Cartel electoral del PP para las elecciones de 2011 |
Es una historia que te desgarra el alma en carne fría. Una pareja de ancianos de Granada, cincuenta años de matrimonio, cuatro hijos criados con mucho sacrificio que amaban y atendían a sus padres. Toda una vida de trabajo, de pagar los impuestos, de cotizar para tener una vejez digna y no “molestar” si se necesitaban cuidados especiales. Dejan dos notas, una cada uno. Quizás explicando los motivos, quizás despidiéndose de sus seres queridos. Eximiéndolos de cualquier asomo de culpa. Todo indica que se trata de un suicidio consensuado. ¿Cómo sería ese momento en el que el esposo encañonó a su compañera? ¿Cuáles serían sus últimas palabras, su despedida? Dicen que de las notas se desprende que no querían ser una carga para sus hijos en estos tiempos de crisis. Optaron por sacarse el plomo de las alas y liberar a los suyos de este lastre. Un último gesto de amor y generosidad.
El mismo día, el gobierno anuncia que no ajustará las pensiones al IPC. Los jubilados serán más pobres de lo que son. Muchos se han convertido, con sus ridículas pensiones, en el único sustento familiar. Pero es imposible seguir haciendo juegos malabares con poco más que la miseria. Luego están los enfermos y discapacitados, otros que son una lacra para la cosa nostra del estado. La autoinmolación sería un detallazo que reduciría gastos a favor del déficit. Suena brutal, lo sé, pero nuestros dirigentes están dejando claro que prefieren sacrificar a los más débiles a incumplir el precepto deficitario. Parados, pensionistas, dependientes, desahuciados… son rebabas del sistema que conviene eliminar. Si lo hacen ellos solitos, será más rápido y limpio que cercándolos por el hambre y la desesperanza. La solución final.
Y ya me disculparán que no esconda la mala baba en lo que escribo. Pero es que hay días de rabia, como éste, en los que la vida me pilla a contra muerte y estoy para muy pocos eufemismos.
Plumaroja
Comentarios
Publicar un comentario
DEJA AQUÍ TU OPINIÓN