![]() |
Manifestación Plataforma Stop Desahucios de Granada |
La
desesperación de la gente aumenta. Ver como toda una vida de trabajo, si
trabajo, te conduce irremediablemente a la miseria provoca acciones
desesperadas. Esto no le pasa a gente que ha vivido por encima de sus
posibilidades, esto no es el resultado de una vida de errores. Esto, casi
siempre, es un único error por atender el canto de sirena de quien te convenció
para tener un piso, fruto de la ilusión y, nunca mejor dicho, de poseer un techo
que te cobijara en los malos tiempos.
Es tu
vecino/a, tu amigo/a de toda la vida, lo has visto ir a por el pan, por el
periódico, llevar sus hijos al mismo colegio que los tuyos, y un día esa sonrisa
desaparece, no es alguien extraño, pasa a tu lado, pasa delante de tus ojos.
Donde hace
años había ilusión hoy hay desesperanza. Ese mismo banco que nos llamaba a casa
para ofrecernos créditos, el mismo director o agente bancario que nos decía
cambia el coche, amuebla tu casa, pide más dinero del que necesitas porque los
intereses de los créditos están muy bajos, venga no seas tonto. Ese director es
quien te manda ahora a los agentes judiciales para que desalojes tu vivienda.
Tenias
trabajo, había negocio, y te decías por muy mal que vaya todo ese pedacito de
hormigón es mío, es para mí, mi legado para mis hijos, para los míos. Pero el
paro se disparó y te tocó de lleno, tu negocio ha tenido que cerrar porque no
es que hagas una mala caja, es que ya no haces caja. Y las sonrisas afables de
esos banqueros que te animaban a pedir créditos, a pedir más de lo que
necesitabas, se tornaron en dientes afilados e insolidaridad. Son los que
alimentaron y atizaron esta deuda, los que daban el dinero que pedían los
especuladores, los que alimentaron la hoguera pidiendo con descaro dinero
prestado al 0,5% a los bancos alemanes y vendiéndotelo al 6%.
Ahora son
los que te llaman diciendo has vivido por encima de tus posibilidades. Te dicen
que eres un moroso, llaman a tus vecinos, te amenazan con hacer pública tu
miseria, son prácticas habituales de algunas entidades bancarias. Las mismas
que ponen adrede tus cartas vistosas con sus reclamos de pago en los buzones de
amigos o vecinos aduciendo un error, pero para aumentar la presión y la
vergüenza del deudor, de ese ciudadano que ha decidido comer, y a veces ni eso,
antes que pagar créditos inasumibles. Es a esos matones de patio de recreo a
quienes hemos rescatado, no al hombre o mujer que se ha visto devorado por la
crisis, que ha perdido su trabajo, que ve como suben los precios… sube, la luz,
el agua, el gas, el pan, la fruta, la verdura, la carne. Que ve como se debe
tragar su orgullo, el único plato que abunda, para acudir a un banco de
alimentos y dar de comer a sus hijos.
¿Porque no
rescatamos a ese ciudadano víctima de la especulación en lugar de condenarlo al
hambre? ¿A esa familia que vuelve a los 15 años a casa de sus padres con el
sentimiento de haber fracasado? ¿Al que dicen que han soñado
por encima de sus posibilidades cuando solo quería vivir y progresar? A estos
no los rescatamos, no son importantes para el país. Solo son noticia cuando se
quitan la vida.
Rescatamos a
los matones que se creen con derecho a quedarse con la vivienda del débil solo
por su ambición. A quienes con engaños hicieron negocio aun a costa de la miseria
de sus vecinos y clientes. Los que claman por un rescate que saben que será
para ellos, no para ese ciudadano que muere de hambre vergüenza y de sueños
rotos. Y al que culpan por haber querido vivir con un mínimo de dignidad. Han convertido
a las víctimas en culpables y para ellos no hay rescate.
Pero si hay
rescate para los ladrones que han robado a manos llenas, con sueldos
multimillonarios, chofer y todo tipo de privilegios. Los que condenan las
pensiones de nuestros mayores con nuevos recortes u obligándoles al copago, los
que nos acusan de arruinar al estado, las ministras que nunca han cotizado a la
seguridad social y acusan a los parados de vagos mientras afirman que la prestación
por desempleo es una grave carga para el país. Lo dicen estos ladrones que se
retiran con sueldazos millonarios para toda la vida y sin haber pegado un palo
al agua. Que son ricos a costa de robarnos los sueños y la vida. Para ellos es
el rescate.
Ayer se
colgó Miguel Ángel Domingo, de 54 años.
Lo hizo antes de ser desahuciado de su casa. Uno más de tantos
ciudadanos aplastados por la crisis.
D.Pío
Comentarios
Publicar un comentario
DEJA AQUÍ TU OPINIÓN