permitir que personas extrañas penetren tu cuerpo, es necesario suprimir fenómenos naturales, el miedo, la vergüenza, el asco, el sentimiento de extrañeza, el desprecio, la culpa”. En lugar de eso, las mujeres ponen en marcha la indiferencia, una neutralidad, una concepción funcional de la penetración, una resignificación de este acto para convertirlo en un “trabajo o un servicio”. Y explica qué es la disociación: “La disociación es un cortocircuito de las funciones integradoras cuando el estrés se hace insoportable”. En la conciencia se observan fenómenos de trance. La memoria se colapsa y puede aparecer la amnesia. La percepción del entorno se enturbia, (vista reducida, todo parece estar en una neblina). La identidad se distorsiona (se juega un rol determinado y ya no se sabe quién se es). El fenómeno de disociación es muy complejo; no es algo que se puede poner en marcha y desconectar a voluntad. Hay funciones integradoras que pueden quedar apagadas durante mucho tiempo. Durante la disociación, el cuerpo y el cortex están anestesiados en gran parte. Se perciben las cosas pero no todas se memorizan en el cortex, puede haber amnesias y agujeros en la memoria. Ciertas vivencias se registran en otra parte del cerebro que se llama ‘la memoria traumática’. Esta memoria es una especie de caja negra a la que no tenemos acceso mediante nuestra voluntad, ni siquiera sabemos que existe, que recoge los recuerdos traumáticos de manera desordenada, sin noción de espacio ni de tiempo. Puede desencadenarse en cualquier momento por “disparadores”, es decir eventos que recuerdan el traumatismo: “un olor, un color, un ruido, imágenes, palabras, frases, etc.” Esto genera una angustia intensa, como si la persona reviviera el traumatismo en ese momento. Cabe preguntarse si una persona no está verdaderamente presente, si la conciencia está alterada, si no se siente nada y uno está desconectado de su cuerpo, ¿se puede hablar de libertad? El sistema prostitucional se aprovecha del fenómeno de disociación, cuando las mujeres no son capaces de defenderse. Dejan su cuerpo disponible y sufren de violencias extremas.
La legalización
En el año 2002, Alemania aprobó una ley que legaliza la prostitución sin ningún tipo de reglamentación, convirtiéndola en un trabajo como cualquier otro. Hoy, puede decirse que el resultado es catastrófico para las mujeres, pero muy bueno para la industria del sexo. La creación de mega-prostíbulos, con capacidad de recibir alrededor de 1.000 compradores de sexo a la vez. (Chantal Louis: ‘Die Folgen der Prostitution’). Hace 15 años había alrededor de 400.000 mujeres prostituidas en Alemania y 1,2 millones de hombres que compraban sexo, pero actualmente hay mayor demanda. Hoy, muchos oficiales de policía estiman que el número se ha incrementado en, al menos, un 30%. La guía turística oficial de Munich promociona sus prostíbulos y en algunos ofrecen tarifa plana: por 60€ se ofrece una cerveza, una salchicha y acceso a mujeres. Se observa la llegada de turistas sexuales del mundo entero: “llegan en grupos traídos por micros directamente desde el aeropuerto de Frankfurt a los mega-prostíbulos”. El comprador no es el tipo simpático que solo quiere un poco de sexo. ¡No!, la prostitución atrae a los psicópatas y alimenta los comportamientos antisociales de los hombres. Dichos comportamientos no quedan encerrados en los prostíbulos, ya que influyen en la relación cotidiana entre hombres y mujeres. Por otro lado, las prácticas de los puteros son cada vez más peligrosas. Existe un aumento de las violencias contra las mujeres y una falta de protección para ellas.
En Alemania, la composición de las mujeres prostituidas ha cambiado. Las mujeres vienen de las regiones más pobres de Europa y pertenecen a las minorías que viven en la extrema pobreza. Actualmente, alrededor del 95% viene del extranjero. El 30% de las mujeres son jóvenes, tienen menos de 21 años. Muchas veces han sido sacrificadas por sus propias familias para sostén económico. Llegan a Alemania y son sometidas a los deseos perversos de los puteros. No tienen capacidad para decir no, ni para defenderse. Están completamente superadas por la situación y completamente traumatizadas. Muchas de ellas piden en seguida psicofármacos o drogas después de sus primeras experiencias. Dicen “sin eso no podemos sobrevivir”.
Estas mujeres están muy traumatizadas, desarrollan depresiones, pesadillas, problemas físicos, somatizan, tienen dolores de estómago, se enferman y desarrollan una gran desesperanza. En cuanto a la violencia, el estudio internacional realizado por Melissa Farley, en 2008, reveló las siguientes estadísticas: 82% de mujeres son agredidas físicamente, 83% amenazadas con arma, 68% son violadas. Teniendo en cuenta estos números, es difícil hablar de un oficio como cualquier otro. Y estos estudios ya tienen 10 años; las cosas han empeorado considerablemente en Alemania.
La psicoterapeuta alemana, Michaela Huber, presidenta de la Asociación alemana de Traumatismo y Disociación, nos invita a reflexionar sobre la situación: “¿Es eso lo que queremos? Es una discusión que deberíamos darnos en nuestra sociedad. ¿Queremos aceptar que millones de hombres compren cada día cuerpos de mujeres para penetrarlas? ¿Nos parece equitativo? ¿Qué sociedad puede creer que es justo?”.
Teresa Galeote Dalama. Escritora
Publicado en Crónica Popular

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