Por
fin. Mira que se han hecho de rogar. A cuatro días del inicio de campaña, el PP
nos concede el honor de conocer los secretos de su programa electoral.
Suerte
la nuestra, votantes de la izquierda, que además de exigir participar y conocer
los programas electorales de nuestros partidos, exigimos también al PP que
tenga la decencia de hacer público el suyo, que también es el nuestro, porque
si los votos no lo remedian lo vamos a disfrutar al menos cuatro añitos. Si no
fuera por nosotros, si dependiera de sus electores, el PP se presentaría a las
elecciones del 20N con una cuartilla en la que habría escrito “súmate al cambio”
y con ello barrería en las urnas. Sus votantes no exigen nada, tienen confianza
ciega en las recetas de sus infalibles líderes.
La
existencia de un 20% de indecisos levanta temores en el PP y por ello insinúa más
que enseña lo que quiere hacer de España a partir del 21N. Su principal problema
es que la información fluye y que sus aliados naturales son muy sinceros al
plantearles el peaje por el apoyo solicitado. Gracias a ellos, la iglesia y los
empresarios, sabemos que las promesas de moderación son solo eso, promesas. Que
tras las medidas palabras de Rajoy se esconden intenciones ciertas de meter la
tijera en aspectos claves del Estado que hemos construido en los últimos años:
menos prestaciones, menos servicios y menos derechos.
El
milagro económico de Rajoy no difiere en nada del que ha hundido al mundo
occidental en la mayor crisis económica conocida: rebajas fiscales para tod@s
en los impuestos directos, flexibilizar y abaratar el despido y austeridad en
el gasto público. Para que nada cambie con el cambio recupera los incentivos a
la adquisición de vivienda y, quien sabe, si la Ley del suelo de Aznar. Ese es
su programa, cabe efectivamente en una cuartilla escrita por una sola cara. La mayor
ventaja es que sus electores dan más valor a la fe que a las promesas, quizá
porque en el fondo hemos consentido que las promesas electorales sean solo promesas
electorales… también lo hemos permitido a la izquierda y ese ha sido nuestro
gran error. Una minoría privilegiada, da igual de que partido, lleva tiempo usurpándonos
las ideas y los partidos. Ha llegado el momento de decir basta y de recuperar
lo que es nuestro.
Si
los populares castellanomanchegos son el reflejo de lo que nos espera con Rajoy,
y parece que así será por la influencia que Dolores tiene en Mariano, ¡que dios
o el diablo nos pillen confesados! Os cuento algunas perlas del ínclito Vicente
Tirado, el “voceras” que comparó a
Castilla La Mancha y Grecia con tanta insistencia que al final ha conseguido
que nuestra deuda regional tenga la calificación de “bono basura”. Enhorabuena
Vicente, consigues todo lo que te propones gracias a tu gran cabeza. Pues ese,
el actual presidente de las cortes regionales, reprende a la oposición
advirtiendo que al Parlamento regional no se va a hacer política. ¡Qué digo yo!
¿Y entonces a que van, a jugar al cinquillo? Eso sí, antes, a fuerza de
costumbre, sigue llamando consejeros a quienes hoy están en la bancada de la
oposición. Es tan esperpéntico que ha dejado pequeños a figuras tan añoradas
como Mario Mansilla y Domingo Triguero. Todos creímos que sus intervenciones en
las cortes nunca serían superadas y Vicente Tirado les ha superado con cruces. ¿Qué
hubiera sido de su singular oratoria en el papel de Portavoz? Espero que algún
día Cospedal nos regale esos impagables momentos.
Pero volvamos al programa popular. Pese a ser voluntariamente un texto
ambiguo, lleno de ideas sin rematar y pensado para no molestar a nadie, el
avance del programa que dio a conocer ayer el PP se sustenta en su línea
ideológica tradicional. Se trata de una propuesta muy similar a la de 1996
—pese a la muy diferente situación económica, que nadie niega en el partido—:
bajadas de impuestos importantes a pequeñas empresas —cinco puntos menos en
Sociedades—, a emprendedores, y, sobre todo, a lo que en el programa se define
como "ahorradores", que aunque no queda claro en el texto parece
orientado a bajar la presión sobre las rentas del capital.
A pesar
de que Rajoy dijo que no iba a tocar el IRPF en un primer momento, el PP
plantea una "modernización" de este impuesto, el más importante, y
una deducción nueva "para el incremento anual del ahorro". Ahí se
incluye el dinero del ahorro destinado a la vivienda habitual —amortizar la
hipoteca—, cuya fiscalidad mejoraría. El PP también promete recuperar la deducción
por compra de vivienda que el PSOE solo ha mantenido para los que ganen menos
de 24.000 euros. La bajada de impuestos a lo que el PP llama ahorro y que suele
afectar sobre todo a rentas del capital —inversiones en Bolsa, plusvalías— es
la línea que ya apuntaron en la reforma de 1997. En este texto, también como
entonces, se plantea mejorar la fiscalidad de los planes de pensiones. No se
atisba un impuesto a las grandes fortunas al estilo de la derecha francesa.
Otro de
los asuntos en los que hay un principio de concreción, aunque sin rematar, es
el de la reforma laboral. No hay contrato único, a pesar de que muchos en el PP
lo pedían —Rajoy ha querido suavizar también eso—, pero sí se promete una
“simplificación” de los modelos de contratación. Y, sobre todo, hay una reforma
sobre la que hay poco debate pero que tiene una gran trascendencia: la de la
negociación colectiva. El PP no eliminará los convenios sectoriales y
provinciales, pero los vaciará de contenido y operatividad al dar “prevalencia
en cuestiones salariales y condiciones del trabajo a los convenios y acuerdos
de empresa”. Adiós a la negociación colectiva que hemos conocido hasta ahora.
Respecto a ETA, los populares dejan claro en su
programa, en un capítulo titulado La derrota de ETA, que no van a
negociar ni en tiempos de bombas ni en tiempos de paz tras el anuncio de cese
de la violencia del 20 de octubre. Añaden que ese compromiso será "un
principio básico de la política de seguridad del Estado". Además, el
PP va a promover el reconocimiento y la memoria de las víctimas y apoyará
las iniciativas de la sociedad civil en este sentido. Este punto es un claro
guiño a los duros del PP y su entorno, pero en realidad puede no tener efectos
prácticos. Rajoy puede hacer una política penitenciaria perfectamente legal que
facilite el fin total de ETA —acercamientos, terceros grados, presionar para
revisar la doctrina Parot— sin negociar en ningún momento con la
banda.
Rajoy
trata de satisfacer a su electorado más conservador al anunciar una ley de
protección de la maternidad y un cambio en el aborto “para reforzar la
protección del derecho a la vida”. Sin embargo, no habla ya de derogación —sí
lo hacía en abril—, y no aclara cómo será esa reforma. En el ámbito cultural, el PP pretende
sustituir "progresivamente" el actual modelo de financiación y
promoción de la cultura basada en subvenciones por otro nuevo, en el que
particulares y empresa se involucren a través del "mecenazgo". Los beneficios
fiscales están detrás de esta propuesta.
Visto
lo visto, la cuestión es si los españoles otorgaran al PP la mayoría absoluta
que pronostican todas las encuestas. Si esto fuera así está claro donde debemos
buscar culpables y soluciones desde la izquierda. El culpable lo tenemos dentro
y no es otro que quien ha gestionado las cíclicas crisis del capital sin
proponer políticas de progreso. Es quien ha salvado los muebles al capital
durante décadas y se ha mostrado incapaz de elaborar una alternativa creíble
que se confronte con éxito al fracasado modelo liberal.
El
21N hablaremos con claridad, hasta entonces nos leemos en este diario o en
cualquiera de los miles de militantes socialistas. Saludos ecosocialistas a tod@s.
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