A los españoles nos preocupa el paro, las centrales nucleares y la clase política según los datos de la última encuesta del CIS. Han desaparecido de esta lista cuestiones que antaño nos quitaban el sueño, como el terrorismo de ETA. La corrupción solo preocupa en los lugares donde no gobierna el PP. Me permito añadir a la lista de preocupaciones la que, en mi opinión, debería ocupar el primer lugar: los empresarios.
En España tenemos una clase empresarial cuya primera aspiración es comprarse un mercedes, o un Audi según sea de hortera, con los primeros ingresos de la empresa, no importa si luego tienen dificultades para pagar la nómina o a los proveedores, lo importante es aparentar que eres “rico” y empresario y para ello no hacen falta tarjetas de presentación, solo hay que tener un mercedes.
Más del 95% de nuestras empresas son PYMES o microempresas, en realidad la inmensa mayoría son pequeños talleres o comercios con uno o dos trabajadores, y hay casos en que estas empresas llegan a presidir las organizaciones patronales. Es fácil imaginar el espíritu y la formación dominante entre la clase empresarial española. También cuáles son sus medidas ante una situación de crisis.
Hay un sector en el que los empresarios se retratan especialmente: los medios de comunicación. Las victimas de su intelecto son los propios periodistas y el conjunto de los ciudadanos, obligados a consumir una información manipulada y unos contenidos infumables. Menos mal que You Tube ha venido a salvarnos.
A la propiedad de los medios de comunicación llegaron empresarios procedentes del ladrillo y actividades poco edificantes buscando acallar críticas y rumores sobre la legalidad de sus actividades, también empresarios sobrados de dinero que quisieron jugar a “tocar poder” generando opinión desde los medios que controlaban. Unos y otros han conseguido lo que parecía impensable, que los españoles echemos de menos la España que solo tenía dos canales de Televisión.
A esta fauna de personajes se suma el personajillo acomplejado, frustrado por ser un don nadie y de gustos casposos que utiliza el medio para autopromocionarse como “artista”, “pintor” o, incluso, “persona”.
Podría parecer una broma pero no lo es, en manos de este tipo de personajes están las licencias de TDT local en España y los resultados no se han hecho esperar: ni una sola de las inversiones comprometidas se han llevado a cabo, las exigencias de producción propia contempladas en los pliegos no se cumplen, se emite en cadena incumpliendo las desconexiones locales, se pagan salarios de miseria y se incumple toda normativa laboral.
Antes de las elecciones del 22M todos los gobernantes miraban hacia otro lado para no molestar a la televisión, la radio o el periódico de su pueblo o comunidad. Ahora, los perdedores de la elecciones miran hacia atrás con “ira” por su torpeza en la concesión de licencias.
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