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Javier Lambán y Susana Díaz |
El azar ha querido que el nombre de la
portavoz socialista en el Congreso de los Diputados describa la política
oscilante del PSOE sobre Cataluña. Efectivamente, una margarita de la que se
desprenden pétalos gubernamentales unas veces, y otras, pétalos oposición.
Quizás sí, quizás no; tal vez sí, tal vez no; no pero sí, sí pero no, vaya
usted a saber cuál es hoy la posición de Pedro Sánchez. Lo que sí es
rotundamente cierto es que este es un septiembre aciago para el secretario
general del PSOE. En esta quincena ha despilfarrado una buena parte del amplio
capital político que había acumulado durante el primer semestre del presente
año. De aquel no es no a Rajoy, a este no de los lunes, miércoles y viernes y
sí de los martes, jueves y sábados. Pedro Sánchez aparece como un dirigente
demediado, desinflado y paralizado justo cuando podría tener la Moncloa muy al
alcance de la mano.
El Gobierno de Rajoy ha perdido la mayoría parlamentaria. La perdió
cuando toda la oposición rechazó la respuesta penal como única política
catalana, la ha vuelto a perder cuando Cristóbal Montoro ha tenido que aplazar
la presentación de los Presupuestos por la negativa del PNV a secundar la
represión preconstitucional contra los catalanes. Ningún grupo parlamentario,
salvo Ciudadanos, cuña de la propia madera, apoya el estado de excepción de
facto que mal aplica en Cataluña un gobierno torpe e incompetente además de
corrupto y neofranquista. Urge, pues, echarlo y sustituirlo por una mayoría que
ya existe, pero que aún no se ha podido formalizar como tal. Que estaría
formada por PNV, PSOE, Unidos Podemos, Esquerra y PdCap y que haría viable una
moción de censura. Encuentros políticos, como la asamblea de parlamentarios y
concejales del domingo en Sabadell, bien podrían desembocar en la reedición de
aquel pacto de San Sebastián de 1931, previo a la formación de un gobierno
provisional democrático.
Sin embargo, es el PSOE de Aragón el que intenta obstruir esta cita, tal
como el PSOE de Andalucía, mediante la indisciplina de cuatro diputados
andaluces que rompieron el acuerdo socialista en la votación sobre el apoyo a
Rajoy en la cuestión catalana, separa al PSOE de todo el resto de la oposición.
El inquietante problema de Pedro Sánchez es esta Quinta Columna del PP en el
mismo seno de su partido. Evidentemente, quienes ayer votaron a favor de que
gobernara Rajoy, no están dispuestos a dejarle caer. Susana Díaz y Javier Lambán
perdieron la batalla de las primarias, pero no la guerra como muy bien empieza
a verse en Sevilla y Zaragoza. No es sólo un ajuste de cuentas personal, que lo
es, sino de una línea política que apuesta por el PPSOE. Han vuelto a marcarle
una raya roja que, de ser traspasada por Pedro Sánchez, previsiblemente
generaría la aparición de un grupo parlamentario nacionalsocialista andaluz.
Se equivoca Sánchez si cree, como parece calcular, que después del 1 de
octubre todo va a ser distinto de antes del 1 de octubre. El referéndum no es
más que un mero pretexto. La cuestión de las cuestiones, como lo fuera a lo
largo de 2106, es que hoy como ayer se encuentra con que son sus compañeros de
partido los que se oponen a que vuelva hoy a intentar alcanzar la Moncloa en
compañía de lo que siempre denominan como indeseables nacionalistas o chusma
morada. Los quintacolumnistas le señalan que no hay más compañeros de viaje que
Rajoy, Rivera, ni mejor vehículo que el PP y Ciudadanos. La crisis catalana
acentúa el permanente drástico veto a Podemos y a Pablo Iglesias por cuanto
defienden el derecho a decidir. No es, pues, ni Esquerra, el PNV o el PdCat, ni
mucho menos la formación morada, el obstáculo para llegar a la Moncloa, sino
que quien lo impide es la Quinta Columna del PSOE.
O Sánchez la descabeza o volverá a ser descabezado. Una mínima
estrategia progresista, únicamente viable desde la unidad de las fuerzas
democráticas, es inviable si continúa soportando la espada de la Quinta Columna
sobre su cabeza. Es, desde luego, su última oportunidad política para hacer
frente al chantaje quintacolumnista sumándose al resto de la oposición, casi
todo el Congreso de los Diputados, en la denuncia de la involución autoritaria
de un gobierno minoritario que se sostiene gracias a la palpable y siniestra labor
de zapa del PP en el seno del grupo parlamentario socialista. O recupera la
energía con la que venció en las primarias socialistas, con el apoyo de las
bases, o el PSOE volverá a ser uncido al yugo del carro parlamentario del PPSOE.
Continuar deshojando los pétalos de la margarita supondrá su muerte política.
Acostumbraba decir Bertold Brecht que hay gente que se masturba, gente
que folla con condón y gente que se masturba con condón, que son los que
siempre dudan para eludir la decisión. Lo peor que puede hacerse siempre en
política es masturbarse con condón; esa es la tentación que siente hoy Pedro
Sánchez. Y tiene que elegir. O lo uno o lo otro. O con la Quinta Columna o
contra la Quinta Columna. O desata la cuerda de presos políticos que acaba de
iniciar Rajoy o la anuda todavía más. Ahí tiene el buen ejemplo del Lehendakari
Iñigo Urkullu dispuesto a arrojarle a la cara a Rajoy los treinta denarios–
nada menos que unos cinco mil millones de euros– si persiste en darle otra vuelta
más a la tuerca judicial sobre el cuello de toda la sociedad catalana a la vez
que la priva de su inalienable derecho a decidir sobre su futuro. Si cae
Cataluña, cae el resto del Estado español.
Fernando
López Agudín
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