Por
mucho empeño que le pongan sus padrinos Page no es Zapatero. Y podría haberlo
sido pero, eso sí, tendría que haberse despojado de algunas rémoras para hacer
el camino que lleva hasta el nuevo PSOE.
Para
empezar debería dejar de ser un hombre de Bono y apostar por ser un hombre del
partido, -Bono contamina todo cuanto roza y Page no podía ser menos, más aun
presumiendo de delfín como ha hecho hasta ahora-, trabajando autónomamente en
la construcción del socialismo del siglo XXI. Su dependencia del expresidente
de Castilla La Mancha, exministro y expresidente del Congreso es demasiado
visible y esto no le beneficia en la actual coyuntura. Si sumamos a ello que su
candidatura la ha lanzado el inefable Pedro J. Ramírez la tarea de aspirar a la
Secretaria General del PSOE se antoja tan dura como las 12 pruebas de Hércules.
En
segundo lugar, ahora que las bases reclaman protagonismo en el proceso y aspiran
a participar activamente en la gestión del partido y sus políticas, el equipo
de Page debería sacarlo de la burbuja de Toledo y hacerle comprender que soplan
nuevos aires y que sus recientes declaraciones sobre lo que necesita el partido
no le ayudan mucho, más bien al contrario. Ha sido un error de bulto afirmar
que el partido necesita más un líder que ideas, ya que estas vendrán de la mano
del líder. O sea, de él. Más cerca de la idea de partido abierto y reubicado en
postulados socialdemócratas, cuando no socialistas, se sitúan otros candidatos.
Tanto Rubalcaba como Chacón apuestan por impulsar la democracia interna y
apuestan por fórmulas de elección directa, mediante primarias, de candidatos y
secretarios generales.
Page
tiene otras desventajas respecto a Zapatero: no cuenta con el equipo joven y
entusiasta que aupó a Zapatero a la Secretaria General del PSOE en el XXXV
Congreso, tampoco cuenta con el efecto sorpresa de su candidatura y, además,
llegado el caso los guerristas
volverían a ser decisivos y seguirían cobrándose en su persona la traición de
Bono. El grupo que inicialmente le apoyaba, los
municipalistas, ha decidido integrarse en el colectivo mucho PSOE por hacer.
Cierto
es que existen similitudes entre el XXXV y el XXXVIII Congreso. Que en ambos
casos se viene de una fuerte derrota electoral, que el aparato del partido ha
maniobrado para que las bases no tuvieran opción a elegir al candidato y que el
resultado es incierto y favorece la aparición del mirlo blanco. Pero, a diferencia de entonces no habrá más de dos
aspirantes a la Secretaria General, salvo sorpresa mayúscula y me atrevo a
afirmar que dado el caso, alguno de los actuales candidatos –mucho PSOE por hacer- se fusionaría con
el tercero en cuestión.
Zapatero
pudo ganar a Bono porque parte de los votos de Matilde Fernández fueron hacia
su candidatura. Ahora no será así y si hubiera cuatro candidatos Page correría
la misma suerte que corrió Rosa Diez, apenas rozaría el 6% de los votos.
Efectivamente
Page no es Zapatero, este era un experto diputado cuando fue elegido Secretario
General y eso facilito su lanzamiento a la esfera nacional. Page no ha superado
aun la condición de segundón en la política castellanomanchega. Primero estuvo
a la sobra de Bono y después Barreda lo “colocó” en la alcaldía de Toledo para
que no le hiciera sombra en el gobierno regional.
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