El ministro Fernández Díaz es un hombre piadoso, casi místico, que se revela guiado en su periplo político por el influjo de una santa de Ávila que lleva algunos siglos muerta. Rodrigo Rato navegando en aguas mallorquinas De tal declaración se puede extraer una conclusión que salta a la vista: El ministro padece una visión distorsionada de la realidad (y de la piedad, me atrevo a añadir) que desde el punto de vista psiquiátrico podría ser un factor incapacitante para su función pública. Otros lo llaman verdadera fe. Pero entonces, ¿debemos creer que Fernández Díaz actuó bajo el influjo de Santa Teresa cuando se reunió con Rato? ¿Por qué querría la santa interceder por un “ quinqui deluxe ” como don Rodrigo? Los misterios de la fe son inescrutables. Como las decisiones del ministro Fernández Díaz y las explicaciones sobre dicha reunión que dio tarde y mal. Otra vez se adentró en el mundo de lo sobrenatural aludiendo...