Con más pena que gloria, como en los seis años anteriores, Mariano ha cumplido el trámite parlamentario de subir y bajar de la tribuna de oradores para contestar, replicar y duplicar a Zapatero en el debate sobre el estado de la nación, que a estas horas sigue celebrándose en el Congreso de los Diputados. Eso sí, ya sin la estimable presencia de Mariano y gran parte de su clac. También se notan los huecos en la bancada socialista. Estos chicos no aprenderán nunca, anda medio país de los nervios por lo mal repartida que está la crisis y cuando tienen oportunidad de dar ejemplo se escaquean como los malos estudiantes. Nos aseguran que abandonan el escaño para “servir a España” desde su despacho del Congreso. Y nosotros, simples mortales, nos lo creemos.
Volvamos al debate. De manera simultánea, mientras que Mariano aburría a las ovejas, como es tradición, sus asesores lanzaban el enésimo argumentario para resumir y hacer más digeribles las generalidades que su carismático líder iba exponiendo en la tribuna. En resumidas cuentas, tras varios intentos de marear la perdiz, el único mensaje inteligible de Mariano es pedir la convocatoria urgente de elecciones generales, ¡lo piden los españoles!, todos menos yo, que quede claro. Pero este año ha tenido una ocurrencia sin parangón, se ha presentado en el Congreso con tres documentos, “encuadernados en espiral”, con tres supuestas propuestas de Ley, de los que solo ha mostrado las portadas y de las que no ha avanzado palabra, que han dado a Zapatero la oportunidad de invitarle a agotar la legislatura para poder debatir las citadas propuestas. Gol por toda la escuadra y nuevo ridículo de Mariano.
No ha sido el único momento cómico ofrecido por Mariano. Para matar el rato, durante las intervenciones de Zapatero, Mariano se ha entretenido en tomar notas de lo que, entre bostezo y bostezo, ha podido retener. Visto lo visto y si sus anotaciones son reflejo de su organizada cabeza hay que concluir que Mariano tiene una empanada de muy señor mío y no es de extrañar que no tenga nada que decir y mucho menos que proponer. Por eso, sus cifras equivocadas son responsabilidad de quien se las escribe a máquina, cosa que el siglo XXI solo deben hacer los registradores de la propiedad, y sus balbuceos a la pregunta de cómo pretende crear empleo son culpa de sus “malas notas”…
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