Hacernos creer que
sólo hay un camino – el que nos proponen los poderes económicos financieros,
esos que de manera intencionadamente ambigua llaman los mercados- para salir de
la crisis económica es, sin duda, una de las principales consecuencias de la hegemonía
ideológica neoliberal. El miedo, fundamentado en una explicación de la crisis
económica que tratan de hacer pasar por científica (y no ideológica), es una de
las formas que blanden políticos y tecnócratas neoliberales europeos para
intentar hacernos aceptar ( y procurar así mantener “la cohesión social”) los
duros sacrificios que los Gobiernos de la Unión Europea ya están imponiendo a
sus poblaciones.
Tales sacrificios van a suponer un profundo
empobrecimiento de las clases populares y las clases medias a través, sobre
todo, de las reformas del mercado de trabajo con reducciones de salarios y
empleos basura, pero también con el desmantelamiento del Estado del Bienestar
que van a originar drásticas limitaciones de los gastos sociales de los
Estados. O la aceptación obediente y sufrida de los recortes o el caos
económico y social. Esa es la alternativa única que los poderes financieros nos
proponen y con la que nos amedrentan pretendiendo solucionar la crisis
económica y la Gran Recesión que nos amenaza con las mismas políticas
neoliberales que nos condujeron a ella. Políticas neoliberales que, claro es,
responden a los intereses de esos mismos poderes financieros que se
beneficiaron de ellas y con las que ahora quieren salir de la crisis no sólo
pasando su coste al conjunto de la sociedad, sino también aprovechando la
difícil situación que atravesamos para extender sus negocios con el
desmantelamiento y la privatización del Estado del Bienestar.
Sin embargo, frente a las justificaciones de esas políticas neoliberales y
las medidas que se derivan de ellas, existen economistas que las combaten y nos
proponen otra alternativa que surge de un análisis más profundo y
diametralmente diferente de las causas de la crisis financiera que ha estado en
el origen del desencadenamiento de la crisis económica actual. Ésa es la
propuesta que se nos hace en este libro Hay alternativa.
Propuesta para crear empleo y bienestar en España (Editorial Sequitur, 2011, 3ª
edición) cuyos autores son tres economistas progresistas españoles de sólido
prestigio como Vicenç Navarro, Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa. No
estamos ante un libro académico, sino eminentemente divulgativo y, por tanto,
didáctico, que tiene como objetivo combatir las tesis que pretenden hacer pasar
por evidentes aquellos que nos proponen (y nos están imponiendo) la salida
neoliberal de la crisis.
El origen de la crisis económica para estos economistas, al contrario de lo
que se nos viene repitiendo machaconamente, va más allá de la crisis financiera
provocada por las prácticas especulativas derivadas de la creación y difusión
de los productos tóxicos financieros que este capitalismo de trileros difundió
bajo la mirada complaciente de esas agencias de calificación que ahora nos
controlan implacablemente. Sus raíces profundas se hunden en las políticas
neoliberales que en los últimos cuarenta años causaron una reducción de las
rentas del trabajo y un incremento creciente de las del capital, concentrando
la riqueza en unas pocas manos La desigualdad y la polarización social que esa
situación trajo, provocó, a su vez, una reducción de la capacidad de demanda de
gran parte de las poblaciones y con ello un descenso sensible de la actividad
de la economía productiva y un desvío en busca de beneficios de grandes masas
de capital hacia las actividades financieras especulativas, favorecido por las
políticas de desregulación y los avances tecnológicos. La desigualdad está, pues,
en el origen de ese capitalismo financiero tóxico, el cual finalmente terminó
viniéndose abajo como un castillo de naipes con el estallido de la crisis
financiera. Y las medidas que deben tomarse para darles solución pasan, por
tanto, no por aumentar esa desigualdad, como ocurrirá (está ocurriendo) con la
aplicación de los programas de recortes neoliberales que se proponen, sino, al
contrario, por avanzar cada vez más en su eliminación no sólo por razones
éticas, que también, sino por razones propiamente de eficiencia económica.
En el caso de España, donde también tanto los gobiernos conservadores como
los socialistas (social-liberales, diríamos más exactamente) han aplicado las
recetas neoliberales desde los años ochenta, a los perversos efectos causados por
la crisis financiera internacional se añaden unas circunstancias negativas
específicas que hacen que la crisis adquiera una singularidad doblemente
negativa en nuestro país. Esas circunstancias han sido la gran burbuja
inmobiliaria creada por la economía especulativa que supuso asimismo un grave
endeudamiento privado (no público, como han querido hacernos creer para poner
en solfa el Estado del bienestar). Y el resultado ha sido un distorsionado
modelo de crecimiento económico, que ha dado lugar a una economía escasamente
productiva y de poco valor añadido combinada con una pérdida del poder
adquisitivo de los salarios y una gran debilidad del mercado interno. Todo lo
cual ha tenido mucho que ver con el modo cómo se realizó la Transición de la
dictadura a la democracia, la cual propició no sólo una debilidad de las clases
trabajadoras y desigualdad social, sino también una desmesurada influencia
política de los grandes grupos económicos y financieros, unas instituciones
económicas y mercados muy imperfectos, además de un acusado déficit social y
una débil y traumática vinculación de nuestra economía con el exterior.
Tal diagnóstico supone que para salir de la recesión en la que estamos
instalados, crear empleo decente y avanzar en el bienestar social en España es
necesario implementar una política económica que ponga fin a todas esas
deficiencias enumeradas. Un programa con remedios y medidas que es, desde
luego, bien diferente, casi el contrario (como demuestran las 115 propuestas
concretas que se realizan en este libro), del que las políticas neoliberales
están adoptando e imponiendo en la Unión Europea. Como también lo es el que
presentó (o más bien insinuó) en la sesión de su investidura el actual
presidente del Gobierno conservador español y en parte (lo peor está sin duda
por venir) ya ha concretado recientemente su Gobierno.
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