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'Ilustración del libro Cartas de amor y erotismo de grandes personajes' |
Extraída del libro 'CARTAS DE AMOR Y EROTISMO DE GRANDES PERSONAJES'
Entre los años 1949 a 1969, Adolfo
Bioy Casares mantuvo una larga correspondencia amorosa con la escritora
mexicana Elena Garro. Hasta hace pocos años, el romance entre ellos era un
pasaje relativamente desconocido de la vida de ambos, apenas esbozado por ella
en los apuntes para el libro Los protagonistas de la literatura americana.
Durante buena parte del tiempo que duró la correspondencia, ambos eran casados.
Ella, con el poeta Octavio Paz; él, con la poetisa Silvina Ocampo.
La naturaleza precisa de la relación
salió a la luz cuando la Universidad de Princeton abrió al público el archivo
de Garro. Se trata de cinco cajas de documentos, en las que hay manuscritos
originales y una abundante correspondencia, entre otros papeles. Además de las
noventa y una cartas, trece telegramas y tres tarjetas postales que Garro
recibió de Bioy, el archivo incluye correspondencia de una infinidad de
personajes conocidos.
Extensas son la mayoría de las cartas
que el cuentista y novelista argentino escribió a Elena Garro. Largas, de
renglones apretados, con letra a veces ininteligible, hinchadas de nostalgia,
adulación obsesiva, angustia, autodenigración y desesperanza…
Mi querida,
aquí estoy recorriendo desorientado
las tristes galerías del barco y no volví a Víctor Hugo. Sin embargo, te quiero
más que a nadie… Desconsolado canto, fuera de tono, Juan Charrasqueado
(pensando que no merezco esa letra, que no soy buen gallo, ni siquiera
parrandero y jugador) y visito de vez en vez tu fotografía y tu firma en el
pasaporte. Extraño las tardes de Víctor Hugo, el té de las seis y con adoración
a Helena. Has poblado tanto mi vida en estos tiempos que si cierro los ojos y
no pienso en nada aparecen tu imagen y tu voz. Ayer, cuando me dormía, así te
vi y te oí de pronto; desperté sobresaltado y quedé muy acongojado, pensando en
ti con mucha ternura y también en mí y en cómo vamos perdiendo todo. Te digo
esto y en seguida me asusto, en los últimos días estuviste no solamente muy
tierna conmigo sino también benévola e indulgente, pero no debo irritarte con
melancolía; de todos modos cuando abra el sobre de tu carta (espero, por favor
que me escribas) temblaré un poco. Ojalá que no me escribas diciéndome que todo
se acabó y que es inútil seguir la correspondencia… Tú sabes que hay muchas
cosas que no hicimos y que nos gustaría hacer juntos. Además, recuerda lo bien
que nos entendemos cuando estamos juntos… recuerda cómo nos hemos divertido,
cómo nos queremos. Y si a veces me pongo un poco sentimental, no te enojes
demasiado… Me gustaría ser más inteligente o más certero, escribirte cartas
maravillosas. Debo resignarme a conjugar el verbo amar, a repetir por milésima
vez que nunca quise a nadie como te quiero a ti, que te admiro, que te respeto,
que me gustas, que me diviertes, que me emocionas, que te adoro. Que el mundo
sin ti, que ahora me toca, me deprime y que sería muy desdichado de no
encontrarnos en el futuro. Te beso, mi amor, te pido perdón por mis necedades.
Adolfo B C
Una carta muy descriptiva. Qué hará ella ¿contestará a sus súplicas y a su amor? Un saludo.
ResponderEliminarRespondió a esta y otras cartas de forma discreta, no olvides que estaba casada con Octavio Paz
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