Transcurridos
los primeros 50 días del Gobierno Cospedal, ella y nosotros hacemos balance. Ella
ufana y orgullosa del deber cumplido. Nosotros con la sensación de que lo único
positivo han sido sus vacaciones porque en ese tiempo, al menos, ha dejado de
enredar.
Llegó
Cospedal al gobierno de Castilla La Mancha con un discurso catastrofista que
nos hizo sentir ciudadanos de un estado fallido en el que nada funcionaba y que
había estado gobernado por un sátrapa antidemocrático. Barreda fue objeto de
todo tipo de calumnias e infundios por parte de los populares y sus medios de
cabecera. Algunos, pocos días después, han recibido el premio al servicio
prestado en forma de director de la RTVCLM.
Cierto
es que con dificultades la JCCM de Barreda iba pagando a empresas y proveedores,
que la apuesta por los servicios públicos y la creación de un entorno favorable
al desarrollo (suelo industrial, transporte avanzado e infraestructuras…) había
situado a la región en los primeros puestos de la deuda y el déficit público,
pero muy lejos de la cacareada bancarrota. El principal error de Barreda y su
equipo ha sido maquillar las cifras macroeconómicas en lugar de defender sus políticas
progresistas.
Cospedal
está obligada a mantener la imagen institucional de bancarrota proyectada
durante la campaña electoral. La obligan a ello las próximas elecciones
generales por la rentabilidad en votos que proporciona la imagen de “derroche”
de los gobiernos socialistas y la libertad para aplicar recortes ante la
hipotética falta de liquidez.
Presume
Cospedal de reducir notablemente el gasto en cargos públicos e instituciones
dependientes del gobierno regional. Como medida de propaganda está muy bien
pero el impacto real sobre el presupuesto regional apenas ronda el 2%, con el
agravante de que el paso de los días la está obligando a rectificar e
inventarse excusas que justifiquen las subidas de sueldo a sus altos cargos o
la figura del “coordinador provincial” como relevo a los eliminados delegados
provinciales. Llamativas resultan las declaraciones de su consejero de
presidencia sobre los gastos suntuarios del anterior gobierno al tiempo que
pone coche oficial a su secretaria general y contrata nuevos conductores en vez
de usar a los funcionarios actuales.
Cospedal
se ha estrenado con importantes recortes a colectivos y sectores desprotegidos.
Ha suprimido la paga complementaria a las pensiones de viudedad que instituyo
el gobierno Barreda y ha recortado el programa de vacaciones para la tercera
edad. Con ambas medidas ahorra alrededor de 20 millones de euros y mete un
tijeretazo serio en las políticas sociales. Esto es sólo un aviso de lo que
está por venir. El subconsciente traiciona a sus consejeros y anuncian mayor
presencia privada en la educación y la sanidad, congelación y/o reducción de las
partidas para dependencia, paralización y/o suspensión de infraestructuras en
ejecución o proyectadas…, la clave para estas y otras medidas está en el resultado
que ofrezca el 20N.
Lo
que Cospedal y su gobierno no puede negar es que las obras del campus
universitario de Guadalajara están paralizadas, como lo están las del nuevo
hospital alcarreño y que están amenazadas las del hospital de Toledo.
Un
sector clave en su triunfo electoral es el agropecuario. A agricultores y
ganaderos les ha devuelto el favor recortando el presupuesto de la consejería en
un 15%. Para negociar la aplicación de los recortes ha nombrado consejera a
Maria Luisa Soriano, persona conocida por su especial facilidad para el ordeno
y mando. ASAJA, que tuvo una relación cordial con el gobierno Barreda, da sus
primeras de arrepentimiento por solicitar el apoyo a Cospedal.
El
balance de estos 50 días del gobierno Cospedal ofrece la primera huelga de
farmacias de la historia, la amenaza de plante de los libreros, las primeras privatizaciones
de servicios públicos, el SESCAM y el INFOCAM sin cabezas visibles, las viudas
sin pensiones complementarias, los mayores sin viajes, obras públicas
paralizadas o amenazadas de paro, subidas de sueldo para los altos cargos,
coches oficiales para las secretarias generales, coordinadores provinciales en
lugar de delegados provinciales y, para que nada cambie, más dedicación a la política
nacional que a presidir Castilla La Mancha.
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