viernes, 9 de febrero de 2018

8M, LA CONSPIRACIÓN DE LAS MUJERES

Cartel Huelga Feminista 8M
Se rumorea que un nutrido grupo de mujeres están tramando algo contra el patriarcado. Comentan que andan reuniéndose a lo largo y ancho de nuestra geografía empoderadas hembras de toda edad y condición: Jubiladas, ecologistas, científicas, obreras, escritoras, abogadas, sindicalistas… Un batiburrillo de seres humanos con circunstancias diferentes pero conscientes de tener como enemigo común a la desigualdad.
Los machirulos afirman que las féminas que promueven este aquelarre conspirativo son algo más. Aseguran que son brujas y que han conseguido con sucias artimañas hechizar a muchos hombres y hacerles creer sentirse afectados por un sistema que relega a la mitad de la Humanidad a un papel secundario. Hombres que se consideran feministas de igual manera que serían abolicionistas en tiempos de esclavitud, y ello por el hecho de tener conciencia y sentido de la justicia. Algo de lo que carecen muchos hombres y, no me duele admitirlo, también muchas mujeres.
La sociedad que vivimos, para bien o para mal, la hacemos entre tod@s. En la intimidad de nuestras casas, con el ejemplo y valores que transmitimos a nuestr@s hij@s. En la calle, minimizando los abusos y situaciones vejatorias. Aceptando, unos y otras, unos roles preestablecidos por nuestra condición sexual y transmitiéndolos a las siguientes generaciones.
Decía Joaquín Leguina el otro día que hay que educar a las mujeres para que no se dejen pegar. ¡Ah, claro! Según él, es preferible que aprendan a esquivar las hostias porque eso de educar a los niños en el respeto y la equidad da mucha pereza. El septuagenario ex-presidente de la comunidad madrileña, tertuliano habitual de la caverna mediática, no se sentía cómodo hablando de feminismo. Más o menos, vino a decir que el feminismo está bien, siempre que no traspase los límites establecidos por el patriarcado. ¡Pero si las mujeres ya han conseguido hasta votar! ¿Qué diantres reclaman con esa cantinela feminazi sobre la igualdad? Pensaba internamente Leguina. Como ya dijo M. Rajoy, aunque haya tenido que rectificar a las pocas horas, ‘no nos metamos en eso’. Al fin y al cabo, solo afectan a la mitad de la población. Una nimiedad.
Sin embargo, ya les digo que algo grande está tomando forma. De momento, el día 8 de marzo se convoca a una huelga general feminista a todas las personas que entiendan que hay que equilibrar la balanza. A quienes se indignan porque crece el número de mujeres que viven en la precariedad, que sufren violencia sexual, laboral o física. Que cobran sueldos miserables para sostener una economía que sirve para seguir explotándolas. Que renuncian a realizarse como seres humanos plenos por tener que dedicarse obligatoriamente a labores de cuidadoras de niños, ancianos o enfermos. Como si en su adn femenino viniera grabado a fuego el irrevocable destino de asumir en carne propia toda clase de penosas situaciones.
Mi madre decía que el día que las mujeres tomaran conciencia de su fuerza y dijeran hasta aquí hemos llegado el mundo se pararía. El día 8 de marzo puede ser el ensayo general de esa revolución feminista que ella, a su manera, ya veía necesaria. Por supuesto, muchos hombres estaremos codo con codo, compartiendo la trinchera. Los sindicalistas solo estarán un rato, dos horas concretamente…, ese es el apoyo de los grades ‘sindicatos de clase’ a tan justa movilización.
Esto es tarea de todas y todos. De momento, puede que solo parezca un pequeño paso. Un gesto simbólico que quizás no sea masivamente secundado. Pero como dice Gisela López en uno de sus poemas:
“Es necesario
revertir el hechizo.
Ese,
que borra a las mujeres
de los libros de historia,
de las esferas de poder,
de las antologías.
Ese,
que las encierra
entre cuatro paredes,
con solo
colocarles un anillo”.

Plumaroja


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