jueves, 15 de marzo de 2012

Eurovegas, otro cuento de la lechera que va en serio



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Sheldon Adelson, millonario americano.©The7eye.org.il
Pocas veces como hasta ahora se ha podido visualizar la similitud de intereses, de ideología, y hasta de estética, entre el PP y CiU, evidenciada en la bienvenida al tiburón americano de los negocios Sheldon Adelson.
El cortejo y la adulación que presidenta y alcaldesa de Madrid, señoras Aguirre y Botella, respectivamente, le dirigen a este innovador en la industria de los casinos, no son inferiores a la reverencia con que le agasajan el presidente de la Generalitat señor Mas y su séquito de consejeros. Los agravios, desplantes y amenazas que estos partidos nacionales se han intercambiado en los últimos años no son más que la teatralización de una tensión nacionalista que ellos saben pacificar haciendo negocios, pero dejando la semilla de la discordia en sus bases sociales.
Poco se sabe del megaproyecto del Las Vegas español (o catalán) a ubicar al ladito de Madrid o del aeropuerto de El Prat de Barcelona.
Se citan cifras de empleo que en 15 años van desde 160.000 puestos de trabajo a 260.000. Inversiones de 20.000 millones de euros. ¿Para hacer qué? Seis megacasinos, 12 grandes hoteles (40.000 camas), 18.000 máquinas tragaperras, nueve teatros, docenas de restaurantes, Centros de congresos… y lo que se quiera añadir, porque aquí cabe todo.
La deriva mafiosa
Proliferan las voces críticas sobre la deriva mafiosa de este tipo de proyectos. Pero no es el ámbito moral el lado más determinante para descalificar el proyecto, aunque es conocida la querencia que por estos enclaves manifiestan las mafias, la prostitución y el crimen organizado. Y los antecedentes de proyectos similares desarrollados en sociedades con deficiencias democráticas singulares, como Macao, Singapur o Las Vegas, no son un aval tranquilizador.
“Los antecedentes de proyectos similares desarrollados en sociedades con deficiencias democráticas singulares, como Macao, Singapur o Las Vegas, no son un aval tranquilizador”
Es en el terreno económico y, sobre todo, en la estrategia de desarrollo por fases del proyecto donde se descubre la envergadura del timo económico con el que nos obsequia este tiburón del juego que nos llega del otro lado del Atlántico. Consciente de este timo de la estampita, envuelve su proyecto con el aval de consultorías internacionales de primera fila, lo que todavía es más sospechoso después de la experiencia que en estos últimos años se tiene sobre la credibilidad de este tipo de asesores técnicos y financieros.
Se anuncia que en una primera fase se construirían los casinos. Y solo cuando estos den dinero se seguiría con lo demás: hoteles, campos de golf, palacios de congresos…
Nuevo casino, nuevas leyes y opacidad
Para hacer los casinos hay que cambiar las leyes de blanqueo de capitales, de juego, de inmigración y de afiliación sindical (Adelson y Aguirre no parecen partidarios), y, de paso, cambiar otras leyes de menor perfil para aligerar obstáculos como la del tabaco, o las del permiso de entrada a los niños. La palanca del proyecto, su eje central, no es hacer las salas de congresos, ni los hoteles, ni los campos de golf. De esto ya hay exceso en Madrid y en Barcelona. Aquéllos serían la consecuencia del éxito del casino. La columna vertebral es el casino, el juego, el envite, el alcohol. Y para que tenga toda su potencialidad de arrastre y no sea un casino más sino el Gran Casino hay que cambiar leyes sociales importantes y esta es la exigencia política de los promotores.
Destaca la opacidad o el carácter vergonzante con que nuestros modernos seudoliberales cristianos de Convergència y Unió de Cataluña y del PP de Madrid ofrecen tan pocos y oscuros datos del proyecto. Y con qué entusiasmo -tan predicadores ellos de la eliminación de las políticas de subvenciones- se han lanzado a un desaforado mercadeo de ayudas para un proyecto en el que la sospecha y las experiencias desastrosas de iniciativas similares en los últimos años exigen una prudente cautela.
“El promotor, consciente de este timo de la estampita, envuelve su proyecto con el aval de consultorías internacionales de primera fila, y ya sabemos de la credibilidad de este tipo de asesores técnicos y financieros”
El desinterés de Europa
Esta iniciativa no ha suscitado el menor interés en países europeos cercanos, Francia o Italia, cuando se ha sondeado su promoción. Artur Mas en Cataluña, y Esperanza Aguirre en Madrid, -que venden imagen de modernidad, de estar a la última en la sociedad del futuro, y de la sostenibilidad- son los mentores de un proyecto típico que engarza con lo peor del ladrillo y de la calidad de una sociedad poniéndose a la altura de los más retrógrados y bananeros dirigentes del planeta.
Si en su primera fase los casinos no generan caja suficiente, adiós golf, adiós hoteles, teatros -al fin ya los estamos cerrando en el centro de Madrid-, y salas de convenciones. Y el proyecto se reducirá, se ajustará la plantilla y los 260.000 trabajadores se convierten en 800, poniendo fin y actualizando el cuento de la lechera. Esto suena a fracaso como los del Parque Warner, Terra Mítica, Port Aventura, y tantos proyectos surgidos de la megalomanía de políticos rampantes abducidos por constructores avispados.
Y la gran pregunta es, pero estos que nos metieron a presión en la cultura del ladrillo y que todavía no hemos digerido, ¿cómo es que necesitan ya -animados por sus amigos los constructores- otra ración de cemento con la que enterrar nuestros malos sueños actuales?
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Interior de The Venetian Resort Hotel Casino en Las Vegas. ©Ken Lund

Francisco Laguna. Economista. Crónica Popular

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