Europa necesita girar a la izquierda para mantener el
Estado del Bienestar y marcar el rumbo al resto del mundo. A los ataques
furibundos de los mercados se ha sumado el del Banco Mundial, recomendando
precarizar el mercado de trabajo e incrementar los recortes para poder competir
con Asia y Estados Unidos.
Frente a las crecientes presiones, el norte de Europa
se resiste a perder un modelo que ha proporcionado las mayores cotas de
bienestar y trata de encontrar nuevos alicientes para mantener las conquistas
sociales y mostrar al resto del mundo que es posible compatibilizar desarrollo
y sostenibilidad. Dinamarca apuesta, en su semestre al frente de la UE, por
pintar de verde la economía europea y exportar el modelo al resto del mundo.
El proyecto danés será más fácil si Francia se
incorpora al giro a la izquierda pero, aunque el candidato socialista François
Hollande va en cabeza de los sondeos a las presidenciales en Francia, la
carrera al Elíseo está abierta. Ni siquiera está claro quiénes serán los dos
aspirantes que pasarán el 22 de abril a la segunda vuelta del 6 de mayo. No se
puede descartar la posibilidad, ciertamente bochornosa, de que sea la dirigente
de extrema derecha Marine Le Pen. El actual presidente, Nicolas Sarkozy,
formalmente aún no se ha declarado candidato, pero ya se halla en campaña para
intentar salir del pozo de desgaste y de desprestigio en que ha caído.
La competición va a ser apasionante, entre otras cosas
porque las opciones políticas están muy diferenciadas, al menos ante la primera
vuelta. El habitualmente pausado y moderado Hollande dio el domingo un claro
giro a la izquierda, en el discurso que marcó el inicio de su campaña, al
identificar como su adversario, no a Sarkozy, al que ni siquiera nombró, sino
al mundo de las finanzas que, según
él, ha tomado el control de la economía.
Su discurso no fue meramente retórico, sino que estuvo salpicado de propuestas
concretas de todo tipo, desde la jubilación a una mayor laicidad pasando por la
fiscalidad, y con un énfasis especial en una juventud que considera sacrificada, abandonada y relegada, y
para la que plantea una pregunta central: ¿Vivirá
mejor en 2017 que en 2012?
Hollande sabe que en el realismo presupuestario se
juega buena parte de su credibilidad, por lo que esta misma semana explicará
cómo se financiarán sus propuestas. El candidato socialista tiene una visión
propia de Europa, más proteccionista que Sarkozy, pero que interesa
especialmente a España, pues propone un pacto de responsabilidad, de gobernanza y de crecimiento, frente al
tratado de austeridad fiscal que se está negociando en la actualidad bajo el
impulso de Alemania.
La izquierda no ha ganado una elección presidencial en
Francia desde que François Mitterrand, la referencia para Hollande, fuera
reelegido en 1988. El socialista sabe que tiene en Sarkozy un temible adversario,
como quedó patente en la campaña de 2007. Pero de momento, tras ser elegido
candidato en primarias abiertas a los ciudadanos, ha logrado unir a las
diversas familias del socialismo francés, atraer a los ecologistas y empezar
marcando la agenda de la campaña.
La siguiente pieza en el tablero será Alemania. Allí se
vienen produciendo resultados esperanzadores para la izquierda en todos los
comicios locales celebrados hasta la fecha. Una derrota electoral de Merkel,
adalid de la austeridad en el gasto público, ofrecería una Europa desconocida
hasta la fecha y en la que la izquierda podría alcanzar la mayoría y marcar un
rumbo bien distinto al actual. Antes podría haber cambiado Italia poniendo fin
a la negra etapa de Berlusconi y la tecnocracia.
España, como es habitual, va con el paso cambiado y
cuando aquí gobierna la izquierda en Europa lo hace la derecha obligándonos a
aplicar políticas centristas en nuestra economía. Pronto Rajoy se encontrará en
franca minoría y ante la duda de aplicar un modelo económico que no comparte o
quedarse descolgado.
Pero para contribuir positivamente a esa realidad la
izquierda española tiene tareas pendientes. IU debe salir del aislamiento y
mostrar vocación mayoritaria y el PSOE debe elegir en su inminente congreso
entre una solución provisional o una apuesta de futuro. Cuando ha optado por lo
segundo ha acertado y beneficiado a España con importantes cambios económicos y
sociales. Lo hizo con Felipe González transformando la débil economía española
en una de las primeras economías mundiales y lo hizo con Zapatero situando a
España como país referente en el ámbito de los derechos sociales.
Ahora se nos presenta la oportunidad de hacer lo mismo que
entonces. Necesitamos aprender de experiencias propias, recuperar la identidad
socialista y acertar en la apuesta, sabiendo que no necesitamos un parche que
nos acerque a las generales de 2015, sino una solución que nos permita ganar
las elecciones andaluzas y desde ellas comenzar la recuperación de las
instituciones locales para optar con garantías a pelear por el gobierno de
España.
Comentarios
Publicar un comentario
DEJA AQUÍ TU OPINIÓN