Es curioso como nuestro país navega habitualmente contra corriente y, en
relación a la energía nuclear, no iba a ser una excepción. Aquí, además, damos
por hecho cosas que no solo no son ciertas sino que se alejan mucho de la
verdad. Y es que el poderío del lobby nuclear se deja notar.
Quien no ha escuchado insistentemente que España compra energía eléctrica a
Francia porque somos deficitarios y que esta procede de las centrales nucleares
francesas. A este argumento falaz se agarran como un clavo ardiendo incluso las
personas supuestamente informadas y formadas. También se afirma que enviamos
allí nuestros residuos nucleares para su tratamiento pagando por ello la
friolera de 60.000€ diarios y que gran parte de nuestra energía consumida procede
de centrales nucleares.
Estos argumentos los he escuchado en numerosos foros y debates y han
terminado calando en buena parte de la ciudadanía. Intentaremos desmontar los
argumentos con la verdad indiscutible de los datos y con el rigor de las
fuentes oficiales.
Si observamos con detalle la “información
sobre su electricidad” que acompaña nuestra factura de la luz, hojita que
recibimos mensualmente, en la que aparece el mix eléctrico con la información pública
que se puede consultar en Red Eléctrica Española (www.ree.es)
podremos salir de dudas. En la hoja informativa se puede leer que “el sistema eléctrico español ha exportado en
2010 el 2’8% de la producción neta nacional”. Comprobamos así que realmente
somos un país exportador de energía.
Aparece también un gráfico sobre la aportación de las diferentes fuentes
energéticas que integran el mix energético. Este gráfico nos permite comprobar
que la energía nuclear ha supuesto el 20,4% de la “Mezcla de Producción en el Sistema Eléctrico Español en 2010”.
Esto quiere decir que, como la electricidad supone en cifras redondas el 20%
del total de energía final consumida, la energía nuclear representa poco más
del 4% de la energía final consumida en España. No es tan decisiva como sus
defensores pretenden hacernos ver.
En España podríamos prescindir de la energía nuclear puesto que la potencia
eléctrica instalada es de 105.000 MW frente a un máximo de consumo histórico de
menos de 45.000 MW, que se produjo a finales de 2010. Además, la energía eólica
cobra cada día mayor protagonismo y ello a pesar de que aún no ha resuelto el
problema del almacenamiento. Actualmente solo se conecta a la red en periodos punta
de producción y de consumo, pero los aerogeneradores permanecen demasiado
tiempo desconectados de la red porque esta es incapaz de almacenar la energía producida.
Otro tanto ocurre con los residuos nucleares. Todos dábamos por hecho que
nuestro país pagaba a Francia cantidades astronómicas por su almacenamiento
seguro y han sido los municipios integrados en la Asociación de Municipios en
Áreas con Centrales Nucleares (AMAC) quienes han desmentido lo afirmado
recientemente por el nuevo ministro de Industria, Energía y Turismo,
advirtiendo que hace décadas que no enviamos residuos a Francia.
Lo curioso es que, los defensores de lo nuclear, a pesar de verlo por sus
propios ojos, no dan ninguna credibilidad a los datos oficiales. En su descargo
hay que decir que una mentira termina siendo verdad a fuerza de repetirla. A quien
no le suena aquello de que “todo el mundo
sabe que la energía nuclear es la principal fuente de energía en España”. Cada
cual tiene su opinión sobre un tema tan controvertido como la energía nuclear,
lo triste es que algunos se formen la opinión sobre información falsa, cuando
la correcta está en nuestra propia casa y al alcance de la mano. Pero los
prejuicios, muchas veces, no nos dejan ver la verdad.
Otro argumento utilizado habitualmente por los defensores de la energía nuclear
es su precio. Insisten en que es la más barata y la menos subvencionada cuando
en realidad es todo lo contrario. Tras la liberalización y desregulación de los mercados de la
energía el trato de favor que ha recibido el sector nuclear por parte de los
gobiernos para continuar vertiendo kWh en la red es escandaloso. Aún hoy, los
analistas financieros del mercado mundial dudan que una fuente de energía, cuyo
coste de construcción, siendo optimistas, se eleva a más de 2.000 $/kW
instalado pueda competir con otras fuentes mucho más baratas, a no ser que los
gobiernos le otorguen jugosas subvenciones como las que le han concedido hasta
el día de hoy. Y ello sin imputar el “coste ambiental” que supone el tratamiento de sus residuos.
Hasta 1973 los gobiernos de los países
de la OCDE concedieron a la energía nuclear más de 150.000 millones de dólares
para proyectos de investigación y desarrollo. Entre 1974 y 1992, se le
otorgaron 168.000 millones más, mientras a todas las energías renovables se les
concedían sólo 22.000 millones, la extravagante promoción de la energía nuclear
a través de Euratom (el Tratado Europeo de la Energía Nuclear) no está incluida
en estas cifras, tampoco las cifras que el gobierno francés ha dedicado y
continua dedicando a la energía nuclear, pues permanecen secretas. Se pueden asegurar
que el monto de las ayudas públicas estatales a la energía nuclear en todo el
mundo supera el billón de dólares frente a los 50.000 millones destinados a las
energías renovables. ¿Puede la humanidad permitirse tanto despilfarro? Quizás
sea hora de hacer las paces con el planeta y reorientar las políticas
energéticas para empezar a hacerlas sostenibles de verdad.
Cuando un país se encadena a la energía
nuclear empieza a tener enormes dificultades para desarrollar las energías
renovables. El ejemplo contrario lo tenemos en Dinamarca, un pequeño y dinámico
país europeo cuyo Parlamento a comienzos de los 80, haciéndose eco de la
oposición ciudadana a la energía nuclear, tuvo la valentía de adoptar una
resolución que impedía la construcción de centrales nucleares. Como resultado
hoy Dinamarca es una potencia mundial en tecnología eólica y exporta a todo el
mundo, dando trabajo a miles de personas y generando una enorme riqueza
económica. Alemania, la potencia industrial del
continente y referente para amplios sectores de la sociedad española,
abandonará la energía nuclear en 2022.
Si nuestro país quiere ser competitivo
de verdad, avanzado tecnológicamente, solidario con los sistemas naturales,
culturales y sociales, debe apostar decididamente por las energías limpias y
renovables, desarrollando las tecnologías que permitan captar los flujos de
energías libres que se manifiestan en la biosfera terrestre, fruto de nuestro
viaje planetario alrededor del Sol, y aprovecharlos para que todas l@s español@s
podamos disponer de una vida digna y saludable.
Paparruchas... Primero: el porcentaje de energía producida por España es casi el mismo en energía nuclear que en energias renovables... Segundo: si en España se consume más de energía renovable que de nuclear es porque "se obliga" a usar antes la energia renovable que la nuclear, es por eso que la energía en España nos sale cara a todos los españoles debido a esta obligación de consumir antes una que otra... Tercero: España sí envía residuos nucleares a otros paises y por ende hay que pagar por eso. Tenemos cementerios para residuos nucleares de baja y media actividad, pero para los de alta actividad no tenemos y tenemos que llevarlos a otros paises... En fin, en tu artículo veo mucho greenpeace y poca información contrastada y veraz. Un saludo.
ResponderEliminarNo soy pro nuclear pero estoy totalmente de acuerdo con este comentario. El artículo flaquea por muchas partes y además basta ya de mertir a la gente, las energias renovables son indispensables, pero están sujetas a incertidumbres continuamente y no se pueden desarrollar uniformemente en el territorio. Siempre tendrá que haber un flujo energético base y constante para no depender de las condiciones climatológicas. Ojala dentro de un siglo las tecnologías de almacenamiento y distribución de energía sean eficientes y permitan el uso único de energias limpias, pero en la actualidad y el futuro a corto medio plazo es imposible.
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