viernes, 20 de julio de 2012

SI HAY ALTERNATIVAS


Se equivocan los que piensan, fundamentalmente en las filas del PSOE, que Rajoy y su PP no tienen una estrategia, actúan arrastrados por las circunstancias, gobiernan al dictado de Berlín, o toman medidas “que no les gustan”. Al contrario, en todo el proceso de ascenso al gobierno y su posterior ejercicio, el PP, bajo la eficaz dirección de Mariano Rajoy, ha ido aplicando concienzudamente una meditada estrategia cuyas principales etapas son: ocultación, catastrofismo, culpabilización y fatalismo.

20_obispos©Joan Picornel
Una estrategia cuyo objetivo era, y es, evitar que la gravísima crisis económica, y sus reflujos políticos y sociales, pudieran servir para poner en cuestión las bases del sistema. De lo que se trata es de “refundar” el capitalismo sobre las bases del neoliberalismo y despojarle de todos los aditivos “socializadores” creados y desarrollados durante la construcción el estado del bienestar (y, de paso, recuperar la autoridad de los dirigentes empresariales, menguada, como en el caso de la educación, por el aumento de la autonomía y capacidad de intervención de los alumnos/trabajadores) En eso, hay que reconocerlo, han sido más avispados e inteligentes que los socialistas. Sabían lo que estaba en peligro. De ahí su alarma e histeria ante la aparición de un fenómeno espontáneo y, por lo tanto imprevisible, de protesta como el 15 M.
La ocultación de su programa sirvió, junto con la impagable ayuda de la lamentable gestión del gobierno socialista, para copar todo el poder político; el catastrofismo, con una revisión al alza del déficit y una descripción apocalíptica de la situación, para atemorizar a la ya asustada ciudadanía; culpabilización, para desviar la crítica social al comportamiento individual (hemos gastado más de lo que teníamos… ¿incluso cuando había superávit?); y fatalismo, para que aceptemos los recortes y reformas con la resignación de lo inevitable, purga necesaria por los “excesos” en la humanización del capitalismo.
“En todo el proceso de ascenso al gobierno y su posterior ejercicio, el PP ha ido aplicando concienzudamente una meditada estrategia cuyas principales etapas son: ocultación, catastrofismo, culpabilización y fatalismo”
La coherencia, hay que reconocerlo, es ejemplar: recuperación del poder sin trabas del empresario, que es el que crea empleos y riqueza; sanidad de calidad para el que se la pueda pagar, con, eso sí, un espacio a la caridad que mitigue los sufrimientos de los pobrecitos pobres; educación de excelencia y selectiva que sea verdaderamente útil al sistema productivo; devolución a la empresa privada de los servicios con rentabilidad económica, pues sin ella no son sostenibles; recaudación fiscal basada en las rentas del trabajo y los impuestos indirectos, ya que el dinero de empresarios y adinerados está destinado a crear riqueza… ¿Todo por maldad? ¿Todo por falta de humanidad? No, simple coherencia con un sistema económico que, efectivamente, trabaja mejor sin trabas ni controles… aunque al precio de periódicas crisis mediante las cuales se depura de las imperfecciones del mercado, devaluando los costes salariales, destruyendo producción y empleo, reduciendo derechos laborales. Algo tan natural como los ciclos naturales. ¿De qué sirve oponerse?
Si hay remedio
Sin embargo, y como en toda crisis de cierta magnitud, la reacción del cuerpo social a la terapia de choque está alumbrando nuevas posibilidades de cambio. Si hay remedio.
Es evidente que hay una enorme deuda, sobre todo privada y de la banca; que el déficit no hace sino incrementar esa deuda hasta extremos insostenibles; que gran parte del tejido productivo estaba basado en la burbuja inmobiliaria, cuyo estallido en conjunción con la crisis financiera mundial ha creado la “tormenta perfecta”; y que la conjunción de todo ello se manifiesta en la tristemente famosa “prima de riesgo”. Pero esa realidad se puede afrontar de muchas maneras. Por ejemplo, es factible conseguir suficiente dinero como para reducir el déficit a un ritmo razonable e impulsar políticas de reactivación económica extrayéndolo de donde se ha estado acumulando (muchas veces injustamente).
“Es factible conseguir suficiente dinero como para reducir el déficit a un ritmo razonable e impulsar políticas de reactivación económica extrayéndolo de donde se ha estado acumulando, muchas veces injustamente”
Por ejemplo, en el patrimonio de la iglesia, mediante una Segunda Desamortización, esta vez en beneficio de todos, ayudándola de paso a convertirse en la iglesia de los pobres, y remunerando adecuadamente los servicios sociales acordados con el Estado; por ejemplo, en ese nicho privilegiado de las grandes fortunas, incluyendo los inmensos bienes patrimoniales de una minoría que acumula la mayoría del la riqueza nacional; por ejemplo, en los grandes bancos, cuyos beneficios, pese a la crisis, siguen siendo muy elevados, mediante un “dividendo social” del que estarían excluidos los pequeños ahorradores; por ejemplo, en los grandes y escandalosos sueldos de ejecutivos, administradores, cargos políticos, etc… Además de una política decidida de lucha contra el fraude fiscal y el dinero negro. Pero no seamos ilusos, tales no podrán implementarse mientras no haya una alternativa política basada en la movilización y el compromiso social de la gran mayoría de ciudadanos. La crisis es económica, si, pero la solución es política.
Ya son reconocibles algunas ideas-fuerza
La alternativa ya ha nacido: la constituyen toda esa gente comunicada y movilizada en redes sociales, tomando decisiones autónomas que se traducen en prácticas sociales reivindicativas. Falta que este fenómeno espontáneo se convierta en permanente, y se fije objetivos que le den cohesión. Algunos, los esenciales, ya están ahí. Falta, quizás un esfuerzo sintetizador, pero ya son reconocibles algunas ideas-fuerza aunque, obviamente, no es posible dar recetas (eso pertenece al viejo sistema) mientras la comida se está cociendo. Estas son algunas:
“La respuesta, evidentemente, tiene que ser global. Ya se está gestando con movimientos como el 15 M, Democracia Real y la nueva fuerza movilizadora de las redes sociales”
- Revocación, base fundamental de una democracia plena y “real”, ya que la representación, necesaria en una sociedad desarrollada y compleja, debe estar sometida permanentemente al poder revocador de los ciudadanos en el ejercicio pleno y continuado de su soberanía; es la democracia como “ejercicio” y no sólo como “principio”.
- Control democrático de las relaciones económicas para la racionalización de los mecanismos de mercado, de forma que se ponga la economía al servicio de los ciudadanos y no sólo de la máxima obtención del beneficio privado.
- Participación, mediante el impulso de la democracia directa, hoy posible gracias al desarrollo de Internet y de las redes sociales, de forma que la soberanía, que reside en el pueblo, pueda ser administrada por el Parlamento y gestionada por el Gobierno, pero no usurpada tras cada elección.
- Autogestión, como forma de realización personal y ciudadana, dentro de un sistema de cooperación solidaria, que está en la base evolutiva del los humanos.
No será fácil. Sin embargo, las condiciones materiales, básicamente la sociedad de la información, ya están listas. Falta que la ciudadanía alumbre una nueva forma de organizarse, cooperar y hacer política. Pero la historia no admite atajos. Tras la lucha contra la dictadura legó la libertad, luego cayó el muro de Berlín y el paradigma inmoral e inviable del “socialismo real”, avanzamos en modernidad y riqueza, pero la naturaleza del sistema sigue siendo la misma: la obtención privada del máximo beneficio… ¡caiga quien caiga!, lo que lleva inexorablemente, una y otra vez, a la crisis política (partidos y democracia representativa), económica (especulación financiera y burbuja inmobiliaria) y social (desigualdad, perdida de derechos)
La respuesta, evidentemente, tiene que ser global. Ya se está gestando con movimientos como el 15 M, Democracia Real y la nueva fuerza movilizadora de las redes sociales. Espero que de este movimiento participativo surja un contrapoder social basado en la participación activa y consciente de ciudadanos libres e indignados. Con el horizonte de una nueva Constitución republicana que ampare y consagre los nuevos mecanismos de participación política directa, el democrático control de la economía, la recuperación y ampliación de los derechos sociales, y la justa redistribución de la riqueza.
CRÓNICA POPULAR

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