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La derecha controla la totalidad de la TDT |
Como el estribillo de la canción
del verano se repite sin cesar la palabra de moda: las castas. Con ella
pretenden demonizar lo colectivo y vendernos lo individual. No se casan de
repetir el epíteto para cuanto huele a organización democrática y tras devaluar
el noble ejercicio de la política van a por los sindicatos. Al discurso
insultante se unen, además de los intereses fascistas del capital, los
intereses neofascistas de organizaciones e individuos que aspiran a medrar en
el rio revuelto de la crisis de valores y conseguir su minutito de gloria. Los pobres
ilusos no saben que el capital no paga traidores y en cuanto pierdes la
utilidad te deja tirado como un guiñapo. Pero ya que se empeñan en hablar de
castas, pasaré a evaluar a algunas de ellas.
L@S TERTULIAN@S son la casta de
moda. Sus cachés, como las orquestas de las fiestas patronales varían según la
importancia de la plaza. Los del TDT Party cobran barato porque la plaza es de pedanía
pero se prodigan tanto que al final de mes se llevan una pasta. Todos tienen un
estribillo pegadizo que repiten de plató en plató según el argumentario del PP
y que se reparten con otros tertulianos en una reunión convocada a primera hora
de la mañana en la calle Génova. Allí, Cospedal reparte los eslóganes que ellos
repiten como loros por los platos. Si conduces una tertulia no se te ocurra
sacarlos del mantra porque su cabeza está vacía y falta capacidad para improvisar
discursos alternativos o entrar en un rifirrafe con otras ideas. Es por ello
que a las tertulias de la TDT Party solo asisten papagayos de la extrema
derecha y algunos ex de la izquierda o centristas conversos que se dejan
inmolar por unos pocos euros. Lo que resulta estomagante es verlos también por
los platós de cuatro y la sexta, aunque no olvido que la primera pertenece a
Berlusconi y la segunda a la familia Lara.
L@S ARRIVISTAS han existido
siempre pero son más visibles cuando la mierda lo embadurna todo, o sea ahora, y
nadie les pasa factura por dejarse la dignidad y los valores que honran a cualquier
persona decente. A veces cuesta distinguirlos de los tertulianos porque comparten
con ellos las limosnas que va soltando el capital para tapar bocas críticas. Para
tenerles calladitos les regalan la dirección de un periodicucho de pueblo o les
publican algún libro. Peor para ellos porque nadie les lee y el papel camina
raudo a ser una reliquia del siglo XX. El paradigma de esta casta es Antonio Pérez
Henares, Chani para los amigos, que ha vendido sus valores más barato que el
mismo Esaú. Si el personaje bíblico se vendió por un plato de lentejas, el arribista-tertuliano
se ha vendido por la dirección del grupo La Tribuna en Castilla La Mancha,
desde cuya cabecera canta a diario loas a Cospedal. La transmutación de este
grupo debería ser tomada como ejemplo de “viaje hacia donde manda el dinero”,
recordando que recibió millonarias ayudas de José Bono que ahora están enterradas
junto a otras inteligentes inversiones de Méndez Pozo (aeropuerto de Ciudad
Real), y que en cuanto olió el cambio de gobierno traicionó a Barreda y se echó
en manos de Cospedal. Pérez Henares, que venía de dirigir otro medio de masas,
enterrará en poco tiempo las pocas cabeceras de La Tribuna que aún sobreviven. Entonces,
no os quepa duda, dará otro giro de 180º y se convertirá en paladín de las
libertades.
Dejo para mejor ocasión a l@s
tont@s del culo del papel cuche y de los platos de Tele Basura para ocuparme de
otros personajes extremadamente parecidos a ell@s: l@s plataformer@s. Aquellos, los primeros, han expulsado de
las portadas y del Prime Time a los músicos, actores y personas de valía
intelectual y estos pretenden hacer otro tanto con los políticos honestos y los
representantes de organizaciones de masas y de clase. Proceden presuntamente de
la izquierda pero flaco favor el que nos hacen porque son como la cuña de mala
madera o como el caballo de Troya, un torpedo en la línea de flotación de lo
que tanto preocupa a la derecha: la izquierda
plural o el sindicalismo de clase. Desconocen, porque no tienen capacidad para
ello, que la única barrera firme contra los recortes y los derechos democráticos
son los sindicatos de clase y la izquierda plural y por ello ponen tanto interés
desde la derecha en que TERTULIAN@S, ARRIVISTAS Y PLATAFORMER@S las critiquen
por antiguas y desfasadas.
El futuro, nos repiten a coro
todos los días, es una buena plataforma, un colegio profesional o un sindicato
sectorial interclasista de los que abundan en profesiones antaño elitistas. Pobres
ilusos incapaces de entrever que durarán un telediario en cuanto las actuales
defensas (izquierda plural y sindicatos de clase) desaparezcan. Entonces,
cuando dos generaciones de españoles caminen por la vida sin derechos laborales
y democráticos, se darán cuenta del
flaco servicio que nos han hecho, pero será demasiado tarde y tendremos que volver
a reconstruir nuestras defensas con las herramientas de siempre: un partido de
izquierdas y un sindicato de clase.
Tengo más que claro que hay cosas
que corregir en la izquierda y que partidos y sindicatos deben abrirse a nuevos
modos de participación, de relaciones laborales precarias e inestables, y
comprometerse a caminar del lado de una sociedad en permanente cambio; pero, al
mismo tiempo, tengo claro también que son la mejor garantía frente al
totalitarismo de la derecha y que no es más democrática una asamblea de
ciudadanos que una asamblea de militantes o afiliados y estas me aportan la
tranquilidad de que existen elementos orgánicos para corregir los excesos del
aparato. Me vienen a la memoria experiencias recientes y la fácil que le
resultó al poder incorporar a su aparato a los cabecillas de otras plataformas.
En el caso concreto de Puertollano, los representantes de una plataforma y de
una candidatura localista terminaron en puestos de salida en las listas del
PSOE. La experiencia duró hasta que sus “cabecillas” encontraron acomodo donde tanto
criticaban: viviendo de la política.
Plumaroja
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