miércoles, 6 de julio de 2011

IZQUIERDA Y DERECHA SI SOMOS DIFERENTES

Por mucho que se empeñe Monago, tras asumir los doce mandamientos impuestos por los tres diputados díscolos de IU, existen profundas diferencias entre la izquierda y la derecha. Conviene recordar, no obstante, que algunos gobiernos de izquierda han hecho méritos sobrados para reforzar la ceremonia de la confusión.
Que nos diferencia de la derecha, colores y tamaño del cocodrilo aparte, nos diferencia por ejemplo la apuesta por la igualdad de derechos y el impulso a los derechos de colectivos y personas en situación de desigualdad. Acaso Monago sería capaz de proponer leyes como la del matrimonio entre personas del mismo sexo, o la igualdad entre mujeres y hombres, o el derecho al aborto… , o trabajaría por romper el “techo de cristal”…
¿Gestionamos de igual manera los recursos públicos que la derecha? ¡No!. La izquierda prioriza la extensión universal de los servicios públicos al conjunto de la ciudadanía y vertebra el desarrollo equilibrado de los territorios a través de la inversión pública en infraestructuras. La derecha cuando accede al poder recorta y privatiza servicios públicos e impulsa las infraestructuras de carácter privado pagadas con recursos públicos.
¿Apostamos ambos por la economía sostenible? ¡Desde luego que no! La izquierda es consciente de que la sociedad actual no es viable con un modelo de agotamiento de los recursos, ha llegado tarde pera ha llegado a esta realidad, y en el terreno de la energía hace una apuesta decidida por las fuentes renovables, impone, al menos, una moratoria para la nuclear y revisa permanente sus planteamientos en fuentes fósiles como el carbón. La protección del medio natural es una prioridad y se extienden los espacios protegidos en comunidades autónomas y estados; se reciclan los RSU y se racionaliza el consumo de agua. Frente a esta práctica de la izquierda, la derecha española se declara abiertamente pronuclear, descapitaliza y desregula los espacios protegidos para su uso urbanístico o económico, privatiza la gestión del agua e impulsa con su modelo de trasvases la cultura del derroche y hace extraños negocios con el reciclaje de los RSU.
En políticas fiscales tampoco somos iguales. Aunque la socialdemocracia europea ha perdido su identidad en este terreno, es evidente que bajar impuestos nunca será de izquierdas, aún se resisten los embates ultraconservadores y liberales de reducir la presión fiscal a la mínima expresión. La izquierda tiene que marcar distancias con la derecha y explicar a la ciudadanía que es más viable mantener y desarrollar el estado del bienestar, con un modelo de fiscalidad progresiva (deben pagar más las rentas más altas), discriminatoria para las transacciones financieras (tasa Tobin) e implacable para las actividades contaminantes. Es obvio que la lucha contra el fraude fiscal debe ser siempre una prioridad para la izquierda. ¿Acaso la derecha comparte este modelo de fiscalidad? Es evidente que no, por tanto no somos iguales.
Con algo de insensibilidad a las propuestas sindicales, intentando nadar y guardar la ropa (un error que la izquierda está pagando), se abordó la reforma del mercado de trabajo y de la negociación colectiva. Todas las iniciativas del gobierno han sido votadas en contra por la derecha, que insiste en que son insuficientes. Incluso aquí se manifiestan profundas diferencias entre la izquierda y la derecha que apuesta por la total desregulación del mercado laboral y la desaparición de los convenios colectivos sectoriales. Además, las políticas de protección al desempleo y las pensiones ahondan estas diferencias pese a la encendida resistencia contra la congelación propuesta por el gobierno para 2011, el PP insiste en los fondos privados como solución a los posibles problemas de caja del sistema público. Su idea de recortar las prestaciones a los desempleados, para motivar la búsqueda de empleo, es contraria al modelo de la izquierda. Aquí también somos muy diferentes y más aún que deberíamos serlo.
En algunas comunidades autónomas, los dirigentes populares se convierten en adalides de la reforma electoral, aunque cuando se rasca en sus propuestas se descubre que la única intención de reducir el techo de votos o impulsar listas abiertas es debilitar, desde la división actual, las opciones de izquierda. La izquierda ha dado un paso importante a nivel interno, donde ya aplica la democracia participativa y las “primarias”, el reto es ser sensibles ante las demandas sociales y reformar las leyes electorales para hacer de la democracia representativa un modelo viable de democracia participativa. La izquierda está más cerca de los “perroflautas” que de los “ultracentristas”. Otra diferencia más.
Estas son algunas de las diferencias insalvables entre izquierda y derecha. Faltan muchas y algún día las abordaremos, pero quiero terminar con una diferencia vital: el sentido de Estado. La izquierda asume como propios los errores sociales y del sistema y se esfuerza, incluso se inmola, en la defensa del Estado y de su viabilidad. Los gobiernos de Felipe González optaron por el sacrificio general para cumplir los indicadores de convergencia necesarios para el ingreso en Europa. Actualmente, cumpliendo las exigencias del FMI, Zapatero ha optado por nuevos sacrificios sociales para mantener a España entre los países solventes. Frente a esto, la derecha española aportó el “vayasé señor González” y ha votado en contra de todas las medidas de ajuste aprobadas en el Congreso de los Diputados.
La izquierda y la derecha nunca seremos iguales y esto deberían saberlo los diputados extremeños de IU y también los vascos de EB.

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