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Juana Rivas |
Cansa, año y medio después de que
Juana huyera con sus hijos para protegerlos, escuchar o leer en medios de
comunicación las mismas mentiras una y otra vez. Cuando una cree que la raíz
del caso se conoce, que existe algo más de conciencia, que abogadas y abogados
que van por platós han leído a compañeras juristas como Mujeres Juezas o Dones Juristes…
una se queda en shock cuando ven cómo se difunden falsedades todavía.
En casos así, se hace URGENTE que
las personas que opinen sobre ello tengan una formación de género real y
continua, porque dar la palabra a una abogada solo por el hecho de serlo no
sirve de nada. Podrá hablar de penas, de instancias, de tribunales… pero ignora
tanto el caso Juana como la dimensión real de las violencias machistas.
Así, he escuchado y leído estos
días, una burrada de descalificativos hacia Juana. El odio que despierta en
cierta parte del gremio periodístico resulta ya enfermizo. Esa obsesión
visceral que algunos tienen cuando hablan de ella, llamándola delincuente y
secuestradora de niños, olviden que machacan a la vez, con esas palabras a sus
propios hijos, y a todas las víctimas de violencia machista que, por lo que se
ve, las respetan bastante poco.
Otras veces, no se miente pero se
duda. Se deja entrever que no se puede apoyar a Juana, que no es lo correcto.
Eso de “contra el maltrato, tolerancia
cero”, se olvida completamente en su caso. Podría hacer un artículo
extenso, pero voy a marcar tres puntos clave falsos que aún hoy,
escandalosamente, se dicen del caso Juana.
Juana NO fue condenada por
agresiones y NO miente cuando dice que fue maltratada. En varias tertulias
se saca a relucir que en la primera denuncia de Juana en 2009, ella también
había agredido, o que se inventa que fue maltratada. Basta leer la sentencia nº
242/2009 para tener dos cosas claras:
- Una, que en los
hechos probados, se “declara probado”
que Arcuri pide a Juana explicaciones de dónde había estado y que tras ello, “la ha golpeado repetidamente, cuando la
misma intentaba entrar en la habitación, causándola lesiones que han necesitado
de asistencia facultativa”.
- Dos. El fallo: “Que ABSOLVIENDO a Juana Rivas del delito de
malos tratos del que venía siendo acusada debo CONDENAR Y CONDENO a Francesco
Arcuri como autor responsable de un delito de lesiones en el ámbito familiar”.
Para las y los periodistas que abran
la boca sobre el tema de la denuncia a Juana, les remito que se informen sobre
las contradenuncias a través del Consejo General del Poder Judicial. Es más
viejo que el timo de la estampita y aún hay gente que se traga este cuento: los
maltratadores suelen denunciar a sus parejas. ¿Para qué? Para hacerse ellos
pasar por víctimas y dejar de ser responsables. Lo hemos repetido 700.000
veces.
Ella SÍ podía denunciar en
España. Cuando todo el mundo pone de vuelta y media a Juana por la
sustracción de menores, siempre, siempre, siempre, callan que el polémico juez
que la ha condenado por sustracción (ojo, el mismo día del juicio ya había
firmado su sentencia) NO tuvo en cuenta la denuncia previa que Juana interpuso
en verano de 2016. Lo ignoran en el contexto pero, además, cuando se recuerda,
dicen que Juana no debía poner la denuncia aquí, sino en Italia desde el
momento que su marido era italiano. ¿Cómo? ¿Ahora cuando nos enamoramos de una
pareja de otro país tenemos que saber también de jurisdicción internacional? Y
entonces, cuando algo tan obvio cae sobre su propio peso, descubren que opinan
del caso Juana sin ni siquiera saber lo que dice el artículo 17 de la Ley del
Estatuto de la Víctima: “En el caso de
que las autoridades españolas resuelvan no dar curso a la investigación por
falta de jurisdicción, remitirán inmediatamente la denuncia
presentada a las autoridades competentes del Estado en cuyo territorio se
hubieran cometido los hechos”.
Es decir, Juana denuncia en España
porque HUYE de un maltratador. Juana denuncia (eso que tanto criticáis que las
víctimas no hacen, cuando si no lo hacen es por MIEDO). Juana confía en la
justicia y se encuentra que, como los hechos son de Italia, en vez de que se
cumpla la ley, se traduzca la denuncia y se remita, se GUARDA EN UN CAJÓN, y no
se envía a Italia hasta un año después. Por lo tanto, Juana no HUYE con sus
hijos para hacer daño al padre, huye porque pone una denuncia, la justicia la
ignora y NO ve manera de proteger a sus hijos. Así que Juana ha sido condenada
antes por lo que llaman “sustracción”
en lugar de investigar la raíz de la huida: una denuncia de malos tratos. La
violencia institucional de su caso es abismal.
La violencia psicológica también
cuenta. Lamentablemente veo también, tertulia tras tertulia, que solo se
ha reaccionado o se ha hecho una pausa cuando se ha hablado de las lesiones que
presenta en su cuerpo el hijo menor de Juana. ¿Por qué nadie se plantea el daño
psicológico, el que no se ve? ¿Por qué seguimos poniendo el tope de los malos
tratos en el daño físico? ¿Por qué apenas se habla de los niños? ¿Por qué ese
empeño en seguir ensuciando la imagen de Juana, como si no fuese suficiente
con todo lo que
vimos en 2017? ¿Por qué insistir en que ella decidió volver con Arcuri cuando
ya todos y todas debemos saber, sin la mínima duda, que las maltratadas vuelven
con sus agresores en muchos casos justo por eso, porque están siendo
maltratadas?
¿Por qué se ignora otros casos como
los de Ángela González o el más reciente, el de Castellón, donde se observa que
la justicia no siempre protege aunque denuncies 50 veces? ¿Por qué callar los
errores de la justicia? ¿Por qué pretender informar desde la irresponsabilidad?
¿Por qué no se respeta a las víctimas? ¿Por qué seguís haciendo el mismo
periodismo basura? ¿Por qué tanto abogada y abogado en plató, hablando de este
caso fríamente, ignorando los artículos que no conviene mencionar y sin
contemplar, en ningún momento, perspectiva ni social ni psicológica del caso?
La respuesta ya sabemos que se llama
patriarcado pero, a este ritmo, y dado que dudo que sean unos ignorantes,
también se llama nula profesionalidad. Al menos, por decencia, callen por los
platós de televisión y estudios de radio a los que van, por respeto a las
víctimas. Y porque lo mismo, de aquí a unos años, se tendrán que tragar sus
palabras y se reconocerán como cómplices.
Ana Bernal Triviño
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