Parece un recuerdo vago pero
conviene recordar que hace apenas una década la socialdemocracia gobernaba en
la mayoría de los países de la Unión Europea de los 15, y también entre los países
de la Eurozona. Hay son la excepción en ambas instancias. ¿Por qué ha sido así?
Trataré de explicarlo en este artículo.

La caída en picado de la socialdemocracia ha permitido
que las derechas recuperaran el poder. Una vez en el gobierno, los partidos
conservadores y liberales han radicalizado aún más estas políticas profundizando
la recesión económica y aprovechándose de ésta para conseguir lo que realmente
perseguían: debilitar al movimiento obrero y recortar radicalmente el Estado
del Bienestar. Ahora, la impopularidad de las políticas neoliberales aumenta
las posibilidades de que los partidos socialdemócratas puedan recuperar el
poder político y gobernar de nuevo.
Sin embargo, lo preocupante es que la gran mayoría de estos
partidos no han hecho los cambios necesarios en sus políticas económicas,
sociales y fiscales, -ni tampoco en sus equipos dirigentes-, para abrir una senda
de esperanza que permita salir de una crisis que va camino de convertirse en la
II Gran Depresión. Los partidos socialdemócratas no han roto con el pensamiento
neoliberal dominante en las principales instituciones que gobiernan la UE-15 y
la Eurozona, ni tampoco han presentado una alternativa diferenciada y
expansionista que permita resolver la situación económica y social de la Unión
Europea.
Como afirma George
Irvin, profesor de Economía de la Universidad de Londres, en su último
artículo publicado en Social Europe
Journal, “es enormemente
decepcionante ver el continuismo entre la nueva y la anterior socialdemocracia”.
El supuestamente nuevo PD italiano, el Partido Demócrata de izquierdas, continuador
del que fue en su día poderoso Partido Comunista italiano, apoya las políticas
neoliberales del mal llamado “gobierno tecnócrata” del Sr. Monti, un banquero
ultraliberal. El candidato socialista francés, François Hollande, hace gala de
su rectitud fiscal como manera de mantener su credibilidad, entendiendo
credibilidad como austeridad. Ed Balls, portavoz de temas económicos del
Partido Laborista, indica que el futuro gobierno laborista mantendrá los
recortes del Sr. David Cameron, en caso de que gane las próximas elecciones.
Los dos candidatos a la Secretaría General del PSOE han sido tibios en las
críticas a las políticas económicas del gobierno Zapatero, quizá porque
participaron de él, y aún no han hecho propuestas claramente expansivas de
gasto público para crear empleo, limitándose a decir que los recortes debieran
ser menos acentuados que los aplicados por el gobierno del PP y la reducción
del déficit público debería ser más lenta, pero, por lo demás, no hay ninguna
apuesta por una gran inversión y aumento notable del gasto público.
Vicenç Navarro y George Irvin coinciden en afirmar que
no ha habido un cambio suficiente en la socialdemocracia europea que nos permita
albergar esperanzas para el futuro. Ambos aseguran que para estos tiempos de
crisis es imprescindible una masiva inversión pública en creación de empleo,
como ya se hizo con el New Deal en Estados Unidos y en Europa con el Plan
Marshall. La socialdemocracia europea no ha asumido aún que lo mayores problemas
económicos de Europa son el desempleo y la pérdida de poder adquisitivo, y no
la deuda y el déficit público como defienden los liberales. Deberían asumir que
la deuda y el déficit se resolverán cuando crezca el empleo y se dinamice el
consumo y no al revés.
¿Es posible el New Deal en la Unión Europea y en
España? La respuesta es un rotundo sí. La Unión Europea tiene los recursos para
hacer esta expansión masiva del gasto público con el objetivo de crear empleo
en sectores emergentes que van desde el Estado del Bienestar a las energías renovables,
-por cierto, la crítica a la socialdemocracia podría también aplicarse a la
mayoría de los partidos verdes que no han hecho propuestas de inversión pública
masiva a nivel europeo-. En realidad, la gran paradoja es que, a pesar del
aumento de la productividad que se ha producido en todos los países de la
UE-15, las rentas del trabajo han disminuido como porcentaje de la renta
nacional, y los ingresos al Estado también han estado bajando en la gran
mayoría de países de la Eurozona y de la UE-15, incluyendo España. Las rentas
del capital, sin embargo, han subido enormemente. Esta realidad, ampliamente
documentada en muchos escritos -véase el libro Hay alternativas. Propuestas
para crear empleo y bienestar social en España, de Juan Torres, Alberto Garzón
y Vicenç Navarro-, muestra que sí que hay recursos. El problema es que están
mal distribuidos, con excesiva concentración de las rentas en los sectores más
pudientes de la sociedad. Y ahí está la raíz del problema, tanto en la UE como
en España. No puede haber una inversión masiva encaminada a estimular la
economía sin una reforma fiscal redistributiva de gran calado que permita un
aumento muy notable de la inversión pública. Tal como señala Vicenç Navarro en su
artículo “El abandono de las políticas redistributivas por las izquierdas
gobernantes”. Sistema Digital. 06.01.12, el abandono de las políticas
redistributivas por parte de la socialdemocracia y de los partidos verdes ha
llevado a la crisis actual. A no ser que cambien y recuperen su compromiso con
la redistribución, no habrá salida de la crisis. El principio de “a cada uno
según su necesidad, de cada uno según su habilidad y capacidad” es tan
relevante ahora como en la historia de tal movimiento.
La mala distribución de los recursos ha significado un
enorme empobrecimiento del Estado. El fraude fiscal, predominantemente de las
rentas altas, ha alcanzado unos niveles sin precedentes, tanto en la UE como en
España. Las cifras estimadas a nivel de la UE consideran que el fraude fiscal
representa como promedio el 13% del PIB de la Unión Europea, porcentaje que
aumenta mucho más en los países de la periferia. En España es un 23%. Y hay que
repetir que este fraude se concentra sobre todo en las rentas superiores, tal
como el caso español muestra claramente. Según los técnicos de la Agencia
Tributaria del Estado español, el 72% de todo el fraude fiscal en España lo
realizan las grandes fortunas, las grandes empresas que facturan más de 150
millones de euros al año -que representan un 0,01% de todas las empresas- y la
banca. Este 72% representa 64.000 millones de euros, cantidad equivalente a
todos los recortes que está realizando el gobierno español.
Ahí está el reto para la socialdemocracia española. En
atreverse a resolver de raíz el fraude fiscal, en apostar porque lo público sea
determinante para la creación de empleo y el fortalecimiento del Estado del
Bienestar, en hacer de la sostenibilidad una cualidad transversal y en
ilusionar a la ciudadanía para que recupera la confianza en las instituciones democráticas.
Marcel Félix de San Andrés
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