Son pequeños detalles, gestos que individualmente hasta nos hacen gracia porque consideramos patético que en pleno siglo XXI sobrevivan especímenes humanos propios del pasado. No somos conscientes de que convivimos con regímenes totalitarios con absoluta normalidad, que apenas a unos kilómetros de nuestras fronteras los sátrapas masacran a sus propios pueblos. Gadafi, Asad son la muestra que nos permitimos criticar, siempre que los intereses comerciales no estén en riesgo, pero junto a ellos hay decenas de tiranos a quienes les ponemos carita de complicidad y les tendemos alfombras cuando nos visitan. Nadie osa criticar a los jeques y emires que compran o patrocinan nuestros equipos de futbol, ¿a quien importan los derechos humanos o los derechos de la mujer en el mundo árabe?, es más, ciudades enteras y aficiones de toda España sueñan con el milagro de los petrodólares para que su equipo le moje la oreja a los dos grandes. Yo que soy pielroja he caído también en la tentación y he...