Resulta curioso intentar
comprender porque los medios de comunicación y los políticos actúan con tanta
torpeza y olvidan que hoy la información circula en tiempo real y llega donde
no llegó nunca a través de las redes sociales. Ese maridaje antiguo que aún
mantienen, aunque por poco tiempo, es fruto de la nostalgia que ambos tienen
por sentirse importantes. Pero ni unos ni otros son ya lo que fueron. Ambos podrán
hacerse compañía durante un par de años y decirse al oído que cualquier tiempo
pasado fue mejor.

Hubo un tiempo en que lo
publicado por un medio de comunicación era una verdad irrefutable. Eran tiempos
en que profesionales valorados e independientes contaban las verdades que el
poder ocultaba. Aquello paso a la historia. Hoy, cualquier tituladillo de
imagen y comunicación se cree periodista sin tener cualidades para ello y además
se permite acusar de intrusismo a quienes llevan la libertad de expresión en la
sangre y superan con creces al titulado universitario. El resultado es más que
evidente, los blogs y las webs tienen más audiencia y mucha más credibilidad que la inmensa mayoría
de los medios locales.
Cuando se hacía periodismo con
profesionalidad e independencia se vendían periódicos suficientes como para
mantener la línea editorial del medio sin estar condicionados por los poderes
públicos y los grandes grupos empresariales. Todo cambio cuando ambos poderes
compraron el silencio de la prensa con cuantiosas subvenciones y jugosas
campañas publicitarias. Además, distintos grupos inversores controlan ahora la mayoría
del capital de las cabeceras nacionales y todo está atado y bien atado.
Si descendemos al terreno de los
medio locales la dependencia del poder es absoluta. Los ingresos por venta no
cubren ni el 5% de los gastos y se depende casi por completo de las instituciones
porque la publicidad privada apenas llega al 20% de los ingresos totales. El resultado
es que ya nadie confía en ellos y solo les quedan los ingresos públicos para
mantenerse, salvo que el poder te guardara “rencor” y ello te llevara a la aniquilación.
En Castilla La Mancha existen numerosos casos de “malqueridos” por Cospedal que
han sido obligados a cerrar.
Según datos oficiales, solo el
ladrillo ha perdido más empleos que los medios de comunicación. La sangría continua
porque El País y El Mundo afrontan EREs para un tercio de sus plantillas, Canal
Nou y TeleMadrid también van a despedir a miles de trabajadores, en TVE se
rumorea que alrededor de 2000 trabajadores serán despedidos y el resto de
canales autonómicos han sido privatizados o están en camino de serlo con las
consiguientes reducciones de plantilla. Entre las causas de la crisis está el
intrusismo de empresarios locales que han tirado los precios porque pagan
salarios de miseria y pisotean a diario la libertad de expresión con prácticas
que rayan lo mafioso: para “convencer” a un cliente se le amenaza con dosieres
e informes inculpatorios que casi nunca existen o con campañas de descredito
sobre personas y/o productos.
Con semejante panorama nadie se
atreve a exigir que se cumplan los pliegos de adjudicación de licencias de TDT
generalista, autonómica y local. Lo cierto es que nadie ha cumplido las
exigencias de la concesión para ninguna de las demarcaciones y los gobiernos
adjudicatarios se callan porque así tienen otro argumento para ejercer la
censura sobre estos medios. Veamos el caso de Ciudad Real: ninguna de las
empresas adjudicatarias ha cumplido condiciones tan básicas y elementales como
tener una sede física en cada una de las demarcaciones y tener una programación
diferenciada para esas demarcaciones. Eso por no hablar de condiciones tecnológicas,
inversiones comprometidas y creación de empleo. Algunas de estas empresas están
doblemente obligadas a cumplir ciertas condiciones porque además son beneficiarias
de subvenciones públicas de carácter finalista. Todas están en fraude de Ley.
Sin embargo, la impunidad manda y
se vive a costa de lo público incumpliendo la Ley. La cuestión es hasta cuando seguirán
con esa práctica de desinformar a la ciudadanía y recibir fondos públicos por
ello. En Castilla La Mancha está prohibido hablar de los sueldos de Cospedal,
de su cigarral, de los recortes, de la privatización de hospitales…, también está
prohibido que la izquierda muestre sus alternativas y critique la antisocial política
de la derecha y a IU solo se la utiliza como arma arrojadiza contra el PSOE.
Con esa realidad convivimos a
diario y la sociedad debería reflexionar sobre la legitimidad de que con fondos
públicos se pongan mordazas a la verdad. El PSOE debería preguntarse si es ético
colaborar con medios que actúan a diario contra sus intereses de partido y vulneran
flagrantemente los derechos de los trabajadores. Si los ciudadanos conocieran “verdades”
sobre determinadas concesiones peregrinarían al despacho del político en cuestión
exigiendo el fin inmediato de un atropello a los recursos públicos que oscila
entre los 50.000 y los 200.000€ anuales.
Algunos medios locales se han
especializado en “servir al mismo tiempo a dos amos” y cual Jekill y mister Hyde
actúan según convenga al cliente local o regional. La bipolaridad puede llegar
a ser multipolaridad cuando además intervienen grandes empresas y entonces no
hay forma de entender nada porque el medio se pone del lado de quien más le
paga pero sin perjudicar los intereses de los otros clientes. El resultado es más
que conocido: se silencian episodios contaminantes o accidentes con grave
riesgo para la salud de las personas, solo nos enteramos de las versiones
oficiales y las opiniones de la oposición o de la sociedad civil son
administradas con cuentagotas.
Afortunadamente el “hasta cuando”
depende de nosotros y el bipartidismo que tanto gusta a ciertos medios está
tocando a su fin. Una izquierda más ética y menos manipulable llama a las
puertas de muchos gobiernos locales y condicionará otros y con ella no será
factible mantener tanta irregularidad y tanta falta de escrúpulos, habrá que
cumplir los pliegos administrativos o devolver las licencias de TDT. Los recursos
empleados en gastos tan superfluos como el de subvencionar la ocultación de la
verdad se destinaran a gastos mucho más prioritarios y eficientes como la
creación de empleo y la prestación de servicios básicos.
Puede incluso que la información vuelva
a abrirse camino reivindicando la libertad de expresión y la profesionalidad. Lo
hará teniendo como cauces principales a las redes sociales y a los medios que hayan
mantenido su credibilidad sin virajes ideológicos interesados.
Plumaroja
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