viernes, 25 de mayo de 2012

Aurélie Filippetti: ministra francesa y mujer coherente


Mercedes Arancibia
Considero valor cualquier forma de vida, la nieve, la fresa, la mosca. Considero valor el reino mineral, la asamblea de las estrellas. Considero valor el vino mientras dura la comida, una sonrisa involuntaria, la fatiga de quien no se ha quedado al margen, dos viejos que se aman”.
(Erri De Luca, Opera sull’acqua e altre poesie, Einaudi 2002)
Aurélie Filippetti. Ministra de Cultura
El 17 de mayo de 2012, en el edificio parisino  “rue de Valois” y delante de un público escogido de políticos y altos funcionarios, Aurélie Filipetti regalaba a Frédéric Mitterrand, el libro E disse (Y él dijo) del  escritor  judío napolitano Erri de Luca. El momento era importante. Un ministro se despedía, Mitterrand –sobrino de quien fue primer presidente socialista de Francia- traspasaba  la simbólica cartera del  Ministerio  Cultura y Comunicación tan emblemática como política –“la cultura no es lujo, es lo que une”-,  a una ministra que llegaba, Aurélie Filipetti. Y el escritor elegido como regalo de despedida se había seleccionado cuidadosamente: para ambos, Mitterrand y Filippetti, Italia es una pasión; ella, porque allí se encuentran sus raíces, él porque asegura que nunca ha sido más feliz que los años en que fue director de la Academia de Francia en Roma. Los dos son cultos, titulados universitarios, y a los dos les gusta leer a  Erri de Luca.
(Erri de Luca llegó a Roma, desde su Nápoles natal, con 18 años en 1968, cuando todo parecía posible y a dos pasos de allí, en París, los estudiantes buscaban la playa debajo de  los adoquines del Boulevard Saint Michel. Formó parte de Agitación Obrera y estudiantil (GAOS), grupo que después fundaría Lotta Continua (LC), movimiento fundamental de la izquierda extraparlamentaria italiana de los setenta, de orientación comunista revolucionaria, donde se encargaría del servicio de orden. En el momento de la disolución de LC (1976), Erri de Luca decidió no entrar en la clandestinidad y durante años trabajó como obrero cualificado, camionero, encargado de almacén y obrero de la construcción. Durante la guerra en la ex Yugoslavia condujo camiones en convoyes de ayuda humanitaria. Poeta,  novelista y traductor a varias lenguas, publica regularmente colaboraciones en los diarios La Repubblica, Il Manifesto, Avvenire y Gli Altri. La novela E disse es una creación literaria en torno a la figura de Moisés, “primer alpinista de la historia”, según el autor, aficionado a la montaña, ”que escaló el Monte Sinaí”).
A mi me gusta la ministra Filippetti, una de las 17 mujeres del nuevo gobierno francés, 38 años, licenciada en Filosofía y Letras (rama de clásicas), ex profesora de instituto y procedente de una familia de emigrantes italianos, obreros comunistas. Militante primero de Los Verdes, con los que fue elegida concejal del distrito 5º parisino, en 2006 ingresó en el Partido Socialista y entró a formar parte del equipo de Ségolene Royal en la campaña de las presidenciales de 2007 (que ganó Sarkozy). Aquel mismo año, en las legislativas, Filippetti salió elegida diputada por la circunscripción de Moselle y apareció en algunos medios sensacionalistas cuando denunció a su marido – Thomas Piketty, 37 años, consejero económico de  Royal- por malos tratos y violencia conyugal. Tras la derrota electoral abandonó la corriente que encabezaba la todavía compañera de François Hollande para unirse a las filas de quienes apoyaban a Dominique Strauss-Khan (DSK), entonces presidente del Fondo Monetario Internacional y candidato socialista in pectore a la presidencia que ahora acaba de ganar Hollande. Cuando hace un año estalló el escándalo de presunta agresión sexual a la camarera Nafisatou Diallo en la habitación del Hotel Sofitel de Manhattan, Filippetti abandonó a DSK uniéndose a los seguidores de Hollande. Una trayectoria política efectuada siempre a cara descubierta, sin participar en conjuras, reconociendo encontrarse en el sitio equivocado y buscando un lugar donde sentirse cómoda.
Aurélie  Filippetti
En paralelo ha desarrollado una carrera como escritora. Hija de Angelo Filippetti, antiguo minero que fue alcalde comunista en la localidad de Audun-le-Tiche entre 1983 y 1992, y nieta de emigrantes italianos llegados para trabajar en las minas de hierro de la Lorraine, en su primera novela, Les dernieres jours de la clase ouvrière (Los últimos días de la clase obrera), publicada en 2003, cuenta como su abuelo, resistente, fue detenido por al Gestapo en el fondo de la mina y enviado a un campo de concentración, junto con dos hermanos. También habla de la “memoria obrera” y del sentimiento “desclasado” del medio obrero, tras el cierre de las minas y las fábricas siderúrgicas en la Lorraine. En 2006 publicó una segunda novela, Un homme dans la poche (Un hombre en el bolsillo), donde cuenta la relación amorosa entre una joven madre soltera, procedente de un  medio modesto, y un hombre casado arquetipo del gran burgués; y en 2008, junto con Xavier Darcos, ex ministro de Educación Nacional primero, y de Trabajo después, del gobierno Sarkozy, el ensayo “¿La escuela sigue formando ciudadanos?”.
La ministra Filippetti es una mujer alta, guapa y simpática, con ideas muy claras. Ha presentado su candidatura para revalidar, en las elecciones del próximo 17 de junio de 2012, el escaño de diputada por Moselle en la Asamblea Nacional. En la Quinta República francesa no es obligatorio que los ministros sean previamente diputados; pero deben abandonar imperativamente el cargo si se presentan a una elección y la pierden. Aurélie Filippetti, que no tenía ninguna obligación de presentarse, ha dicho que lo hace porque cree firmemente “que solo los votos populares avalan a alguien en un cargo”. Y con la mejor de sus sonrisas ha añadido: “…Y si pierdo, no seré ni diputada ni ministra”.
Después de lo cual, se marchó a Cannes para cumplir con sus obligaciones ministeriales y ver un par de buenas películas.

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