Mercedes Arancibia
¡Por fin!, lo hemos conseguido. Los ciudadanos españoles estamos en la misma miserable situación que los ciudadanos griegos al empezar 2012.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWbMLW0nHq3wiPYyOVCbl6NXRTdY1tSFB8twy2gZF-56EWgpOrQzGI99tSYbVGOoJZ15a6GBLEGnna1KvsT3sZnyFUsRK5oDPYlLWxF0DsAyrz8KAkZQ-Jgtg7eu_lQQrvb86VYWLsgsY/s320/RAJOY+CONFUSO.jpg)
Lo han logrado: prácticamente ya no hay un solo semáforo sin su vendedor de pañuelos de papel, ni una sola iglesia sin su pobre oficial como en los años más tristes de la dictadura, ni una esquina sin su mendigo con el cartel de “tengo hambre” (“tengo hambre y soy de León” en la madrileña calle de Princesa), ni una acera sin su emigrante arrodillado junto a un altar de estampas y un platillo, ni una puerta de supermercado sin su gitana que pretende colocar una rama de no se sabe bien qué arbusto o “la cartera que anuncian en la tele”…
Estamos a un suicidio sonado de ser griegos de verdad.
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