Cuando apenas faltan
unas semanas para el Congreso del partido comienzan a surgir “espontáneos”
manifiestos llamando a su renovación y a recuperar la identidad soialdemocrata.
Bienvenida sea esa identidad y lo digo desde la ideología marxista y vocación
ecosocialista que profeso, pero no me duelen prendas al entender que soy
minoría en el partido y minoría social insignificante y nada representativa en
la España de hoy. Siendo marxista no tengo más opción que ser permeable a las
otras ideas y siendo verde no tengo otra salida que hacer a diario la
fotosíntesis de cuanto me llega del exterior para transformarlo en energía
positiva. Sueño, que quede claro, con sintetizar los postulados socialdemócratas
que Rosa Luxemburgo debatía con Lenin en 1917. Hace demasiados años que
abandonamos el ideario socialdemócrata y ya es tiempo de recuperarlo.
Ahora, al fin, una
treintena de cuadros socialistas han dado un paso
adelante con el manifiesto Mucho PSOE por hacer. Antes lo han hecho
las bases, Izquierda Socialista y otros colectivos del partido. Los elementos
esenciales de ese manifiesto corresponden a lo que muchos veníamos
solicitándole a la actual dirección: autocrítica, democratización del
funcionamiento interno, reconciliación con la mayoría social progresista,
recuperación de un ideario, un programa y unas políticas inequívocamente
socialdemócratas y visión europeísta y global.
Seremos injustos sino
reconocemos el derecho de este grupo a exigir que se abran las puertas del
partido para que entre el aire fresco de la renovación, que propongan
prioritariamente un debate de ideas frente a un debate de nombres y que lo
hagan en un partido que representa directamente a siete millones de electores e
indirectamente a otros tres millones y medio de potenciales electores que
prefirieron quedarse en casa antes que entregar su voto a un proyecto
progresista fallido desde su origen.
Algunos de los
firmantes de este manifiesto han sido ministros con el gobierno de Zapatero y
ello parece condenarles al frío sótano del olvido, condena que no hicimos a
Rubalcaba hasta el monumental batacazo del 20N. ¿Acaso no habríamos llamado
traidores a quienes hubieran criticado a Zapatero y sus políticas? ¿Habríamos
entendido que un ministro de su gobierno le hubiera abandonado en ese trance?
Seamos generosos entonces compañeros y no olvidemos que casi todos hemos
callado durante años y que en defensa de nuestro partido hemos sacado pecho por
propuestas que no compartíamos. Eso no es incoherencia, es militancia.
Esta propuesta, como
han señalado Javier Rojo y Juan Fernando López Aguilar, es solo una, la primera,
entre las muchas posibles y deseables. Si otros dirigentes, militantes o
sectores tienen reflexiones alternativas, lo que deben hacer es proponerlas con
la claridad y valentía de este manifiesto. Es así como se garantizan las
puertas abiertas y los debates enriquecedores. A falta de las ponencias
congresuales bueno es el debate de manifiestos y cuantos más mejor.
Puede que alguno
tenga dudas sobre lo oportuno del momento. A ello le respondo que aunque muchos
hubiéramos deseado escuchar esta autocritica antes del 20N y podríamos pensar
que llega tarde, no es así, es por lealtad al partido y a Rubalcaba por lo que
no se ha hecho hasta no constituidas las cámaras, no ha sido investido Rajoy y
no se ha dado cumplida réplica a su discurso en el debate de investidura. No se
ha podido ser más escrupuloso y respetuoso con las decisiones adoptadas por los
órganos del partido.
¿Habrían tenido que
esperar más? ¿A qué? Para el Congreso solo falta un mes y medio. ¿Es que solo
tendrían que haber abierto la boca el día anterior a ese Congreso? En ese caso,
los militantes socialistas no habríamos tenido tiempo de reflexionar sobre
estas ideas y proponer otras si no las compartimos.
La autocrítica
contenida en el documento es correcta en el fondo y en la forma. En el fondo,
porque el desapego de millones de socialistas respecto al Gobierno Zapatero se
produjo cuando este fue incapaz, por un equivocado sentido de Estado, de
proponer alternativas socialdemócratas tanto a la crisis como al ajuste
presupuestario. En la forma, porque los firmantes del manifiesto asumen de modo
explícito su propia responsabilidad personal y política en esa incapacidad. A
uno le gustaría, francamente, que aquellos que ocuparon los más altos cargos
del gobierno Zapatero, la presidencia y las vicepresidencias política y
económica, se pronunciaran abiertamente sobre si piensan que todo lo hicieron
bien.
Somos conscientes de
que el PSOE es el único partido con posibilidad de relevar a medio plazo a
Rajoy, el tiempo de oposición dependerá de nuestras decisiones y de la
evolución de nuestra economía. Es por ello que la reforma, renovación,
rejuvenecimiento, refundación, renacimiento o como cada cual quiera llamarle, del
partido es clave para el conjunto de la izquierda española. Este proceso debe
ser serio, profundo, riguroso, democrático, no un apaño en las alturas para
salir del paso y tampoco una permanente asamblea del 15M; 132 años de
experiencia democrática nos contemplan, no la defraudemos ahora. Una nueva
chapuza acentuaría el desapego hacia nosotros de muchas personas de izquierda y
nadie cubrirá ese hueco, solo la abstención.
Los procesos
democráticos no son exclusivos de las bases ni de las asambleas. No se tienen
mejores ideas porque se debatan en Jun, tampoco se tiene más pedigrí
democrático por asistir a sus debates. Miles de socialistas no iremos allí por
razones distintas y no por ello somos menos socialistas.
La cuestión de los
nombres, obsesión que nos ha impuesto la clase político-mediática dominante, es
lo menos importante; lo importante son las ideas. Las personas son sustituibles;
las ideas progresistas no lo serán nunca.
Comentarios
Publicar un comentario
DEJA AQUÍ TU OPINIÓN