Hemos sufrido la mayor derrota
electoral desde la Transición
- El
pasado 20 de noviembre, siete millones de ciudadanos votaron al Partido
Socialista. Ese mismo día, miles de militantes socialistas culminaron sus
esfuerzos de campaña permaneciendo en los colegios electorales hasta que
se computó el último voto. Esos millones de ciudadanos y esos miles de
militantes son la base más sólida de que disponemos los socialistas para levantarnos
de la mayor derrota electoral de nuestra democracia.
- La
derrota del 20 de noviembre se suma a la del 22 de mayo en las elecciones
municipales y autonómicas. En ellas perdimos cientos de municipios y todas
las Comunidades Autónomas en las que se celebraron. El 22 de mayo tuvimos
un resultado muy adverso, puesto que perdimos 2 de cada 10 votos que
habíamos obtenido en 2007. El 20 de noviembre, la pérdida fue ya de casi 4
de cada 10 votos respecto de las generales de 2008.
- Es
verdad que la derecha ha conseguido su victoria en 2011 con menos votos de
los que el PSOE recogió en las elecciones de 2008. Pero esa victoria ha
supuesto una concentración de poder institucional tan grande, que unida al
poder económico y mediático que ya ostenta la derecha, amenaza con
convertir su hegemonía política en una hegemonía social y de valores que
suponga un verdadero retroceso en los avances alcanzados por la sociedad
española a lo largo de las últimas décadas.
Hay importantes logros de las
últimas legislaturas que debemos reivindicar
- Pese a
la severa derrota, los y las socialistas tenemos motivos para reivindicar
lo que hemos aportado a nuestro país durante los años de gobierno de José
Luis Rodríguez Zapatero. Los socialistas protagonizamos una auténtica
revolución en derechos civiles: conseguimos que las mujeres avanzaran
hacia la meta de la plena igualdad de derechos con los hombres; que
ninguna persona fuera menos por su orientación sexual. Desvinculamos a
España de la ilegal intervención en Irak y dimos paso a la erradicación
definitiva del terrorismo etarra. Seríamos injustos con nuestro propio
trabajo si no invocáramos los avances democráticos que hemos promovido,
comenzando por la eliminación de la sumisión partidista de RTVE.
Erraríamos si no reivindicáramos la extensión de los derechos sociales
para las personas dependientes, para los perceptores del salario mínimo, o
el aumento del poder adquisitivo de las pensiones, en especial las más
modestas.
- No
debemos renegar de nuestros logros; ni tampoco minimizar la magnitud de la
derrota, ni simplificar o tergiversar sus causas. Lo único que se puede
hacer con la derrota es no rendirse y rebelarse contra ella, combatiendo
sus causas con inteligencia y voluntad. Por dura que sea, también ofrece
una oportunidad para enderezar el rumbo. Eso es lo que esperan cientos de
miles de afiliados y simpatizantes, millones de personas que nos han
votado o que se han alejado de nosotros pero no de nuestros valores. Esas
personas no esperan que nos resignemos. Aguardan una respuesta sincera y
una rectificación clara.
Lo importante para nuestro futuro no
es quién, sino en qué y por qué nos equivocamos
- Por
eso, lo importante no es señalar quién haya podido equivocarse; esos
errores, en mayor o menor medida, y por acción o por omisión, ya forman
parte de nuestra trayectoria colectiva. Igual que los muchos y grandes
aciertos que hemos protagonizado en el último tercio de siglo, empezando
por los gobiernos de Felipe González y siguiendo por todas las Comunidades
Autónomas y tantas y tantas ciudades y pueblos de toda España. Lo capital
para el futuro es explicar en qué nos hemos equivocado y también por qué
nos hemos equivocado. Sólo con ese ejercicio de honestidad y de
transparencia podremos recuperar la credibilidad y la confianza de la mayoría.
- Es
verdad que el adverso entorno económico internacional ha erosionado el
crédito de nuestras políticas entre los ciudadanos. Es verdad que son
numerosos los gobiernos democráticos que sufren una fuerte pérdida de
apoyo social como consecuencia de la crisis. Y también es cierto que la
actuación de nuestro gobierno ha estado guiada en todo momento por la
preservación del interés general y que se ha visto forzado a adoptar
medidas que entrañaban un fuerte coste de popularidad. Y ha debido hacerlo
además sin la menor colaboración de una derecha que ha practicado una
oposición destructiva e irresponsable y que ha actuado como parásita de la
crisis.
Nuestra pérdida de apoyos no se debe
solamente a la crisis sino también a nuestros errores
- Pero no
podemos culpar exclusivamente a las circunstancias de nuestra pérdida de
apoyos. No ha sido solo la crisis, también la gestión de la crisis ha sido
causa de nuestra derrota. Otro importante factor ha sido la pérdida de
credibilidad sufrida a lo largo de los últimos años.
- A lo
largo de la última legislatura, los socialistas nos hemos ido dejando
parte de nuestra credibilidad en el camino. Cuando tardamos en reconocer y
llamar a la situación económica con el mismo nombre que la llamaban los
ciudadanos, perdimos ante ellos buena parte de nuestro crédito. Cuando
aplicamos, ciertamente obligados, políticas contra la crisis ajenas a
nuestra orientación ideológica y a nuestros valores, perdimos otra parte
de nuestro crédito. Más aún cuando no fuimos capaces de equilibrar los
esfuerzos y sacrificios que dichas políticas imponían a los sectores más
débiles de nuestra sociedad con la carga fiscal que debería haberse
exigido a los más poderosos. También hemos dejado una parte de nuestro
crédito cuando hemos justificado la limitación de nuestras prácticas
democráticas internas con el argumento de las dificultades a las que nos
enfrentábamos, en lugar de ver en la amplia participación de los
militantes una vía de solución a nuestros problemas. Del mismo modo,
difícilmente podía ser creíble nuestra voluntad de actuar a escala europea
e internacional, cuando hemos asistido al declive de la Internacional
Socialista, justamente la primera organización internacional de la
historia que fue creada para actuar por encima de las fronteras nacionales.
Es preciso cambiar el rumbo de
algunas de nuestras políticas y la vida de nuestra organización
- Sin
duda la crisis es un factor de primer nivel a la hora de entender nuestra
derrota, como también lo es la tardanza en reconocer su alcance y diagnosticar
su magnitud. Pero también algunas de nuestras políticas, también los
equívocos sobre nuestra orientación ideológica y también nuestra forma de
organizarnos han contribuido a esa derrota. Es necesario cambiar el rumbo
de parte de nuestras políticas y la vida de nuestra organización. Hace
falta un nuevo proyecto que extraiga todas las lecciones de nuestros
aciertos y también de nuestros errores.
- Debemos
reconocer, por ejemplo, que para desplegar una política social y civil
progresista es precisa una política económica progresista. Una política
económica que potencie el trabajo y el capital intelectual como motores de
desarrollo y que mantenga a raya la especulación. Debemos aprender que una
política progresista de gasto requiere una política progresista de
ingresos y eso exige una reforma fiscal integral que erradique las
injusticias que soportan las rentas del trabajo por cuenta ajena y que
incentive a los emprendedores. Los mayores enemigos de la socialdemocracia
son los que minan el Estado Social: el fraude y la injusticia fiscal.
- El
diálogo es esencial para la marcha de una sociedad democrática, pero
existen sectores que lo interpretan como seña de debilidad. Por eso el
diálogo debe ir acompañado de energía para poner freno a los poderes no
democráticos que pretenden imponer sus privilegios o su moral a toda la
sociedad. Igualmente, la autonomía de la política, expresión de la
voluntad popular, debe ser reafirmada frente a los grandes poderes
económicos nacionales e internacionales.
- Además
de reivindicar, con fundamento, la diversidad de España como fuente de
riqueza colectiva, debemos reclamar la cooperación que genera eficacia en
beneficio de los ciudadanos. Nuestra visión de una España plural y unida
merece ser defendida con pasión porque es la visión que comparte la
inmensa mayoría de los españoles frente a las tensiones de los
separatistas y los separadores.
- En el
contexto de la globalización, cualquier acción política eficaz ha de
desarrollarse ya a escala europea. El sueño europeo se desdibuja ante la
hegemonía de los poderes financieros y el regreso de egoísmos nacionales,
en especial la prepotencia de la derecha alemana. Los ataques al modelo
europeo de producción, de democracia y de cohesión social, en gran medida
obra de la socialdemocracia, hacen imprescindible la creación de una
verdadera fuerza socialdemócrata europea. Una fuerza con líderes europeos
y un programa europeo que reivindique un gobierno económico democrático de
Europa capaz de enfrentarse a la especulación financiera, la corrupción,
los paraísos fiscales y el fraude.
- En la
crisis, hemos de reforzar el compromiso que los socialistas hemos mostrado
siempre con los más débiles, con los trabajadores y las mujeres, y volcar,
además, toda nuestra energía en rescatar a los jóvenes de la
discriminación laboral y social que sufren.
El alejamiento de la sociedad y las
limitaciones en la participación interna explican buena parte de los errores
- La
democracia se mantiene viva y arraiga cuando se amplía la participación;
por eso, debe practicarse al máximo tanto en la vida interna del partido y
en las instituciones. La transparencia de la acción política y la
rendición de cuentas antes los representados son el oxígeno de la
democracia y no hay ningún poder legítimo por encima de los ciudadanos ni
en el Partido por encima de los militantes. Los ciudadanos progresistas
exigen que el sistema de representación política y la vida interna de los
partidos no estén trucados, que se ajusten a reglas democráticas efectivas
como la proporcionalidad en la representación; la rendición de cuentas de
los elegidos ante los electores; la máxima participación de los
ciudadanos, etc.
- Nuestro
reto es ahora recuperar la credibilidad. Y eso no se logra con bruscos
giros basados en cálculos tácticos. Tampoco con un mero cambio de caras.
Lo que nos hará recuperar la credibilidad será la coherencia de nuestras
ideas con nuestros actos. Somos más creíbles cuando somos más auténticos y
menos parecemos asumir las ideas de nuestros adversarios políticos. Debe
guiarnos la aspiración a la mayor igualdad posible dentro de la mayor
libertad posible adaptada a los nuevos retos de nuestro tiempo. Entre
otros: la reducción de las desigualdades sociales en paralelo a la mejora
de la competitividad de la economía; la preservación y mejora de un Estado
del Bienestar sólido y eficiente que asegure a los ciudadanos contra los
riesgos que surgen en un mundo globalizado (en particular a través de la
sanidad y educación públicas y el sistema de pensiones); la ampliación de
los apoyos de la izquierda a los emprendedores y las clases medias; la
salvaguarda de un planeta habitable para las próximas generaciones; o la
lucha contra las injusticias globales como la hambruna y la pobreza
extrema.
- A
nuestro juicio la pérdida de credibilidad y coherencia ha sido fruto de la
erosión de nuestros mecanismos democráticos y del aislamiento social
progresivo de nuestro partido. Ese es el por qué de nuestros errores.
Antes de que los ciudadanos se alejaran de nosotros, nosotros nos alejamos
de los ciudadanos. Un partido gana en eficacia cuando gana en democracia y
en participación de todos sus militantes, cuando capta mejor el pulso de
los ciudadanos, cuando lo transmite con nitidez y cuando acierta a
transformarlo en acción política.
- La
exclusiva concentración en las tareas institucionales y el ensimismamiento
orgánico nos han llevado a perder en buena medida el pulso de la calle. Y
una lealtad mal entendida ha hecho que se omitieran críticas necesarias y
ha evitado que ese pulso se transmitiera hacia la dirección de nuestra
organización. También eso debe cambiar.
Necesitamos la máxima participación
de todos y un liderazgo democrático y colectivo que integre generaciones
- Todo
eso puede cambiar y debe cambiar. La democracia española necesita un
partido socialista fuerte, y la fortaleza de nuestro partido necesita de
la máxima participación de todos. Militantes o simpatizantes, jóvenes o
veteranos, mujeres y hombres. La protección más efectiva contra los
errores y la mejor garantía de nuestra recuperación rápida es la amplia
participación regular de militantes y simpatizantes, la máxima
transparencia en todos los niveles y una transformación profunda de
nuestra organización que convierta al PSOE en modelo de democracia. Para
ello deben incentivarse también los comportamientos éticos y responsables,
así como la máxima autonomía de nuestros militantes y su estrecha conexión
con la realidad social.
- El PSOE
ha perdido mucho poder institucional, pero aún así conserva una nutrida
militancia dentro y fuera de nuestras fronteras en las organizaciones del
exterior. También dispone de una representación considerable:
parlamentarios del Congreso y del Senado, autonómicos, europeos, diputados
provinciales y, sobre todo, alcaldes y alcaldesas, concejales y concejalas
que siguen dando la cara por nuestras ideas y son el rostro del PSOE ante
los ciudadanos. Ellos van a protagonizar buena parte de nuestra acción en
esta nueva etapa y precisan del respaldo colectivo. Tras estas elecciones
vamos a estar en la oposición y debemos ejercerla con la responsabilidad.
Aspiramos a gobernar, pero anteponemos el bien común a los intereses de
partido, algo que podemos enseñar a los ganadores de los comicios. Nuestra
regla es trabajar siempre, en el gobierno o en la oposición, con el mismo
objetivo: mejorar la vida de la gente, de inmediato. En el gobierno o en
la oposición, no somos aliados de los problemas, sino de la gente que los
padece.
Haremos una oposición responsable
desde una defensa clara de las políticas socialdemócratas
- Nuestra
oposición será responsable, pero deberá trazar con nitidez una alternativa
de gobierno socialdemócrata, progresista. Nuestro proyecto habrá de ser
autónomo, pero nuestra autonomía ideológica y programática no significa
aislamiento. El PSOE debe hacer su trabajo en coalición con la sociedad,
de la mano de los movimientos ciudadanos y, en especial, de los
sindicatos, de CCOO y de la Unión General de Trabajadores, con quien
además compartimos origen e historia. También en colaboración con otras
fuerzas políticas progresistas. Debemos abrir nuestra organización a esos
millones de españoles que comparten nuestros ideales progresistas y a
quienes ya se están viendo afectados por las políticas conservadoras de
restricción de derechos civiles y desmantelamiento del Estado del
Bienestar.
- En
nuestros 132 años de historia hemos conocido situaciones propicias y
adversas, algunas también extremas. Muchos hombres y mujeres han dado lo
mejor de su vida –y en ocasiones su vida misma- en defensa de nuestros
ideales. Si el PSOE ha llegado a convertirse en la fuerza política más
antigua de nuestro país ha sido gracias a que, aún en las situaciones más
penosas, ha habido socialistas que jamás se han resignado, que han
acertado a encarnar el futuro.
Debemos debatir con libertad y
respeto, pensando en el futuro de nuestro proyecto
- Con la
convocatoria de nuestro XXXVIII Congreso se abre una nueva etapa que
deberá estar marcada por el debate profundo y sereno, la revisión de
nuestra organización y el restablecimiento de los lazos con la mayoría
social de progreso. Este proceso de debate y transformación del socialismo
español no concluye con el Congreso Federal sino que debe proseguir
después con más energía y debe ser impulsado por un liderazgo democrático
y colegiado resultante del Congreso y que habrá de integrar generaciones y
sensibilidades.
- A cada
socialista le toca tomar posición más allá de cualquier cálculo personal,
pensando solamente en el futuro de nuestra causa. Lo que se espera de cada
uno de nosotros es que lo hagamos libremente, en conciencia, con respeto a
todos los compañeros, defendiendo democráticamente las ideas y las
propuestas que consideremos más adecuadas. Eso es lo que hacemos con este
documento. Aportar ideas a un debate que de ningún modo pretendemos agotar
sino, simplemente, poner en marcha; porque queda mucho socialismo por
hacer, mucho PSOE por hacer.
Este documento ha sido elaborado con
las contribuciones de numerosos socialistas, entre otros, y a título
estrictamente personal: Francisca Baraza Martínez, Delia
Blanco Terán, José Borrell Fontelles, Manuel Bustos
Garrido, Federico Buyolo García, Francisco Caamaño
Domínguez, Aina Calvo Sastre, Javier Carnero Sierra,Estefanía
Castro Chávez, Ana Concejo Vázquez, Antonio Cosculluela
Bergua, Carme Chacón Piqueras, Remedios Elías Cordón, Marco
Ferrara Ferrero, Eugenia Gómez de Diego, Joaquín
Hermoso Murillo, Patricia Hernández Gutiérrez, Roberto
Jiménez Alli, Juan Fernando López Aguilar, Fernando
López Gil, Carlos Martínez Mínguez,Cristina Narbona Ruiz, Rafael
Pacheco Rubio, Ximo Puig Ferrer, Javier Rojo García.
Su difusión en la web muchopsoeporhacer.com pretende
estimular el debate. Con la misma finalidad de incentivar el debate, algunos de
sus autores difundirán en los próximos días nuevas aportaciones específicas
sobre éstos y otros temas:
- Municipalismo
y socialismo.
- Crisis
europea y política socialdemócrata.
- La
organización internacional de los socialistas.
- La
relación entre partido-sociedad.
- Mejoras
en la democracia.
Todas las contribuciones estarán
abiertas a la participación en esta misma web.
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