Francisco Laguna. Economista.
Mientras que los
españoles nos enfadamos con las retribuciones de la clase política, de sus
dietas, viajes o complementos, ha pasado desapercibido, hasta ahora, la
obscenidad de las retribuciones de los que de verdad mandan en aquellos, los
altos gestores empresariales. Y lo que es más grave los gestores de empresas
sometidas a regulación pública por su carácter de concesionarias de
servicios públicos o de situación oligopolista. Qué buen capote de distracción
para el funcionamiento del sistema de acumulación de capital en pocas manos.
Con las penurias
que la crisis ensombrece a la mayoría de la población, estallan desoladora,
vergonzosamente, las retribuciones de banqueros, y otras cúpulas directivas. Y
más dolorosamente aparece la debilidad de los políticos declarándose incapaces
de frenar esa vergüenza, pero sorprendidos porque eso se produzca ante sus
ojos.
Y brilla el
esplendoroso silencio de las organizaciones empresariales, CEOE, que no callan
sin embargo para pregonar lo necesario que es ajustar los salarios de la
mayoría de la población al momento crítico actual. Ni una palabra de alivio
sobre el escándalo retributivo de sus correligionarios. Parece que es el
mercado el que fija esas retribuciones y no el poder y una opacidad comprada a
los políticos y a la prensa sumisa a fuerza de prebendas.
Este es un país
para el desaliento. Las mayores fortunas relativas , una de las mayores
evasiones fiscales, y ni una palabra de la cúpula patronal de compartir el
coste fiscal del ajuste.
Las trapacerías de
la clase política, que si una comisión por aquí con trajes o sin trajes, que si
escondo el salario real de los políticos para que no se entere la ciudadanía,
que si no se respetan incompatibilidades, son todas ellas un capote
mediático para silenciar el verdadero saqueo de la conciencia de los grupos de
poder real, que son los que han comprado el silencio mediático con sus
presupuestos de publicidad a los medios de comunicación.
La mecha del
descontento social está prendida. Puede que su luz se apague por momentos pero
la casta del poder sabe ya que la mayoría de la sociedad los ha asimilado al
estatus de terroristas económicos.
Publicado en Crónica Popular
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