Tomelloso
es como Lepe pero sin el seseo al final de los chistes. Los tomelloseros son
tan especiales que tienen diccionario propio, no sabemos si fruto de la rica
cultura que se ha ido transmitiendo de padres a hijos o porque los libros eran
un artículo de lujo en los bombos.
Ser
tan especial no es una cuestión de estos tiempos, ya desde antaño han parido
las tomelloseras decenas de personajes ilustres en todos los campos de las
artes y las ciencias. Que decir de la saga de los López en la pintura, o de
García Pavón, Dionisio Cañas y Félix Grande en el campo de las letras. Por destacar,
Tomelloso cuenta hasta con una campeona de España resolviendo el cubo de Rubik.
Para no ser menos, su alcalde ha demostrado también ser bien despierto, hasta
el punto que ha llegado a ser bastante “bacinaco”.
El
bacinaco, según el diccionario
tomellosero es aquel que se las sabe toas,
que le gusta guiscar a los paratos, animales o pelsonas, que suelta muchas bacinerias
sin prevenir antes, que es un poquico
lecinciao.
Carlos
Cotillas, que así se llama el bacinaco,
ha tenido una ocurrencia típicamente tomellosera. Le han parecido pocos los
6.000 manifestantes contra la privatización del hospital de Tomelloso y ha
argumentado que fueron más los que no salieron de su casa y que por tanto están
a favor de la privatización. Eso es hilar fino, sí señor, para que vamos a
andarnos con rodeos. Las cabezas están para asegurar respuestas ágiles y en la
del alcalde de Tomelloso se pueden centrifugar unas cuantas respuestas al mismo
tiempo.
Volviendo
al diccionario tomellosero. Allí, para identificar a un lecinciao se dice que si los
tontos volaran fulanito sería ministro del aire… y así sería sino fuera
porque habitualmente ponen unas vertederas de tractor como timón del
ultraligero. Con tanto peso cuesta remontar el vuelo pero una vez en el aire se
alcanzan velocidades ultrasónicas en la caída y mueren todos en el intento de
ser ministros.
Cotillas,
que ha estudiado a ratitos en la UNED, -cosa de mucho mérito-, tiene parte de
su cabeza desocupada, más por tamaño que por falta de esfuerzos para llenarla, y
así tiene tiempo de resolver las complejas operaciones matemáticas que permiten
concluir si un pueblo apoya esta o aquella reivindicación. Solo cabezas
privilegiadas como la suya están dotadas para las artes adivinatorias y, sin
salir del despacho, interrogar uno a uno a los paisanos y conocer su opinión. Dios
mío, cuanta capacidad desperdiciada en el inoperante Senado.
Analizados
de cerca, los superpoderes de Cotillas hacen agua habitualmente y las matemáticas
parecen no ser lo suyo. Lo que sí es típico en él es la lectura de las cifras para
su conveniencia. Las hemerotecas guardan algunas manifestaciones convocadas por
la plataforma que lo impulso a la alcaldía y después le ayudo a conservarla utilizando
la estación del AVE en la localidad como reivindicación. Ninguna reunió una
cifra cercana a la mitad de la población, -es más se fueron desinflando con el
tiempo y renaciendo para coincidir con épocas electorales-, pese a extender la
convocatoria a los pueblos vecinos y sin embargo fueron utilizadas por Cotillas
para autoarrogarse la opinión unánime de toda la comarca.
Pues
muy bien señor Cotillas, para usted la perra gorda. Siga en sus trece y relaje
la tensión reivindicativa que tanto tuvo con el gobierno de Barreda, -si
hubiera sido el PSOE el que intentara privatizar el hospital su cabeza sería
visible en la pancarta de cabecera-, ahora son tiempos de mirar complaciente
hacia otro lado mientras se desmantela lo que generosamente le concedió el
gobierno anterior para intentar taparle la boca con lo del AVE. Un hospital,
una comisaría de policía, polígonos industriales avanzados…, todo lo que esa
boquita pedía y que otros soñaban conseguir a usted le caía sin esfuerzo alguno.
Ahora
toca defender la gestión pública de numerosas infraestructuras y servicios pero
usted no está ya por la labor de apoyar o inspirar plataformas. Eso es cosa de
pancarteros y usted, pese a las vertederas del tractor, vuela alto. Ha probado las
mieles de la política nacional y aunque ahora esté aparcado en el Senado, sueña
con volver a la categoría nacional y sabe que quien se mueve no sale en la
foto.
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