La crisis, las razones de
su origen, sus consecuencias, y las fórmulas bien distintas para salir de la
misma en términos económicos y sociales, han hecho volver la vista a la
política. Los ciudadanos piden eficacia ante los problemas, y saben que la
eficacia está directamente ligada a los valores. Piden una democracia con
resultados, una democracia participativa y ejemplar. Se implican más y desean
que se abran más cauces de expresión de la voluntad colectiva mediante la
participación y la deliberación. Nos reclaman una democracia representativa,
más participativa y cercana.
CALIDAD
DEMOCRÁTICA: TRANSPARENCIA, PARTICIPACIÓN Y RESPONSABILIDAD
Vivimos tiempos de cambio.
No podemos continuar construyendo la democracia y la ciudadanía del siglo XXI
con los instrumentos, las políticas o las escuelas del siglo XX.
Nuestro deber, y nuestro
propósito, es liderar el proceso de cambios profundos que impone la primera
crisis en un mundo plenamente globalizado, aportando un cambio de paradigma del
sector público, económico, social y cultural. Se trata de llenar de sentido actual
nuestros valores de libertad, de igualdad, de dignidad humana… en unas sociedades
crecientemente interdependientes, complejas e inevitablemente diversas.
Los ciudadanos reclaman un
perfeccionamiento constante de las reglas del juego democrático, un Gobierno
Abierto, transparente, que ponga sus decisiones al alcance de todos y sepa
canalizar la participación y la colaboración de la ciudadanía en esas decisiones.
Transparencia
La transparencia de las
instituciones es un elemento fundamental no sólo para el acceso de ciudadanos y
ciudadanas a las mismas, sino para el propio buen funcionamiento institucional.
La transparencia es el
mejor antídoto contra la inercia, la gestión ineficiente y las tentaciones de
corrupción, tanto en su acepción de acceso del ciudadano a la información
solicitada, como en la de obligación activa de la administración de hacer públicas
sus actuaciones.
Nuestro compromiso es la aprobación
de una ley de transparencia y acceso a la información pública que
permita que la actuación de las administraciones esté siempre sometida al
escrutinio no sólo de los representantes políticos, y en especial de la oposición,
sino de toda la sociedad, desde los medios de comunicación a los ciudadanos
interesados. Una ley que amplíe tanto el círculo de los
legitimados para acceder a la información como el contenido de la actividad que
debe hacerse pública.
Una ley que,
obligando a la publicación de toda decisión o actuación en materia de personal
y sus remuneraciones, contratación, subvención, urbanismo o gestión patrimonial,
asegure la correcta gestión en estos ámbitos y evite cualquier tentación de actuaciones
deshonestas o simplemente ineficientes. Una ley también que haga plenamente
transparente las remuneraciones de los cargos representativos, directivos y de
confianza, clarificando este aspecto y permitiendo, así, reforzar las
incompatibilidades entre cargos representativos y con actividades privadas.
La exigencia ética en el
comportamiento de los cargos públicos debe ser absoluta, y para ello estableceremos
referencias normativas de obligado cumplimiento para las retribuciones
públicas, penalizaremos la práctica del transfuguismo y mantendremos la "tolerancia
cero" para la corrupción y los corruptos.
La mayor transparencia en
el funcionamiento de las instituciones requiere también de una regulación
adecuada para la actividad de los grupos de presión en los procesos legislativos
y de gestión, garantizando la autonomía de los poderes públicos y la prevalencia
del interés general.
El sector audiovisual
precisa urgentemente de una actuación global que garantice a los ciudadanos el
disfrute de una información veraz, de una opinión contrastada con voces representativas
de todos los sectores ideológicos de la sociedad, y de una oferta de ocio que
estimule a los creadores y enriquezca culturalmente a los oyentes y espectadores.
Una misión deseable para los medios privados, pero exigible a los públicos. En
esta línea, proponemos la inmediata puesta en marcha del Consejo Estatal de Medios
Audiovisuales (CEMA), establecido ya por Ley.
Desde el respeto a su
ámbito propio de decisión, propondremos que las Comunidades Autónomas dónde aún
no se ha implantado ese principio, regulen la composición de los órganos de
dirección de sus entes audiovisuales con arreglo al criterio establecido para
RTVE.
Las Comunidades Autónomas
deberán contar con una Autoridad Audiovisual independiente del Ejecutivo con
funciones similares a las del CEMA.
Según contempla la ley
Audiovisual, consideramos que sería muy positiva, y así promoveremos, la constitución de
unos Consejos representativos de todos los sectores sociales activos en cada
Comunidad, sin retribuciones para sus miembros, que periódicamente,
transmitirán sus observaciones y propuestas sobre el funcionamiento de los
medios públicos autonómicos.
Participación
Muchos de nuestros jóvenes
responden a los desafíos de su tiempo reclamando cambios profundos en la
política, en la economía y en la sociedad. Y no quieren ser meros espectadores.
Quieren participar, ser protagonistas junto al resto de la sociedad española.
Quieren hacerlo, además, mediante nuevos cauces, con nuevas formas de asociacionismo
y contando con las grandes oportunidades que brindan los avances tecnológicos
para la información, la comunicación y las relaciones sociales. La
participación cívica como libre expresión del pluralismo y la diversidad en la sociedad
española forma parte de los valores más arraigados del PSOE.
Promoveremos un debate
sobre los derechos y las obligaciones de la gente joven a partir de los 16 años, intentando eliminar las
contradicciones existentes en nuestra normativa.
Estudiaremos el voto
por internet como sistema complementario al voto por correo y el voto
en consulado, tomando el ejemplo de países como Suiza.
Para aproximar de manera
decidida las instituciones políticas a la ciudadanía, resulta necesario
actualizar las normas que rigen la participación ciudadana en las Cortes Generales,
desde el propio proceso electoral hasta el funcionamiento diario de las Cámaras.
Por ello, creemos necesario adoptar una reforma de la legislación electoral que
refuerce la vinculación entre cada representante y sus electores y las capacidades
de control de estos últimos. En este sentido, el partido en su
territorio garantizará la existencia de Oficinas Parlamentarias abiertas a la ciudadanía.
El compromiso es la
regulación de un régimen de interacción entre votantes y sus representantes.
Institucionalización de una verdadera “carta de servicios” de diputados y
senadores, regulando de manera exhaustiva sus obligaciones de contacto
directo y comunicación con sus representados.
Estos dos son, a nuestro
juicio, los elementos centrales en la mejora de nuestro sistema y consideramos
esencial alcanzar un amplio acuerdo parlamentario que permita avanzar en su
mejora, en la línea de sistemas más abiertos, como el alemán. Propondremos
también que este acuerdo incorpore estudios y propuestas relativas al refuerzo
de la proporcionalidad en la representación popular, así como la
posibilidad de que los electores tengan una mayor participación en la elección
definitiva de los candidatos.
Con esta finalidad
propondremos la posibilidad de aplicar listas electorales desbloqueadas con la
posibilidad de voto preferencial a un número determinado de candidatos
según el modelo vigente en algunos países europeos. En este sentido nos comprometemos
a seguir avanzando para impulsar una reforma electoral que garantice una presencia
verdaderamente equilibrada entre hombres y mujeres en las listas electorales.
El acuerdo deberá
ampliarse también a la participación electoral de los españoles residentes en
el exterior, analizando los cambios precisos para facilitar su participación y
su adecuada representación en la dirección de que el voto rogado sólo sea
necesario solicitarlo una vez quedando inscrito el solicitante en el censo de
votantes del CERA para sucesivas elecciones. Así mismo propondremos la
posibilidad de que los españoles residentes en el exterior puedan elegir en
circunscripción única una representación parlamentaria en el Senado.
Pero la reforma electoral
no es el único elemento para mejorar la participación en las instituciones. La
participación ciudadana limitada exclusivamente al momento electoral está en la
raíz de la insatisfacción de muchos ciudadanos sobre la política. Por ello, defendemos
una reforma
general de los instrumentos de participación no electoral, a partir de
un amplio proceso de discusión ciudadana, desde los ayuntamientos, de modo que pueda
desarrollarse plenamente el derecho a participar en los asuntos públicos a que
se refiere el artículo 23 de la Constitución.
En este marco deberán
incluirse reformas de facilitación y mejora de la Iniciativa Legislativa
Popular, de conversión de la Comisión de Peticiones en una verdadera Comisión
de Participación Ciudadana, de obligación de procesos participativos o de consulta
en el procedimiento legislativo, de participación ciudadana en la elaboración de
los presupuestos públicos, de generalización y fomento de las iniciativas ciudadanas
de impulso y control, de seguimiento del cumplimiento de los programas electorales.
Responsabilidad y rendición
de cuentas
Los gestores públicos
deben actuar con autonomía y con la necesaria capacidad de decisión. Pero el
envés de esos principios es la responsabilidad frente a la ciudadanía por la
gestión realizada. La existencia de responsabilidades administrativas,
políticas o incluso penales no debe hacer olvidar que la primera
responsabilidad, base del resto de ellas, es la de rendir cuentas públicamente
de la actuación realizada. De nuevo, la transparencia y el acceso a la
información son la base sobre la que se construye el sistema democrático, ahora
en su vertiente de exigencia de responsabilidad.
Sin embargo, la función de
rendición de cuentas del Gobierno y de la administración no ha recibido todavía
la atención necesaria en nuestro sistema. Debemos avanzar en ese camino, tanto
mediante una mejora de las obligaciones de informe público periódico como
mediante el refuerzo de los procedimientos e instrumentos de control técnico y de
legalidad internos de cada administración y, cuando resulte necesario, también mediante
el ejercicio de las facultades de control externo, por parte de otras administraciones,
tribunales o instancias de fiscalización.
La autonomía no es
sinónimo de inexistencia de controles, sino de decisión política libre en el
marco de la legalidad y la buena gestión. Y estos dos parámetros de control actúan
hoy con excesivo retraso sobre las actuaciones adoptadas por las administraciones.
Es necesario agilizar los instrumentos de control interno y externo y sus
efectos para conseguir que funcionen como un elemento de prevención más que de
sanción. Debemos mejorar y reforzar la intervención económica interna de las
propias administraciones y su estatuto de independencia así como la publicidad
de sus actuaciones, los procedimientos de ejecución y liquidación
presupuestaria, de las facultades de control de los parlamentos y asambleas, o
las facultades de tutela y de garantía de la legalidad que incumben a otras
administraciones.
Así, en ámbitos como la
ejecución financiera o el urbanismo, en los que la buena gestión y la
eliminación de cualquier práctica corrupta son elementos centrales para los intereses
de la comunidad y para la propia legitimidad de las instituciones, estamos dispuestos
a ejercer plenamente todas las posibilidades de control administrativo y judicial
y a reforzar la posición pública de los cuerpos de asesoría y vigilancia
técnica en relación con las actuaciones de los responsables políticos de
cualquier nivel territorial.
En este sentido defendemos
la creación de una Agencia de Evaluación Urbanística y de Suelo conjunta de Estado,
Comunidades Autónomas y una representación municipal caracterizada por
su capacidad e independencia, que asumirá la evaluación y el control de los
instrumentos de ordenación urbanística local a partir de sus efectos sobre
intereses supralocales y de forma singular sobre el respeto de la legalidad urbanística,
ambiental y de ordenación del territorio.
Estamos decididos a
incorporar a nuestro ordenamiento mecanismos para evitar la situación actual de
anulación de actos que han desplegado ya efectos durante años, cuya eliminación
resulta después prácticamente imposible, especialmente cuando éstos afecten al
medio ambiente.
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