miércoles, 23 de mayo de 2012

EUROVISIÓN: DETRÁS DE LA POSTAL, LA REPRESIÓN


Mercedes Arancibia
Entre el 22 y el 26 de mayo de 2012 se celebra en Bakú, la capital de Azerbaiyán, el festival de Eurovisión, la más kistch y decadente de las manifestaciones canoras, heredada de los tiempos en que en Europa no había más televisiones que las muy oficiales y oficialistas cadenas públicas.
Grupo participante en la semifinal. Edición 2012
En el petro-Estado caucásico de 9,2 millones de habitantes de mayoría musulmana, rico en hidrocarburos y pobre, muy pobre, en derechos humanos, sobre el fondo de un programa de actuaciones horteras desbordantes de strass y lentejuelas, el régimen ha gastado millones de dólares en embellecer  la capital, aún a costa de expulsar de sus hogares, a golpe de excavadora,  a miles de habitantes que se han quedado sin lo único que tenían y malviven ahora en unos apartamentos sin agua ni electricidad (fuente: i-Tele, canal francés de información continua), para construir sobre sus ruinas un teatro y varios hoteles que están disfrutando los participantes en el festival, que solo van a ver la tarjeta postal que les ofrece uno de los regímenes (no el único) más terroríficos en la última dictadura de Europa.
Las organizaciones defensoras de los derechos fundamentales aprovechan  esta semana de exposición mediática para denunciar los atropellos del régimen de Ilham Aliev: un régimen cuya presidencia es vitalicia y se hereda, y donde la libertad de expresión –siguiendo el conocido axioma usado por todos los totalitarismos de que lo que no se cuenta no existe-  es un delito que se castiga con la cárcel, la desaparición e incluso la muerte.
En Azerbaiyán,  el poder es un asunto de familia. Heydar Aliev, al frente del país desde 1969, preparó cuidadosamente la llegada en 2003 de su hijo, Ilham, al que previamente había nombrado primer ministro en 1999. “Reelegido” con el 89 % de los votos en octubre de 2008, un año después Ilham Aliev eliminó la limitación del número de mandatos presidenciales, lo que le convierte en “presidente vitalicio”, tan brutal con la oposición como lo fue su padre. Con todas las riendas del país en sus manos, el presidente, su esposa y sus familiares, son un tema tabú para los periodistas: quienes se han atrevido a criticarles han sido víctimas de amenazas de muerte, secuestros y repetidas intimidaciones y agresiones…
Protestas en Baku.
Mientras suenan las notas de las canciones a concurso, Human Rights Watch, Amnistía Internacional, Article 19, Index on Censorship y  Reporteros sin Fronteras, entre otras asociaciones, recuerdan la realidad de Azerbaidján, que “las violaciones de los derechos humanos son frecuentes” en el país y que 70 personas al menos se encuentran encarceladas por motivos políticos, entre ellas siete periodistas; confirman que la policía ha detenido a decenas en las manifestaciones anti-Eurovisión de los últimos días, y que a muchas les han pegado en las comisarías.
Algunos  medios de comunicación británicos se han sumado a la campaña de las ONG’s y la oposición azerbayana en contra del macrofestival: Channel 4 y la  BBC han emitido informes sobre la corrupción y la violencia contra los disidentes, en los días previos al festival. Me cuentan que en la página web de Channel Fourpuede consultarse también un mapa-guía del “lado obscuro de Bakú”: el lugar donde en noviembre de 2011 asesinaron al escritor Rafiq Tagi, el sitio en que la policía asistió impasible a la paliza que dieron al periodista de investigación Idrak Abbasovk…los espacios en que detuvieron a los blogueros Jabbar Savalan, Eynulla Fatullayev, Khadija Ismayilova… la dictadura de la familia Aliev considera que Skype es “una amenaza para la seguridad interna”.
Lo mismo puede decirse de algunas televisiones francesas, públicas y privadas: la información sobre el festival va siempre acompañada de un  recordatorio de las violaciones de la libertad de expresión. ¿Y aquí? Aquí insensibles, como siempre, “nosotros a lo nuestro”. En TVE todo son adjetivos calificativos, en positivo, para una canción-topicazo que no tiene un ápice de originalidad y que suena más antigua que “la picor”, que dirían en Valencia.

1 comentario:

  1. Desde luego ha quedado claro que aquí sigue contando más el dienro que los derechos humanos... lamentable.

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