
Para él y sus monosabios todo vale. Lo llevan en sus genes y en sus cuentas corrientes. Es verdad que visto los precedentes, no nos debería sorprender sus acreditados niveles de miseria, indignidad y demagogia.
En realidad llueve sobre mojado. Para Mariano el paro es acercarse prudentemente, no sea que le contagien, a una fila de parados para dejarse fotografiar. Para Mariano en plena crisis de la huelga salvaje de los controladores lo importante es irse de copas con nocturnidad y alevosía para también dejarse ver y fotografiar.
La cuestión no es que Mariano no tenga criterio. La cuestión no es que Mariano no reflexione. La cuestión no es que Mariano no sea capaz de distinguir entre un acto de campaña electoral y de partido con lo que es una visita discreta y sin focos a las víctimas del terremoto en Lorca.
La cuestión es mucho más simple: Mariano, el determinista, sólo tiene en su cabeza exclusivamente dos cosas: votos y ocio. Eso sí, es un verdadero especialista en alternarlos de manera proporcional a sus intereses: 3 años y 50 semanas de descanso y tres de campaña electoral. Mariano es asi.
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