Vista la alineación
con la que Mariano Rajoy quiere jugar los primeros partidos de la temporada es
visible que hay una gran triunfadora y una gran derrotada. La primera es Soraya
Sáenz de Santamaría y la segunda María Dolores de Cospedal. Algunos piensan que
su permanencia en el cargo de Secretaria General no pasará del próximo febrero
y que será González Pons quien le de relevo en el cargo. En fin, una patada en
el trasero como agradecimiento a los servicios prestados.
Lo cierto es que las
alarmas se han encendido en el Palacio de Fuensalida y entre los populares de
Castilla la Mancha al comprobar que su “lideresa”, María Dolores Cospedal, ha
perdido las gracias de Mariano Rajoy y ha sido incapaz de colocar en el nuevo
Gobierno a uno de los suyos. Parece que el talante conciliador que impulsa
ahora Rajoy no precisa del verbo inquisitorial y calumniador de Cospedal.
Y la derrota ha sido
más amarga al comprobar in situ, el
precio de ser Secretaria General la obligó a estar presente en la toma de
posesión, cómo su “amada enemiga”, Soraya Sáenz de Santamaría, concentra todo
el poder en un Gabinete, donde no tiene más competidores que el propio Rajoy.
La vicepresidenta ha tenido varios roces con Cospedal, el último fue en el
debate del Estado de la Nación, cuando la Secretaria General exigió el sillón
contiguo a Rajoy en el Congreso de los Diputados y desplazó a la entonces
portavoz parlamentaria. Una actitud prepotente que molestó mucho a Sáenz de
Santamaría y que será difícil que olvide.
Además, Cospedal ha
visto como Ana Mato, otra de sus rivales, se sienta en el Consejo de Ministros tras
arrebatarle en los últimos tiempos las funciones de Secretaría General. Recordemos
que la ahora ministra de Sanidad llevó el peso organizativo del partido en
detrimento de la presidenta de Castilla-La Mancha, que en los últimos seis
meses ha perdido protagonismo y, lo que más le duele, ya no son tan frecuentes
sus videos cocinados porque a pocos interesa ahora su discurso nacional.
Otro signo de la
derrota es que Castilla La Mancha no está representada en el gobierno de
España. Cospedal intentó hasta el último momento colocar en el Gobierno a
alguien de su confianza, concretamente al presidente de la Diputación de Toledo
y diputado por esta provincia, Arturo García Tizón, cuyo nombre sonaba para
ocupar la cartera de Justicia, en la que no ha podido competir con un rival de
la talla de Alberto Ruiz Gallardón. Mariano Rajoy rechazó la propuesta de su
“número dos”, descartando para su Gabinete al diputado toledano. El descarte de
García Tizón supone para Cospedal una contundente desautorización y la prueba
evidente de que ha perdido poder e influencia en su partido, lo que probablemente
le pasará factura también en Castilla-La Mancha. Ahora es accesible para
quienes no aprueban el ninguneo que viene haciendo a los cuadros populares de
la región. Y es que los afines a Cospedal tendrán que conformarse con algún
puesto en niveles de secretaría de Estado o dirección general ministerial.
El golpe definitivo
para Cospedal podría darse en Sevilla si Esteban González Pons, otro de los
descartados por Rajoy para entrar en su primer Gobierno, es impulsado a la
Secretaría General en el congreso que el Partido Popular celebrará el próximo mes
de febrero. De esta forma, el valenciano sustituiría a María Dolores Cospedal,
que quedaría relegada a la condición de “baronesa territorial”. Se espera que
González Pons ejerza desde ahora como número dos en la sobra al absorber las
competencias de la Vicesecretaría de Organización, que tan exitosamente parece
haber gestionado Ana Mato. Si esta decisión se hace realidad en Sevilla; si
González Pons se convierte en el hombre fuerte del partido, Cospedal pasará a
ser una exiliada en tierra extraña, ya que es conocida su pereza en recorrer
las carreteras de Castilla-La Mancha y conocer sus dos mil pueblos. Su relevo
en la dirección nacional del partido la relegara a una labor que ha considerado
el trampolín para su ascenso a la categoría nacional. A ella y a su marido, la
liga regional les viene pequeña.
Vosotros,
que no sois castellanomanchegos, podéis afirmar aquello de “y a mí que me
importa que Cospedal sea la gran derrotada”, pues a nosotros en Castilla La
Mancha sí que nos importa porque hemos pasado de la ilusión por verla en
Moncloa a tener que padecerla al menos cuatro años.
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