La derecha española sabe mucho de “poner palos en las ruedas”. Cuando los resultados electorales la colocan en la oposición nos da clases magistrales de cómo anteponer sus intereses a los generales. Podría extenderme sobre el asunto pero concretaré en tres asuntos de plena actualidad: acuerdo sobre negociación colectiva, crisis del pepino y cuentas públicas.
El acuerdo sobre negociación colectiva era inminente, hasta tal punto era así que los negociadores (CEOE y Sindicatos) habían invitado al Ministro de Trabajo a conocer el acuerdo, asumirlo e integrarlo mediante reformas legislativas en el Estatuto de los Trabajadores. Un día después de las elecciones, tras la marea azul, todo cambió en la actitud de la patronal, presionados por la CEIM, que a su vez seguía instrucciones de Esperanza Aguirre. Ahora las negociaciones están rotas y no hay acuerdo posible, puede, incluso, que la cabeza de Rossel, empresario serio, sea servida en bandeja para contentar al PP.
Ante tal situación solo cabe una respuesta desde el Gobierno y es aprobar, vía Decreto Ley, el documento pactado entre Rossel, Toxo y Mendez antes de la revuelta de la CEIM. Se visualizaría así el necesario giro que debe dar esteo Gobierno para que la salida de la crisis incorpore sacrificios y esfuerzos del conjunto de la sociedad.
La crisis del pepino es otro ejemplo de la actitud del PP y lo que les importa la credibilidad de este país. Mientras Alemania, responsables directos de la crisis, une filas entre gobiernos central y regional y entre socialdemócratas y conservadores, España ofrece el tradicional espectáculo de críticas y acusaciones infundadas al Gobierno, personalizadas, por estrategia electoral, en Rubalcaba.
De nada sirve ofrecer la cronología de la respuesta que han dado nuestras instituciones, ni el reconocimiento del error por Alemania, hay que zurrar la badana al PSOE y a Rubalcaba y ensalzar el populismo del líder de la patronal agraria. Hay que comerse un pepino en plan pijo, una semana después de la crisis, y criticar como lo comen los socialistas.
Mariano Rajoy se despidió de los enfervorecidos votantes agradeciendo su apoyo y asegurando que al día siguiente se pondría a trabajar. Han pasado diez días y ha vuelto para hacer público que auditaran las cuentas de las comunidades gobernadas por el PSOE, lo que ha molestado sobremanera, con razón, al Gobierno, en tiempos en los que comenzamos a ganar en confianza y credibilidad en los organismos internacionales.
Podrían haberse comprometido a auditar la cuentas de Murcia, de la Generalitat Valenciana, de la Comunidad de Madrid, de Castilla León, Rioja, Ceuta, Melilla o el mismo ayuntamiento de Madrid. Una vez hechas estas auditorías y tomadas las medidas para contener el gasto podrían estar en condiciones de dar lecciones a los demás.
Mientras tanto, por bien de todos, dejen de poner palos en las ruedas.
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